Días después de que Milagro Sala fue trasladada desde la localidad de El Carmen a su casa en el barrio de Cuyaya para cumplir prisión domiciliaria, Tiempo concertó con la referente de la Tupac Amaru una entrevista en su domicilio.
A pesar de que el Código Procesal Penal prohíbe que fuerzas de seguridad custodien a las personas detenidas bajo esta modalidad, en la esquina de la cuadra donde vive Sala hay un retén policial con cinco efectivos que detienen automóviles, una patrulla en moto pasa tres veces en un lapso menor a diez minutos y una decena de policías de civil están apostados en el frente de la vivienda de la líder social.
Según las nuevas condiciones impuestas por el juez Pullen Llermanos, no deberían existir inconvenientes para ingresar al domicilio, pero una vez que el enviado de este medio se acerca al timbre es interceptado por los efectivos que custodian las 24 horas del día, los siete días de la semana, la casa. Lo frenan, se genera una tensión, le piden su nombre, apellido, dirección, profesión y comienzan un largo festival de supuestas comunicaciones con un juzgado, que nunca contestará, a través de la radio policial. Durante más de media hora bloquean el ingreso de este cronista, hasta que Laura, una militante que acompaña a Milagro, sale del domicilio para hacer compras y se entera de la obstrucción.
Pocos minutos después, los efectivos se comunican con la diputada del Parlasur que habilita el ingreso. Milagro invita a subir a la planta superior. Mientras prepara mate, advierte: «Presentarse como periodista en una provincia militarizada es lo peor que podés hacer, por eso no te querían dejar pasar, acá tenés que desconfiar hasta de tu propia sombra».
En las paredes hay cuadros de Evita, imágenes de la Juventud Peronista y referencias a los pueblos originarios. Sala invita a salir a un balcón y se suma a la mesa Raúl Noro, su marido, quien fue un gran sostén durante los días en que se encontraba presa en el Penal de Alto Comedero, donde la Comisión Interamericana de Derechos Humanos consideró que su vida corría riesgo.
Milagro se siente mucho más cómoda en su casa, se la ve fuerte, entera. Las restricciones de visita se disminuyeron y eso le permite intensificar la actividad política: «Ayer me junté con un grupo de jóvenes de Unidad Ciudadana, me contaron que hicieron un encuentro con universitarios. Pero Unidad Ciudadana no es sólo eso, así que ya estamos armando un plenario con todos los sectores», cuenta entusiasmada.
La charla comienza con el escenario electoral y su decisión de competir en las elecciones como candidata a gobernadora de Jujuy: «Yo quiero ser gobernadora para revertir la situación de la provincia. En tres años ya se pidieron cinco adelantos de coparticipación y a la vez se puso esos fondos como garantía de deuda con bancos internacionales. Jujuy depende de la coparticipación en un 95 por ciento. Las empresas mineras no están pagando impuestos, el petróleo tampoco, los ingenios tampoco. Los grandes empresarios se llevan nuestras riquezas y no dejan nada. Por todo esto quiero ser gobernadora», asegura.
Desde la asunción de Cambiemos se ve envuelta en una intensa batalla judicial, pero hace unos días obtuvo una victoria: fue absuelta en la causa denominada «balacera de Azopardo». Se siente aliviada por eso y relata la reacción de Morales, «se puso loco, el metió un montón de jueces y fiscales y después se indignó con el fallo de su propia Justicia, los criticó en redes sociales y el Colegio de Magistrados sacó una solicitada en los diarios de Jujuy, advirtiéndole al Poder Ejecutivo que no se meta con el Judicial».
