Durante la gestión anterior empezamos un camino que tendía a la escuela secundaria como obligatoria, por supuesto que el efecto no es inmediato, obligaba a invertir en forma permanente y sostenida. La construcción de aulas y escuelas secundarias, hoy prácticamente proceso detenido en el tiempo, las nuevas Universidades para acercar la educación superior a nuestros jóvenes, eran los escalones necesarios para el camino emprendido. El Progresar, hoy desmantelado, sin duda era un complemento importante, pero además crecía año tras año la inversión en el área educativa, con la convicción que, igualando las condiciones, muchos jóvenes hijos de trabajadores y trabajadoras, puedan ser los primeros profesionales en sus familias.
Si la gobernadora recorriera las Universidades públicas nuevas del conurbano podría entender estas palabras, claro que sus convicciones, van en sentido diferente, con afirmaciones que muestran no sólo desconocimiento sino prejuicios de una clase a la cual responde aunque no pertenezca en su origen.
Hay que escuchar los testimonios de miles de jóvenes que asisten a las Universidades Públicas del conurbano para darse cuenta del cinismo de algunos funcionarios del actual gobierno, que pretenden naturalizar discursos que son contrarios a la razón. Cómo no darse cuenta sino que el aumento del costo de vida, esencialmente de las tarifas de servicios públicos y los alimentos provoca en los sectores populares un enorme retroceso en sus condiciones de vida, lo que obliga a la búsqueda de nuevos ingresos de los miembros del hogar. Y sin duda eso es uno de los motivos del abandono de los jóvenes al sistema educativo, cada vez incluso desde una edad más temprana.
La comida asegurada, el transporte público barato, los salarios que le ganaban a la inflación no permitiendo la baja del poder adquisitivo, y un Programa como el Progresar eran sin duda una acción integral que nos permitía soñar en el mediano plazo con otro país.
¿Alguien puede dudar en este siglo XXI que la educación es central en el proceso de desarrollo de un país? ¿Cómo alguien puede afirmar que la Gendarmería tiene más reconocimiento en la opinión pública que la educación? ¿Cómo alguien puede hablar de un servicio voluntario en valores en este tiempo? Ni siquiera vale la pena entrar en el debate por ejemplo del significado de los valores del presente, ni mencionar el dislate de encomendar a una fuerza de seguridad, que es la que ejerce el monopolio legítimo de la violencia, el destino de jóvenes de 16 a 20 años.
Basta de disparates, basta de bombas de humo electoral para que hablemos de otras cosas, hay que invertir en educación pública. El conurbano no es lo oscuro como afirma el candidato a vicepresidente Miguel Pichetto, es una tierra que sufrió en el devenir histórico los permanentes programas de ajuste a nuestro pueblo, pero mantiene la esperanza en un porvenir distinto, un porvenir posible si somos capaces de dar vuelta la página y seguir en el camino de más inversión educativa.