Fernando Iglesias es un político y legislador mediocre con talento para el show de la política procaz. Petulante y pendenciero, pasea su destreza para irritar contertulios en redes sociales y canales de tevé. A fuerza de agresiones y golpes bajos se ganó una banca en la Cámara de Diputados por Cambiemos, el último espacio que conchabó sus servicios de bravucón.
La última víctima de la ira de Iglesias fue Juan Carr, una de las caras visibles de la Red Solidaria que en estos días trabaja día y noche para evitar que las personas se mueran de frío en las calles. “Por si alguna duda quedaba de que era una opereta kirchnerista, se encarga de despejarla el canalla de Jorge Rial” tuiteó el legislador, en relación a un comentario del animador que había tildado como una “vergüenza” que los indigentes debieran ser asistidos por un club de fútbol en lugar del gobierno de la Ciudad.
Iglesias resumió en su bravata expresiones que trolls y aficionados macristas viralizaron desde que se supo que la Red Solidaria haría una actividad en River para cobijar a personas en situación de calle durante la noche más fría del año. El ataque a Juan Carr, sin embargo, rompió el barómetro del ridículo: ¿A cuál de los muchos genios del marketing que tiene el gobierno se le ocurrió que era una buena idea atacar a una ONG reconocida entre los argentinos -simpatizantes macristas incluidos- por su pertinaz tarea social?
Obediente, Iglesias inflamó la campaña viral con toques de propia cosecha. “(Indigentes) Hay. Pero no porque falten refugios ni personal a cargo. Donde sí pasa eso, y mucho, es en La Matanza, Lomas, Avellaneda. Es por ahí, muchachos» escribió en su cuenta de twitter, en respuesta a un usuario que le preguntó si negaba la existencia de personas en situación de calle. El diputado no pudo negar lo obvio -en la Ciudad más rica de la Argentina cada vez hay más personas en situación de calle-, pero buscó desviar la atención hacia latitudes gobernadas por intendentes peronistas. Mal de muchos, consuelo de tontos, dice el refrán. Lo de Iglesias, al fin y al cabo, pareció ser una confesión.
De todos modos, la anécdota del diputado debe ser tomada como lo que es: una escena menor protagonizada por un personaje secundario en el esquema del poder macrista. Lo que debe preocupar, en tal caso, es que figuras con responsabilidad institucional -como el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli- dijera que las personas viven en la calle porque “les gusta”. Fue una remake moderada de la afirmación que en 2017 hiciera el entonces secretario de Salud de Mar del Plata, también del PRO: “(A la gente en situación de calle) La dejamos en el hospital y vuelve, como un perrito, al lugar donde se siente cómoda».
Dos años más tarde, Santilli, al menos, evitó igualar a los indigentes con animales. Es un cambio.