Una de las novedades que introdujo el PRO en la política argentina, en tanto su rol de nueva derecha, fue la relevancia que le dio a la comunicación de diseño. No es que el macrismo haya descubierto que una de las esencias de la política es la comunicación. Todos los partidos y dirigentes saben eso. Es el modo en que la abordó, inspirado en el marketing político estadounidense. En el PRO hay una gran obediencia a los resultados de los focus group y se creó un lenguaje. Esto se percibe con claridad cuando hablan el presidente y sus ministros. Todos utilizan el mismo tono, las mismas palabras y categorías. Son muy pocos los que desentonan de este discurso único. Había más diversidad de estilos en el kirchnerismo.
Esta introducción es para asentar la importancia que tiene para Mauricio Macri el humor de la opinión pública. A un año de haberse iniciado el gobierno de Cambiemos, es posible hacer un recorrido extenso sobre cómo evolucionó el humor social respecto de la gestión del presidente y por qué perdió el 30% del respaldo que tenía en diciembre pasado.
La consultora Dicen, dirigida por Hilario Moreno, ha medido todos los meses el apoyo a la gestión del Ejecutivo nacional. La consultora elaboró para Tiempo un recorrido anual (ver gráfico en la pág. 5) en el que es posible observar las decisiones que golpearon a Macri. ¿En qué momento comenzó a perder apoyo de su propia base electoral? ¿Cuál es el volumen de su núcleo duro? ¿En qué punto está el respaldo a la gestión hoy, cuando faltan pocas semanas para el inicio del año electoral?
El informe realizado por Hilario Moreno para este diario empieza hace un año, en diciembre de 2015. El presidente cumplió en ese momento con las únicas promesas de campaña que respetaría, las que beneficiaron a los sectores más poderosos de la economía. Fueron el levantamiento del control de cambios, llamado cepo, y la baja de retenciones para la mayoría de los exportadores de productos primarios, medida que luego se extendió a los industriales. En ese momento el oficialismo vivía su luna de miel. En nuestra medición el respaldo a la gestión estaba cómodamente por encima de 54 puntos y la imagen del presidente más arriba todavía, describió Moreno.
Pero la luna de miel, en política, al igual que en el matrimonio, dura poco. La devaluación, se sabe, disparó los precios. Y sobre esto vino, en febrero, la que sería la decisión más costosa, con sus propios votantes, para el presidente: el tarifazo. La primera gran caída en el apoyo se produjo cuando (Juan José) Arganguren (ministro de Energía) anunció las subas en los servicios públicos y también en el transporte, junto con los despidos en el Estado. El respaldo a la gestión cayó más de 10 puntos, incluyendo a muchos que reconocían haber votado a Macri en el balotaje.
La meseta
A partir de ese momento, el respaldo al gobierno ingresó en una suerte de meseta, cercana a los 40 puntos, con momentos por debajo. La siguiente caída, aunque menos fuerte, llegó entre fines de marzo y principios de abril. Fue cuando explotó el escándalo mundial de los Panamá Papers y se conoció la participación directa del presidente en varias compañías offshore, que básicamente se utilizan para guardar dinero no declarado. En esas mismas semanas se produjo el veto a la Ley Antidespidos, algo que también cayó mal en la sociedad, remarcó el director de Dicen.
Sin embargo, el punto crítico llegó entre junio y julio. Allí el tarifazo dejó de ser un anuncio y se volvió una realidad que se corporizaba cada vez que una persona entraba en su casa y se encontraba con la factura que le habían pasado por debajo de la puerta. Fue el peor momento del gobierno. Se produjeron los ruidazos contra los aumentos explicó Moreno. El apoyo a la gestión cayó 10 puntos más y llegó a un piso de 30 puntos, con más de 52 de rechazo, a solo seis meses de haber empezado.
