Lejos de ser un movimiento espontáneo, el Cordobazo fue un proceso político que atravesó años de maduración y expresó una radicalización de la juventud a nivel mundial. El año anterior, el ’68 la había puesto en acción contra los distintos gobiernos de la época: de Vietnam a México, de Praga a EE UU, de Japón a Francia, marcando la tónica que luego tendría su expresión propia en la Argentina.
En este contexto, la dictadura de Onganía buscaba acallar esta radicalización por la vía represiva. Sin embargo, tanto la clase obrera como el movimiento estudiantil mostraban los días previos que estaban dispuestos a enfrentársele. Una semana antes del Cordobazo, el movimiento secundario confluyó en el barrio Clínicas con una masiva manifestación que derivó en una feroz represión.
Si bien el movimiento estudiantil intervenía con sus propias reivindicaciones, está claro que la tónica de la rebelión superaba los reclamos particulares, contextualizados en un planteo más general: la unión con el movimiento obrero para derrotar a la dictadura de Onganía e imponer un gobierno obrero y popular. Que esta haya sido la consigna del Cordobazo muestra la maduración política de todo un movimiento que ya no veía a Perón, que en un primer momento había mostrado una expectativa en Onganía, como una salida para sus intereses.
El Cordobazo fue un golpe a la dictadura y su política represiva. Los estudiantes reconquistaron la legalidad de sus organizaciones, dando lugar a una etapa de reconstrucción de los centros y federaciones y de interesantes procesos políticos en la Universidad, como las luchas por la eliminación de los exámenes de ingreso y por la separación de los interventores designados por los militares y de las camarillas profesorales ligadas a ellos.
Frente a esta izquierdización de la juventud, la burguesía responde con un operativo de «institucionalización». Balbín y Perón acuerdan poner en pie «La Hora del Pueblo», una coalición de los principales partidos patronales para desviar el clima de efervescencia popular hacia una salida político-electoral.
La misma burguesía que había echado a Perón en el ’55 buscaba ahora que la llama del Cordobazo se apagara mediante un gobierno que terminó creando las AAA y ajustando sobre la misma clase obrera.
A 50 años del Cordobazo, los nuevos ascensos de la juventud, como la ola verde y la rebelión universitaria del año pasado, son una bocanada de aire fresco para quienes queremos un mundo mejor. Para llevar a fondo sus reivindicaciones es necesario que la consigna del Cordobazo se haga realidad: sólo un gobierno obrero y popular podrá realizar una transformación social que refleje los intereses de la juventud y de lxs trabajadores en general. «