El Tribunal Oral Federal 2 de San Martín condenó este lunes a prisión perpetua al ex comisario bonaerense Luis Patti como partícipe necesario del asesinato del ex diputado nacional Diego Muñiz Barreto y el intento de asesinato de su secretario, Juan José Fernández, en 1977.

Este es el segundo juicio que se realiza por este crimen. En el primero, llevado adelante en 2011, Patti fue condenado por el secuestro y los tormentosa que sufrieron ambos militantes peronistas, quienes fueron detenidos ilegalmente en Escobar en febrero de 1977, llevados a una comisaría y luego a Campo de Mayo.

Sin embargo, en ese primer debate no se juzgó la responsabilidad de Patti en el homicidio que se produjo después, cuando el 6 de marzo fueron trasladados hasta Entre Ríos y arrojados al río en un auto para simular un accidente. Allí murió Muniz Barreto pero su secretario logró escapar.

Durante la instrucción de la causa, el juzgado de San Martín lo había sobreseído por esos crímenes. Para llegar a este debate, el expediente pasó por todas las instancias judiciales hasta que la Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar al pedido de las querellas y de la fiscalía y dio marcha atrás con el sobreseimiento. Esto provocó una demora de más de 12 años.

Durante el juicio, quedó probada la participación de Patti como un primer aporte al posterior asesinato. El acusado era suboficial superior en la comisaría de Escobar y conoció muy bien a Muñiz Barreto ya que lo había detenido en otra oportunidad, aunque esa vez lo había dejado en libertad dos horas después porque se encontraba con Arturo Rodríguez Jurado, un reconocido jugador de rugby y capitán de los Pumas. Con su accionar, Patti fue esencial para todo lo que ocurrió después.

La causa por el crimen contra Muñiz Barreto fue iniciada por su familia el 6 de marzo de 2007, al cumplirse 30 años de su muerte. En ese momento, luego de dos mandatos ocmo intendente de Escobar, Patti había sido electo diputado nacional, aunque la gran mayoría de la Cámara baja le había impedido asumir por su pasado como represor. Un año después, en 2008, sería detenido por este y otros crímenes.

El testimonio de Fernández fue clave para conocer lo que había sucedido. Tras escapar del auto, el sobreviviente escribió en detalle los recuerdos de esos días y los hizo llegar desde el exilio en España, donde murió en 1985.

En ese texto, rememoró el cautiverio en Campo de Mayo y el terrible viaje en el baúl de un auto hasta Entre Ríos, donde les inyectaron una droga para adormecerlos. A Muñiz Barreto lo durmió pero a Fernández, quien tenía 26 años y practicaba rugby, no le hizo efecto, aunque simuló estar desmayado. Los metieron en el Fiat 128 de Fernández, les pudieron los documentos y dinero en los bolsillos y los arrojaron al río en medio de la noche.

Desde el auto sumergido, logró salir por el parabrisas y nadar hasta debajo de un puente, donde permaneció escondido. Cuando la patota se alejó, regresó a rescatar a su amigo pero Muñiz Barreto ya había muerto.

En el primer juicio por estos hechos, también fueron condenados por el homicidio y la tentativa de homicidio los exmilitares Santiago Omar Riveros, Reynaldo Bignone y Martín Rodríguez.