«Les deseo felices fiestas y nos vemos el año que viene, si es que todavía estamos», fue el particular brindis que realizó un gerente del Correo Argentino con los trabajadores, a fines de 2016. Los rumores de despidos masivos suenan desde hace tiempo. Sin embargo, cobraron mucha más fuerza en la previa de las PASO. Se especulaba con un desguace para después de las elecciones de octubre. Pero el gobierno entendió al resultado de las PASO como un espaldarazo. Esto, sumado a las irregularidades y denuncias que hubo por el manejo en las elecciones, hizo que se adelanten los tiempos. Así, según pudo saber Tiempo, hay 3000 telegramas de despidos listos para ser enviados.
La mayor parte de esos 3000 telegramas son para trabajadores que viven el Conurbano y gran parte de ellos están radicados en La Matanza y en Avellaneda.
La excusa es la misma de siempre: los supuestos ñoquis. Desde el gobierno dicen que el kirchnerismo infló demasiado los puestos de trabajo y por eso deben bajar la cantidad de empleados. Sin embargo, cuando el Grupo Macri dejó el Correo, en 2003, había 14 mil empleados y en la actualidad suman 17 mil. El gobierno de Cambiemos pretende echar a 4000 de ellos. Al mismo tiempo, ha trascendido públicamente que si finalmente se ejecuta la quiebra de OCA, unos 4000 operarios de esa firma pasarían a trabajar en el Correo Argentino.
Los dirigentes sindicales de más antigüedad dentro de la empresa aseguran que «será igual que los 90. Van a arrancar por los retiros voluntarios y por la gente de comunicación interna. En total, serán cerca de mil. Después, irán por el resto», aseguran. Los empleados de mayor antigüedad son los de mayor riesgo. En los ’90, vieron cómo eran echados quienes estaban cerca de jubilarse. Ahora, ven cómo el esquema se repite, cuando llaman de a uno a los más experimentados para pasar por Recursos Humanos. «Son los empleados más caros y suelen tener mejores condiciones laborales. Lo triste es que difícilmente esa gente pueda encontrar otro trabajo», dicen los referentes. Otro sector vulnerable es el de los contratados por agencia.
La administración macrista ya colocó una nueva cúpula en el Correo. La cabeza es Gustavo Papini (trabajó para el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, en el fondo Pegasus), Antonio Cao, Jorge Calone y Natan Teubas. En 2014, Papini fue gerente financiero de Patricio Farcuh, del Grupo Rhuo, que se había quedado con el manejo de OCA hasta dejarla al borde de la quiebra.
El único de la vieja cúpula que seguirá en funciones es Jorge Irigoin, quien estuvo al mando de la empresa en los ’90. En síntesis, el Correo quedó en manos de quienes lo fundieron en los ’90 y de quienes fundieron OCA, recientemente.
Un párrafo aparte merece el actual ministro de Modernización, Andrés Ibarra, quien fue director titular del Correo Argentino en los ’90, hasta 2003. Ibarra recibirá mañana a los líderes de los cuatro sindicatos del Correo.
La llegada de los nuevos funcionarios también tiene que ver con el desprolijo manejo de los fondos destinados al proceso electoral. Desde el propio Correo admiten que habría un faltante de 16 millones de pesos que los actuales directivos no podrían justificar. La idea, entonces, fue acelerar el cambio para evitar un posible escándalo. Claro que los actuales funcionarios no quieren dejar sus cargos sin que les aseguren que no se verán comprometidos con futuras auditorías.
En uno de los gremios temen también que los despidos estén relacionados con las elecciones de octubre, de manera directa. «Rolando Visconti es el histórico gerente general electoral, a quien dejarán en el cargo, pero de manera casi testimonial. Tienen toda la intención de acomodar la elección y para eso ponen a su gente», vaticinó un empleado que habló con Tiempo.
En los pasillos del correo oficial advierten que Quintana aprovechará la bandera de «la modernizacion del Correo» para «vaciarlo». El plan, según afirmaron los trabajadores, además de los despidos, apunta a quitarle al Correo la entrega de encomiendas y el comercio electrónico y culminaría con una sociedad mixta al estilo DHL en Alemania, ya que bajo esa fórmula no se pagaría el costo político de una privatización total y tampoco se requeriría el aval del Congreso.
La Asociación Argentina de Trabajadores de la Comunicación (Aatrac), la Federación de Obreros Empleados de Correos y Telecomunicaciones (Foecyt), la Federación de Obreros y Empleados del Correo Oficial y Privados (Foecop) y la Federación de Empleados Jerárquicos y Profesionales del Correo (Fejeproc), se declararon a inicios de la semana pasada en estado de alerta y movilización. Este lunes, se sentarán con Ibarra. Desde los gremios anticipan que la reunión será dura y no arrojará saldo positivo. «
Tras la salida de Darré: a dónde va YPF
En la semana que pasó YPF, la principal empresa del país, echó a su CEO, modificó su estructura de decisión y resolvió la venta de Metrogas, una de las principales fuentes de ingreso de la megaempresa.
La explicación de la empresa fue que Darré renunció por «motivos personales». Al salir de escena y constituirse un comité de conducción compuesto por seis vicepresidentes, el presidente de la firma, Miguel Gutiérrez, asume como el máximo responsable ejecutivo. El doble comando que inauguró el macrismo en YPF se demostró poco práctico.
Pero el problema de YPF no es sólo su organigrama, sino al servicio de qué política está. Los balances de la firma muestran un retroceso en la producción, la inversión y los resultados económicos, todo ello sazonado por una elevada deuda en dólares. La restricción financiera hace que la empresa firme contratos de asociación con corporaciones del exterior que ponen capital a cambio de obtener una parte de la producción de Vaca Muerta, en el camino del que selló con Chevron en 2013.
La perspectiva de YPF sin Metrogas es de una mayor pérdida de ingresos inmediatos, difíciles de reemplazar.