Una multitud participó de la misa central por la celebración de San Cayetano, encabezada por el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, quien aseguró que el acta de la Independencia, firmada en Tucumán hace 200 años, sólo alcanzará su plena vigencia cuando la familia más postergada tenga una casa digna, donde no falte trabajo digno y honrado para los padres y donde no falte la asistencia de la salud y la educación.
Varios miles de personas lo escucharon, mientras sostenían en alto el tradicional ramo de siete espigas, con la estampita de San Cayetano en su centro y siete pequeños panes, principal símbolo devocional del patrono del trabajo. Poli afirmó que los próceres de la Independencia fueron los primeros samaritanos de la patria y el ideal que guió sus pasos está todavía muy lejos de haberse alcanzado.
Durante la homilía de la misa al aire libre celebrada frente a la Iglesia del Santo Patrono del trabajo, ubicada en el barrio porteño de Liniers, monseñor Poli, además, leyó la carta enviada especialmente por el Papa Francisco con motivo de esta celebración, en la que el obispo de Roma llamó la atención sobre los «índices de desocupación significativamente altos» en el país.
Francisco aclaró que una cosa es tener pan para comer en casa y otra llevarlo a casa como fruto del trabajo, y sólo esto último es lo que confiere dignidad, por eso cuando pedimos trabajo estamos pidiendo sentir dignidad. Tras leer las palabras de su antecesor en el cargo, Poli hizo una advertencia a los referentes políticos y sociales que viajan a Roma para entrevistarse o saludar al Papa. Ustedes saben, no se confundan: una foto o un encuentro con el Papa Francisco no te hace ni vocero, ni su amigo, ni su misionero, si no practicamos estos mandamientos de la compasión y de la misericordia con el otro, que no es un enemigo, sino mi hermano, mi semejante, mi prójimo, dijo.
Mientras tanto, una interminable fila de fieles de más de doce cuadras, que se iniciaba en el Polideportivo del Club Vélez Sarfield y terminaba a las puertas del santuario, aguardaba pacientemente para ingresar, en una jornada de sol pleno y cielo despejado.