El presidente Mauricio Macri trasladó sus negociaciones comerciales con Estados Unidos a Lima, sede de la Cumbre de las Américas, donde buscó exhibirse como uno de los principales aliados de Washington, especialmente con respecto a Venezuela, la principal obsesión de la Casa Blanca en América del Sur.
El alineamiento también incluyó el apoyo de la Cancillería al bombardeo que realizó Washington este viernes en Siria, un día antes de la llegada de los observadores internacionales de la ONU. El Palacio San Martín hizo un «llamamiento a la comunidad internacional para hacer esfuerzos que permitan preservar la paz y seguridad», pero a la vez condenó «el uso de armas químicas tal como ha ocurrido en los últimos días en Siria». El ambiguo mensaje ignoró que la administración Trump no respetó los compromisos internacionales, eludió al Consejo de Seguridad de la ONU y al Capitolio y dio por sentado que las armas químicas cuya existencia está en duda fueron utilizadas.
Tal como lo reclamó el embajador estadounidense ante la OEA, Carlos Trujillo, el mandatario argentino dedicó buena parte de su discurso a confirmar que Buenos Aires no reconocerá las elecciones presidenciales y legislativas que realizará Venezuela en mayo próximo. Argentina «va a desconocer cualquier elección que surja de un proceso de este tipo, eso no es una elección democrática», disparó el jefe del Estado para cerrar el principal punto que trabajan los 17 países americanos que integran el Grupo de Lima, creado especialmente, con el auspicio de Washington, para seguir la situación de Venezuela y coronar esas presiones en la cumbre que concluyó este sábado.
Rodeado de vicepresidentes, y horas después del ataque misilístico de Estados Unidos a Siria, Macri pidió «seguir trabajando juntos por una verdadera salida democrática y pacífica para Venezuela. Quiero expresar una vez más la preocupación por los millones de venezolanos que se han visto obligados a dejar su tierra, y por aquellos que diariamente sufren la carencia de alimentos y servicios sanitarios básicos. Teniendo en cuenta el tema que nos convoca, no hay duda de que el caso de Venezuela muestra el caso extremo de lo que puede llevar a una sociedad un proceso de corrupción descontrolado», disparó el líder de Cambiemos para cristalizar la presión sobre Caracas y deslegitimar las elecciones previstas el año próximo. Un alto funcionario consultado por este diario, confirmó que la Casa Rosada jugará un papel «mucho más activo» sobre Venezuela, pero remarcó el pedido de una salida «pacífica», en referencia al mensaje que había enviado Trump el año pasado, mediante su cuenta personal de Twitter, para anunciar que no había descartado el uso de una opción militar contra Venezuela. La amenaza velada marcó la gira que realizó el año pasado el vicepresidente norteamericano Michael Pence, que visitó Colombia, Argentina y Perú para inaugurar la agenda de visitas de la era Trump, pero sólo recibió la preocupación y el rechazo de sus anfitriones sobre el escenario bélico que, por ahora, azotó a Siria, en medio de una demostración de fuerza que fue el telón de fondo de una de las ediciones más deslucidas de este sistema de cumbres internacionales.
Además del mensaje, Macri también mantuvo reuniones bilaterales con el senador Marco Rubio, otro político republicano, oriundo del estado de La Florida, como el embajador Trujillo. La agenda de Rubio está concentrada en Venezuela y Cuba, al igual que Ileana Ros Lehtinen, representante del mismo distrito y principal impulsora de la llegada de Trujillo a la embajada ante la OEA. Macri se reunió luego con los presidentes de Canadá, Justin Trudeau, de Colombia, Juan Manuel Santos y de Panamá Juan Carlos Varela.
Lobby
Detrás de la agenda política sobre Venezuela, el gobierno argentino realizó una serie de movimientos de lobby sobre funcionarios norteamericanos para levantar las barreras arancelarias sobre acero, aluminio, biodiésel y también limones, cuyo ingreso ya fue aceptado el año pasado. En dos áreas de la Cancillería y de la Casa Rosada confirmaron a este medio que hasta el momento no ha sido despachado un solo limón a Estados Unidos desde que Washington decidió eludir el pedido de los farmers locales para cerrar el ingreso de los cítricos criollos, especialmente tucumanos. «Recién llegarán en mayo al mercado estadounidense, porque la cosecha comenzó hace pocos días», confió el funcionario, aunque el permiso del Departamento de Agricultura tiene vigencia desde agosto pasado.
En el minué de gestos comerciales que giraron en torno a la troika de Lima, la Cancillería le informó al Departamento de Estado este viernes que Argentina aceptará la importación de carne de cerdo estadounidense, tal como lo había pedido Pence en su última visita de agosto, cuando anunció la apertura para los limones argentinos. En el minué de gestos comerciales que giraron en torno a la troika de Lima, la Cancillería le informó al Departamento de Estado este viernes que Argentina aceptará la importación de carne de cerdo estadounidense, tal como lo había pedido Pence en su última visita de agosto, cuando anunció la apertura para los limones argentinos. El anuncio del permiso argentino para la importación de cerdo no lo anunció la administración de Cambiemos, sino la Casa Blanca, pocas horas antes de la reunión que mantuvo en Lima el ministro de Producción, Francisco Cabrera, con el secretario de Comercio Wilbur Ross. Los ejes de la cita fueron el pedido para que levanten en forma definitiva el aumento de los aranceles al acero y al aluminio argentinos, y destrabar el castigo fiscal al biodiesel criollo. Hubo señales positivas para los metales, pero en el caso del combustible, la negativa es irreversible y golpea duramente a los productores santafesinos y bonaerenses. En medio de esas negociaciones, el único paliativo concedido por Washington, es el reingreso de Argentina al Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), que beneficia la exportación de 500 productos regionales desde fines de marzo pasado, luego de una suspensión que regía desde 2012.
El nuevo eje para Argentina: seguridad regional por negocios
La presencia norteamericana en la Cumbre de las Américas estuvo en manos del vicepresidente Michael Pence, y contó con el estreno, a la distancia, del nuevo jefe del Departamento de Estado Mike Pompeo, que hasta hace un mes era el jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). La llegada de Pompeo para reemplazar a Rex Wayne Tillerson generó incógnitas sobre el futuro de la relación bilateral con Argentina. Hace un mes, en diálogo con este diario, el exasesor sobre América del Sur en el Consejo Nacional de Seguridad de Barack Obama y actual titular del Proyecto Argentina del Woodrow Wilson Center, Benjamin Gedan, anticipó que el enroque en el State Dept podría beneficiar a Macri. «Estados Unidos ve a Argentina como un socio importante en la lucha antiterrorista y antinarcóticos. Argentina es un socio útil en asuntos regionales, como la crisis en Venezuela. A largo plazo, el éxito de las reformas pro mercado del gobierno argentino ayudaría a promover esas ideas a nivel regional, lo que beneficiaría a las empresas estadounidenses y haría menos probable que los experimentos populistas resuciten. Bajo Tillerson, ninguno de estos aspectos de la relación supera las consideraciones económicas estrechas y de corto plazo en Washington. Veremos si esa dinámica cambia bajo Pompeo», opinó.
La cumbre de Lima parece darle la razón, aunque el faltazo de Trump aporta una dimensión de la importancia menor que tiene el continente para Washington. En los planes de EE UU la agenda en Argentina continuará con la llegada del nuevo embajador Edward Prado, un exjuez tejano, muy cercano a Trump que desembarcará dentro de un mes, luego de obtener la confirmación de su nominación por parte del Senado.