La vicepresidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Mercedes Colás de Meroño, a quien sus compañeras llamaban Porota, murió hoy a los 95 años en su casa particular en el barrio porteño de Villa Devoto. Su única hija, Alicia Meroño, había sido secuestrada y desaparecida por la dictadura el 5 de enero de 1978 en una vivienda de la calle Benito Juárez, también de Devoto, cuando tenía 31 años.
Cuando hablaba de su hija, Porota solía decir que la había llamado Alicia porque ese nombre, al pronunciarlo, obligaba a sonreír: «Mirá, probá, A-li-cia», contó más de una vez en un reportaje.
La vicepresidenta de Asociación Madres de Plaza de Mayo había nacido en Argentina en 1925 pero emigró a España en 1931, con su padre, su madre y su hermano: su padre, José María Colás, era albañil y anarquista.
Durante la Guerra Civil española, José fue fusilado por grupos fascistas en el pueblo de Lodosa, Navarra. Después del fusilamiento, Colás de Meroño, por entonces una niña de 11 años, fue rapada a la fuerza en escarmiento por ser la hija de un «fusilado por rojo». «Lo fusilaron un jueves a las tres y media de la tarde», relataría ella muchos años después, ya convertida en una Madre de Plaza de Mayo.
Tras el asesinato de su padre, Porota regresó a la Argentina junto a su madre y su hermano, y años después, a sus 14, se puso de novia con Francisco Meroño, trabajador textil en la empresa Grafa, con quien luego se casaría y tendría una hija: Alicia.
Como vicepresidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo mantuvo reuniones, junto a sus compañeras, entre ellas Hebe de Bonafini, con líderes mundiales como Fidel Castro, Yasser Arafat, el subcomandante Marcos en plena selva de Chiapas, Luiz Inácio Lula Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa y Hugo Chávez, entre muchos otros.
Porota solía definirse como anarquista, ideario que casi sin darse cuenta asimiló de su padre. Una vez contó que la primera vez que fue a la Plaza de Mayo, para sumarse a las protestas de las mujeres que reclamaban por la aparición de sus hijos, compró «un pañuelo de los que se usan para bailar», se lo puso en la cabeza y se sentó en un banco. Entonces, relató, se acercó una mujer que participaba de la manifestación y le preguntó: «¿A vos quién te falta?»
«‘Yo lloraba y le contesté mi hija’ y ella me dijo ‘acá no se viene a llorar, se viene a luchar, así que levántate y vamos'», recordó Porota. «Nunca más la vi ni supe quién era», reveló sobre aquella mujer que la arengó a sumarse a la lucha colectiva de las Madres de Plaza de Mayo.