Esta madrugada, a los 60 años, murió en España el titiritero argentino Héctor López Girondo, luego de recorrer el mundo con su arte. Héctor era hermano de nuestro compañero de trabajo Alberto López Girondo, quien está en este diario desde su fundación en el área de política internacional.
Héctor nació en 30 de enero de 1958 en Buenos Aires. Con una sólida formación como actor descubrió muy pronto la esencia teatral de los títeres, una manifestación artística que en la Argentina tardó mucho tiempo en salir del reducto de trivial entretenimiento infantil al que se la había condenado.
En 1983 fundó la Compañía la Plaza con un repertorio basado en cuentos folklóricos y, antes de ingresar en 1986 en el Teatro General San Martín en el elenco de Ariel Bufano, de quien había sido alumno, realizó giras por toda la Argentina. Para La Compañía escribió diversas obras, desde Fiesta en las Nubes, en 1983, hasta Águas del L´Avar en 2014.
Perteneció al elenco del San Martín hasta 1991 con el que hizo giras por Brasil, Puerto Rico, Canadá, y, un poco más tarde, Italia y Eslovenia. Su formación actoral se completó en la Escuela de Teatro de Buenos Aires dirigida por Raúl Serrano.
En su vocación titiritera confluyen no sólo su condición actor teatral, sino también su vocación por la actuación callejera que ejerció en diversos espacios públicos.
A pesar de haber formado parte de un elenco estable, siguió también la tradición trashumante. Sus espectáculos con una lengua inventada como él mismo declaró, le permitieron traspasar las fronteras de su idioma y visitar tres veces China, donde conquistó al público con una historia muy argentina: la de un cartonero.
Durante 17 años vivió en Brasil, desde donde se desplazó a diferentes países del mundo, ya sea para presentar sus espectáculos o para participar de los festivales más importantes del género titiritesco. En una trayectoria artística de 35 años presentó unos 17 espectáculos diferentes y participó de unos 50 festivales internacionales.
En 1995 fundó la compañía Museo Viajero junto a Raquel Prestigiacomo y Fabián Ucello El grupo se gestó con la idea de combinar investigación histórica, teatro y humor. Con esa intención inauguróun género propio, la comedia histórica. Héctor recataba la trayectoria de 22 años del grupo como una experiencia teatral inolvidable.
Como titiritero eligió la técnica de mesa con manipulación directa prescindiendo del retablo tradicional. Entre sus múltiples propuestas titiritescas figura la versión libre de La trágica historia del Doctor Fausto de Marlowe que escribió y dirigió y que fue interpretada por el grupo de titiriteros del Teatro San Martín. La encrucijada del Doctor Fausto dijo Héctor en oportunidad de su estreno- es la del hombre occidental. El hombre del siglo XXI sigue preso de aquella misma obsesión: hacer florecer la primavera en pleno invierno. Gasta millones de elixires para recuperar la juventud y virilidad perdidas. De una manera u otra, todos acabamos transformándonos en un Fausto radical.
La muerte de Héctor López Girondo a es una ausencia dolorosa para sus seres queridos y para el arte milenario de los muñecos.