Con un llamado telefónico, pasadas las 11 de la mañana del miércoles 6, un asistente de la ex presidenta dice que Cristina Fernández de Kirchner quiere visitar la redacción de Tiempo Argentino después de pasar por los tribunales de Comodoro Py. La hora estimada sería alrededor de las 14.
Así fue.
-Nunca había visto desde la recuperación democrática un ataque de este tipo a un medio de comunicación. No recuerdo algo así en democracia desde el 74 o 75, previo a la dictadura militar.
Cristina acababa de ingresar al edificio que comparte el diario con Radio América por la puerta lateral de la emisora, único ingreso posible luego de la irrupción de los matones. Las esquirlas del horror que dejó el paso del grupo de tareas encabezado por el presunto empresario Mariano Martínez Rojas son elocuentes. La impresión en el rostro de la ex mandataria también. Un gesto que se repitió en cada uno de los dirigentes, personalidades de distintos ámbitos, colegas y lectores que visitaron el edificio de Amenábar 23, desde a mañana del lunes 4. Así fue. Un ataque sin precedentes en la democracia recuperada a partir de 1983 contra la libertad de expresión.
Durante más de una hora, la ex presidenta recorrió el lugar. Se detuvo, primero, en la radio para que los trabajadores de América le mostraran los daños quirúrgicos que la patota provocó contra los equipos técnicos tenían claro lo que fueron a romper, para luego, seguir el mismo camino que arrasaron a su paso Martínez Rojas y sus secuaces en la madrugada del lunes, en la que durante más de cuatro horas saquearon a su antojo cada rincón de la redacción con la policía como custodios en la vereda. Cristina fue preguntando detalles de la irrupción, hipótesis, presuntas intencionalidades. Se le informó que tres compañeros de la cooperativa fueron echados a empujones, uno de ellos despertado a patadas en las costillas, en medio de la noche. Quiso saber sobre el dispositivo policial, sobre la respuesta de la fiscalía. Un recorrido lento, paso a paso, hasta llegar al segundo piso donde la redacción a pleno de Tiempo Argentino la recibió, junto con colegas de la radio.
Fue un diálogo abierto entre los trabajadores y Cristina. Javier Borelli, presidente de la cooperativa Por Más Tiempo, y quien esto escribe agradecieron su solidaridad, la presencia en el lugar y detallaron el cuadro de situación desde que comenzó el conflicto en diciembre último cuando Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, dueños de Balkbrug, dejaron de pagar salarios y profundizaron un proceso de vaciamiento de ambos medios y del resto del Grupo 23, perjudicando a más de 800 empleados, más de 300 sólo en Tiempo y América. También se recordó la aparición de Martínez Rojas presentado como nuevo dueño del diario y la radio el 22 de enero por Szpolski. Se enumeró cada una de las mentiras que los empresarios fueron escupiendo contra el colectivo de trabajadores de prensa a lo largo de estos más de siete meses. Escuchó el resumen de los hechos sentada en un escritorio ante la mirada atenta de más de 100 periodistas, fotógrafos, diseñadores y trabajadores de distintas áreas de los medios atacados. Se hizo un repaso de las amenazas previas de Martínez Rojas y sus matones, y su copamiento de la planta trasmisora de la radio en un predio de Villa Soldati, el 11 de junio con similar metodología a la que aplicó contra la redacción. La situación sigue vigente: la planta trasmisora permanece tomada. Nadie hizo nada. Insólito.
En el diálogo con Cristina también se recordó la relación que Szpolski mantuvo con el kirchnerismo, el cobro de la pauta oficial del Grupo 23, la inexplicable candidatura a intendente de Tigre del empresario hoy reciclado en el oscuro negocio de la seguridad privada por el Frente para la Victoria en las elecciones del año pasado, y la indiferencia del macrismo en estos largos meses de conflicto, en particular, desde el ataque reciente del lunes 4. Frente a los trabajadores la ex jefa de Estado expresó:
l El Poder Judicial debería actuar rápidamente en la identificación de los responsables del ataque y analizar la situación de la planta que está ocupada.
l El vaciamiento fraudulento de empresas es una figura penal, hay que denunciar con nombre y apellido y que actúe la Justicia contra aquellos empresarios que fraudulentamente vaciaron la empresa.
l Hubo muchos candidatos del FPV. No me hagan hablar de todos porque la lista es larga. Me hago cargo de lo que me toca, como hice siempre cuando fui presidenta hasta el 9 de diciembre».
l Durante mi gobierno no solamente se pagó pauta de publicidad a estos medios del Grupo 23, sino a muchos medios de otros grupos que algunos hoy tienen dificultades, de la misma manera que para todos.
l Ese tipo de observaciones (sobre los antecedentes de Szpolski, su candidatura en Tigre y la pauta oficial) son lógicas y es lícito que cada uno pueda hacerlas, pero me parece que no contextualizan la verdadera situación de un gobierno que distribuía su pauta de acuerdo a los medios que había; me parece que mientras fuimos gobierno acá hubo una cierta regularidad. Yo no podía saber lo que estabapasando acá adentro o en otras radios o en otros diarios que, todavía, no fijaron paritarias.
l A mí lo que me preocupa fundamentalmente es el hecho de violencia que pasó aquí y la apoyatura que tuvo de fuerzas de seguridad y esto en nuestra gestión jamás pasó, no permitimos nunca cuando hubo manifestaciones, incluso violentas, que la policía saliera con armas de fuego. Estaba prohibido. Esto nos costó muchísimas críticas de los sectores medios, sobre todo en la Ciudad. Siempre dijimos que preferíamos que corten 20 mil calles, que la policía tenía que aguantar un montón de cosas, pero no cargar sobre nuestras espaldas la represión de una sola vida perdida.
l Cuando una patota mató a Mariano Ferreyra nuestro gobierno aportó los nombres e información a la Justicia para que los detengan. Me reuní con la familia de Mariano y ante una pregunta de su hermano Pablo, le dije que iríamos hasta las últimas consecuencias, fuera quien haya sido. Y así fue. Los responsables están presos.
l Más allá de los errores que todo gobierno puede tener, creo que en materia de libertad de prensa, de seguridad en la calle para manifestantes y libertad para decir lo que quieran de las autoridades del país, sinceramente, no recuerdo otro gobierno que las haya defendido como el nuestro.
l Lo que quería es estar junto a ustedes, que se visibilizara el episodio que pasó y que no puede volver a pasar. La redacción de un diario tiene un condimento especial, que es el hecho fundamental de la libertad de expresión, en este caso controlado por los trabajadores. Vine a expresar mi solidaridad con ustedes que están atravesando todas estas dificultades.
Luego del diálogo, Cristina terminó de recorrer el último piso de la redacción. Vio cómo el grupo de matones había roto con saña un cuadro de Rodolfo Walsh, ingresó a la oficina de la administración de la cooperativa, uno de los espacios más dañados, y se retiró junto a quienes la acompañaron en su visita a Tiempo y Radio América: los diputados nacionales Andrés Larroque y Josefina González, los legisladores bonaerenses Miguel Funes y Lauro Grande, y por el ex titular de la AFI Oscar Parrilli.
Afuera la esperaban los colegas de otros medios. Habló ante los micrófonos. Un nutrido grupo de militantes la despidió cantando, mientras los obreros de un edificio en construcción, frente a Amenábar 23, celebraron su presencia desde esqueleto de una mole de hormigón aún si terminar.
Había pasado largamente más de una hora desde su llegada a Tiempo. «