No hay feria ni descanso para Milagro Sala, porque en paralelo continúa la causa conocida como Pibes Villeros, cuya sentencia está prevista para este lunes: «Ellos dicen que las cooperativas eran abstractas porque hacíamos cuadrillas, pero estas se unían para avanzar en pintura, construcción y el resto de las actividades, para que la obra vaya más rápido. Cuando avanzábamos, cobrábamos y podíamos dar trabajo a más compañeros. Eso no lo entienden ellos. No entienden que puede haber gente honesta, que teníamos la intención de que más compañeros puedan llevar el pan a la casa», sostiene respecto del expediente en el que está acusada de desviar fondos públicos. Y agrega: «Para ellos los pobres no pueden progresar, no se pueden comprar un auto porque ya dicen que es plata de la Tupac, los compañeros no podían andar bien vestidos porque los acusaban de narcos, pero los hijos de los funcionarios viven cambiando vehículos y nadie se pregunta nada».
El próximo miércoles se cumplen tres años de su detención, a la que le encuentra un solo motivo: «Estoy presa por Blaquier y los grandes empresarios, a ellos no les conviene que yo salga. Gerardo Morales cumple los mandatos del poder», casi mordiéndose los labios, continúa: «Cuando yo estaba en la calle peleábamos para que los jubilados tengan sus medicamentos, para que no suban las tarifas o el transporte bruscamente, la gente ahora paga mudita, putea por debajo de la mesa pero paga».
Sigue el diálogo, Raúl Noro lamenta el abandono de todas las obras que la Tupac había llevado adelante en Jujuy: «En lugar de mantener y mejorar lo hecho, destruyen, es simplemente odio. Cerraron centros de salud, escuelas. Han vuelto enfermedades que creíamos erradicadas, como la tuberculosis…». De pronto llega un mensaje al teléfono celular de Milagro e interrumpe: «¡Catorce de mayo!, Morales quiere adelantar las elecciones». Se acerca al grabador, lanza una carcajada y en tono irónico se pregunta: «¿Qué clase de aliado es del presidente?».
Habla con especial énfasis cuando se refiere al líder radical: «Adelanta las elecciones por miedo, en 2015 ganó 60 a 40, eso ahora es exactamente al revés y Macri es un salvavidas de plomo. Ahora se va a abrir la grieta de Macri con Morales, que tanto lo defendía y ahora lo escupe».
Retoma el relato sobre el abandono de las obras de la Tupac y subraya: «En esta época del año teníamos a todos los niños en las piletas, 28 piletas hicimos. En el gobierno de Macri y de Morales están en la caña, trabajando en los campos». También cuenta con indignación que se llevaron tomógrafos, máquinas que eran parte de las fábricas de las cooperativas y otros instrumentos para fines privados, Noro interviene: «Si quieren ver dónde está la plata que vayan a ver todas las obras que hicimos». Sala retruca, «ahí están los bolsos que dicen que me robé».
Jujuy fue una de las provincias más afectadas por la crisis económica. Según el último informe del Indec, en el primer trimestre de 2018 se registró 30,3% de pobreza, frente el 24,2% que se había constatado en el segundo semestre del 2017. «Es impresionante la cantidad de niños que duermen en la calle, de padres y madres que no pueden llevar el pan a sus casas. Hace tres años había 20 mil cooperativistas trabajando, hoy sólo hay esclavos trabajando por un plan. Las tarifas han subido tanto que lo que ganan no alcanza ni para comer, porque va directo a pagar los servicios», afirma, y denuncia que la entrega de planes es selectiva, «a los opositores de Morales no les dan nada».
Sobre las tareas que tienen que cumplir quienes reciben los planes, denuncia que «los mandan a desyuyar, a limpiar las viviendas de funcionarios, a que les hagan los asados o cuidar las casa de campo».
Hay una breve interrupción, desde el balcón observa las viviendas cercanas. Cuyaya es un barrio de trabajadores, casas bajas y poco ruido. Hace 20 años que vive ahí. Llega una de las hijas de Noro y salen a dar un paseo. Milagro está especialmente preocupada por la salud de su marido, a quien le detectaron un agravamiento de su salud en los últimos días, «está muy afectado con toda la persecución que estamos sufriendo», dice.
