Se veía venir, pero no por eso deja de provocar un efecto político mucho más allá inclusive de la capital cordobesa. El justicialista Martín Llaryora se convirtió en el nuevo intendente de la ciudad, tras imponerse por una holgada diferencia al candidato del gobierno nacional, Luis Juez, y a Rodrigo De Loredo, yerno del ministro de Defensa nacional, Oscar Aguad, y hombre fuerte de Ramón Mestre, quien dejará de ser jefe comunal del distrito en diciembre próximo.
Con el 99,2% de los votos escrutados, el candidato peronista logró el 36,9% mientras que Juez obtuvo el 19,9% y De Loredo un 17,7%.
A la hora de los discursos, la euforia de Llaryora contrastó con el silencio de sus adversarios. Mientras el ganador evocaba a José Manuel De la Sota, y agradecía el trabajo de sus compañeros de lista y de sus militantes, tanto Juez como De Loredo no se mostraron en público y se quejaban de la manera en que fueron difundidos los datos oficiales de la votación.
Los festejos contrastaron con la lentitud en la carga de datos que en los diferentes espacios políticos atribuyeron al sistema de Boleta Única de Sufragio (BUS).
«Un niño pequeño le preguntó a su abuelo qué es rendirse, qué es bajar los brazos. Él le respondió, ‘no sé querido, yo siempre fui justicialista'», dijo Llaryola, mientras sonaba cuarteto en el lugar del festejo justicialista.
Mientras tanto, la derrota empezaba a repercutir en la Casa Rosada. Nadie duda que las consecuencias de esta elección perdida en la segunda provincia más importante del país, donde Macri obtuvo el 75% de los votos en el balotaje de 2015 frente a Scioli, será el centro de la discusión de la Convención Radical de fines de mayo, donde el partido deberá reivindicar – o no – su pertenencia a la alianza de gobierno de cara a las presidenciales.