Hay fotos que Pablo Gargiulo nunca podrá ver: son las que quedaron en una cámara fotográfica que, entre varios objetos, la noche del 5 de marzo de 1975 se robaron los policías que secuestraron a sus papás. Pablo tenía tres meses en ese momento, pero recién 41 años más tarde se enteró de que habían existido esas imágenes que le habían sacado. El dato lo sorprendió mientras le tomaba declaración a su tía durante el juicio de la megacausa por el Operativo Independencia donde él, ahora con 42 años, es abogado querellante representando a sus papás, a su tío y a los papás de sus amigos, todos víctimas del terrorismo de Estado, previo a la última dictadura cívico militar.
Pablo Gargiulo es hijo de Carmen Gómez y Héctor Hugo Gargiulo. Cuando sus padres fueron secuestrados, él se quedó con sus abuelos. Gargiulo fue parte de los inicios de H.I.J.O.S. Estudió abogacía y hoy se especializa en Derechos Humanos.
A principios de agosto, debió presentar sus alegatos como doble querellante. Por un lado, representando a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (por las causas Néstor Juan Agustín y María Rosa Zurita, Maurice Jeger y Olga Cristina González, Jorge de la Cruz Agüero y de Adán Rodolfo Leiva) y por otro lado, representando a su familia: Máximo Osvaldo Jaroslavsky, Julio Antonio Martín, Héctor Hugo Gargiulo y Carmen Gómez.
«Los juicios tienen una instancia sanadora», afirma Gargiulo a Tiempo, a través del teléfono. «En mi caso me permitió profundizar en mí como persona y en mi entorno inmediato.»
En los 450 días en que se realizó el juicio por el Operativo Independencia donde se tratan las causas de 271 víctimas, se realizaron alrededor de 70 audiencias y pasaron por la sala más de 400 testigos. Hay 17 imputados.
«En lo social, este es un juicio muy trascendente», explica Gargiulo. «Hasta hace no mucho tiempo se reivindicó el Operativo Independencia como una gesta heroica y patriótica del ejército contra el enemigo marxista. En Tucumán han convivido versiones muy contrapuestas que sirvieron para llevar a la gobernación a un genocida como Bussi. En ese sentido, este proceso judicial viene a poner las cosas en su sitio. El que ahora pretende reivindicar el Operativo se va a tener que hacer cargo, porque acá se acreditó que durante esa etapa hubo secuestros, se robó, se torturó y se mató. Antes sólo eran versiones relativizadas», explica.
«Me llamo Pablo por otra cosa»
Según le habían contado, le debía su nombre al poeta Pablo Neruda. Pero la realidad era otra. Entre las cosas que habían sido sacadas de su casa, hallaron un trozo de papel oficio con tres nombres manuscritos, Pablo entre ellos. Era el que había elegido su papá para su militancia y por eso, él se llama así. «Ser el abogado en la causa de mis viejos me llevó a encontrarme con esos fragmentos de la historia a los que no hubiera accedido nunca», explica
En el alegato final del 3 de agosto, destaca, «supe el origen verdadero de mi nombre. Siempre llevé con orgullo mi apellido, pero ahora llevo con orgullo mi nombre».
«Emocionalmente es una montaña rusa», cuenta Gargiulo y agrega que el tironeo entre abogado y víctima está siempre a flor de piel. «Tuve dos instancias muy álgidas que fueron cuando declararon mi abuela, mi tía y mi tío, y yo tuve que hacerles las preguntas y enfrentar esa situación con solvencia. El otro momento fue la instancia del alegato.»
Cuando estudiaste Derecho, ¿ya estaba en tus planes llegar a tener sobre tus hombros esta responsabilidad?
Siempre supe que había una realidad muy próxima que me interpelaba y que no iba a poder eludir. Mi primer reflejo fue huir, me fui a vivir a Buenos Aires, a estudiar cine, y a los siete años volví, pero ya trabajando en la Secretaría de Derechos Humanos en el área de las leyes reparatorias. Hoy me doy cuenta que me imaginé miles de veces el momento del alegato: yo sentado frente a un tribunal alegando por los casos de mis viejos, de los padres de mis compañeros… Se me había cruzado en la mente y en el corazón cientos de veces, de lo que no me había dado cuenta hasta ahora es que en el afán de llegar a ese momento me había transformado en lo que en definitiva hoy soy: un abogado de Derechos Humanos.
La recta final de un largo juicio
El viernes el Ministerio Público Fiscal representado por Pablo Camuña, Agustín Chit y Julia Vitar terminaron la instancia de alegatos, presentación de casos y pedido de imputaciones en el juicio por la megacausa Operativo Independencia que finalizará el 15 de septiembre con la lectura de la sentencia.
Luego de la lectura de las imputaciones, la doctora Vitar dialogó con Tiempo Argentino y explicó los puntos clave del proceso judicial.
«La forma de plantear el juicio rompió con la lógica que tenían los otros juicios y que era el de armarlos por los centros clandestinos de detención. Preferimos pensar una lógica territorial como una zona de ocupación, donde cada fuerza dependía de alguna brigada o cuerpo de fuerza. En este contexto, el ingenio Santa Lucía, La Fronterita, el exingenio Lules funcionaron todos en concatenación con la Escuela de Famaillá. Esto muestra una situación única en el país y es la ocupación territorial por parte del ejército argentino.»
Vitar agregó también que durante este proceso se encontraron papeles con información sobre las circunstancias de muerte de algunos desaparecidos. «Al ocultar esta información o no darla a conocer, significa que hubo una decisión del Estado de que exista la desaparición forzada de personas. Eso es lo más fuerte que se descubrió en este proceso, finalizó Vitar.
Fragmentos de un alegato
(…) «Señores jueces, las víctimas de esta causa no solamente hemos tenido que convivir con la ausencia de nuestros familiares a lo largo de estos 42 años. También hemos tenido que convivir con un discurso negacionista legitimador del terrorismo de Estado, estigmatizante en cuanto a las víctimas que tiene su origen durante el Operativo Independencia» (…) «Este tribunal tiene que tener bien en claro cuáles son las consecuencias de su decisión. Yo no quiero una sociedad para mis hijos, para mis nietos, con el ejército en las calles. Y espero que este tribunal tampoco». (…)
«Quienes necesitamos Justicia porque necesitamos tener paz no son los muertos somos nosotros los vivos» (…) «Los hijos de desaparecidos nos hemos enfrentado con un rompecabezas infinito, hemos tratado de recuperar una imagen a la cual siempre le faltan piezas». «