Recibe un llamado, dos compañeras de Milagro y sus hijos, se suman al almuerzo. Trabaja a todo ritmo junto a la militante que colaboró con el ingreso de Tiempo. Prende el horno, cubre de sal las fuentes, pone la carne a una velocidad impresionante. Está acostumbrada a cocinar para muchos, cuenta, en la familia y en la organización política.
Cuando todo está en marcha continúa con la limpieza, abre ventanas, repasa los muebles con un trapo, acomoda utensilios. La casa está deshabitada hace más de dos años y Sala no soporta ver las cosas sucias, el fanatismo viene de familia, desliza.
Mientras continúa las actividades, relata sus primeros pasos en la política, «desde los 16 años milito en la Juventud Peronista, trabajaba en las universidades, los barrios, la escuelas. Me tocó vivir la época de los ’90, las presidencias de Menem y De la Rúa, no había trabajo y nos cagábamos de hambre. Los empresarios dejaron un desastre, los compañeros que estaban en la calle no tenían qué comer. Nosotros nos hicimos cargo de esa mochila fuerte y de ahí nació la Tupac. Los que hoy nos acusan de corruptos; algunos jueces y fiscales, estaban abajo de la cama viendo cómo se salvaban. Morales era viceministro de Desarrollo Social y se robó la plata de los pueblos originarios».
Llegan las visitas. Suena cumbia en los parlantes. Juega con los chicos, que traen dos pistolas de agua, la mojan, se la ve rejuvenecida. La comida está lista, la mesa está puesta, recién ahora Milagro toma asiento en la cabecera y avanza sobre las elecciones de este año: «La oposición hoy en día es mayoritaria, pero está fragmentada. El adelantamiento perjudica que se puedan dar las discusiones que faltan, es trabajoso el camino de la unidad. Pero Morales está débil, por eso salió a decir que es un peligro para la provincia que yo sea candidata a gobernadora».
Se le dibuja una sonrisa en la cara, es porque está hablando de Cristina Kirchner: «Yo creo que va a ser candidata y que si se presenta le va a ir muy bien, acá mide alto en las encuestas». Tampoco oculta su devoción por Evo Morales: «Bolivia era el país más pobre, hoy es el que más crece de la región y está libre de deudas y lo gobierna un indio. Los bolivianos que habían venido a la provincia en busca de trabajo se están volviendo. A Evo lo necesitamos para toda Latinoamérica».
Todos colaboran para levantar la mesa. Sala se sueña gobernadora y cuenta lo que le gustaría hacer: «Quisiera equiparar las clases: que los que no tienen salud gratuita, tengan salud gratuita, que haya educación para todos, que los que no se pueden ir de vacaciones, se vayan de vacaciones. Reflotar Jujuy, que es una provincia rica, pero no se la sabe explotar. Jujuy tiene turismo que podría ser aprovechado por los propios pueblos originarios, tiene petróleo, minería, tabaco. No hace falta vivir de otros ni endeudarse, eso es negocio para unos pocos y los demás se cagan de hambre». «
Piletazo en el Obelisco
El miércoles 16 de enero se cumplen tres años de la detención de Milagro Sala. Organizaciones políticas, sociales y de Derechos Humanos, junto al Comité por la libertad de Milagro Sala, llevará adelante un «piletazo» en el Obelisco. La concentración tiene cita a las 14 horas en la intersección de las avenidas, Belgrano y 9 de Julio, desde allí marcharán al punto neurálgico de la Capital Federal.
«No se trata de procesos judiciales, se trata de una revancha política contra la felicidad de un Pueblo. Se trata de condenar la organización popular y su capacidad de torcer la historia. Milagro Sala es una agenda cargada de futuro, para fortalecer la organización popular, para generar trabajo cooperativo y para construir un millón de viviendas populares en la Argentina», consigna la invitación.
La líder social había sido encarcelada en 2016 luego de realizar un acampe para reclamar la continuidad laboral de miles cooperativistas, bajo la acusación de «ocupación del espacio público, alteración del orden y obstrucción del tránsito vehicular y peatonal».