Una mano de Lorenzetti
Es importante prestarles atención a dos fenómenos que produjeron en este momento que el gobierno cayera tanto en sus niveles de popularidad. Un primer punto es que apareció un núcleo duro, que ronda los 30 puntos que Cambiemos logró en las PASO de 2015. Según Moreno, ese sector está aglutinado más por ser antikirchnerista que macrista. De todos modos, aunque sea el rechazo al gobierno anterior, lo que los hilvana es un segmento de fuerte apoyo al oficialismo. Está dispuesto a esperar mucho más tiempo al presidente. Incluso puede coincidir con el diagnóstico de que el ajuste era inevitable o que antes se vivía una fantasía de consumo.
El otro elemento, que debería tomar muy en cuenta la oposición, ya que los errores políticos empiezan siempre por equivocar el análisis, es que el gobierno modificó un poco el rumbo. Mostró su lado pragmático.
Hay dos cosas que le permitieron remontar un poco ese pozo en el que estaba analizó el director de Dicen. Una fue que la Corte Suprema anuló el tarifazo y forzó una política más gradual. Esto enfrió el clima social. El otro elemento es que, como en un GPS, alguna voz dijo: recalculando. Hubo cierto giro. Macri se reunió con los sindicatos y les dio algo de la deuda del Estado con las obras sociales (el 8 de agosto); comenzó un diálogo más intenso con organizaciones sociales, que terminaría en la Ley de Emergencia. Hubo un corrimiento. Se dieron cuenta de que la situación se les estaba yendo de las manos y que no podían hacer el ajuste tal cual lo habían planeado.
Los últimos números de Dicen indican que el presidente remontó un poco el respaldo a su gestión. En la medición que cerró a fines de noviembre se acercó a los 38 puntos de aprobación, con un rechazo que rondó los 45.
Con este escenario termina el primer año del macrismo, con dos datos que no le permiten al oficialismo demasiado optimismo: las inversiones nunca llegaron; el mercado interno perdió capacidad de compra, el desempleo y la pobreza crecieron y se profundizó la recesión. «
La provincia vuelve a ser territorio árido para el PRO
Como si se tratara de un estigma inevitable, la provincia de Buenos Aires, principal distrito electoral del país, vuelve a ser el punto más complejo del presidente Mauricio Macri. La última encuesta de la consultora Dicen, a la que tuvo acceso exclusivo Tiempo, confirma que en territorio bonaerense la imagen del presidente está muy por debajo del nivel que tiene a escala nacional. Además, dentro de la provincia, el lugar más difícil para el macrismo es el Conurbano, donde vive alrededor del 25% del electorado nacional y en el que la ex presidenta Cristina Fernández conserva altos niveles de respaldo.
Los números globales de la encuestadora que dirige Hilario Moreno son los siguientes. La medición se cerró el pasado 30 de noviembre. A pesar de la mala impresión que la mayoría de la sociedad tiene sobre la gestión de Cambiemos, la imagen personal del presidente todavía se preserva a nivel nacional. Macri cuenta con una valoración positiva del 49%, frente a una negativa que ronda el 43. Está, podría decirse, en una suerte de empate.
La situación en la provincia de Buenos Aires, en cambio, es muy diferente. La imagen positiva de Macri llega a 40 puntos, mientras la negativa está en 49. Es decir que tiene más rechazo que respaldo.
Pero el punto más duro para el jefe de Estado se encuentra en el GBA, donde vive cerca del 25% del electorado a nivel nacional. Allí la buena valoración del presidente llega sólo 33% y las opiniones en contra se ubican en el 57, con un 10% que no sabe o no contesta.
Cabe recordar que aún en el balotaje de noviembre de 2015, cuando Cambiemos ganó la presidencia, en Provincia se impuso el Frente para la Victoria y, en el GBA, Daniel Scioli obtuvo 10 puntos más que su adversario.
En este escenario hay un elemento para destacar. La gobernadora María Eugenia Vidal no se contagia del rechazo de su jefe político. La mandataria provincial preserva alrededor de 58 por ciento de imagen positiva entre los bonaerenses. Ella es la gran apuesta del PRO para repuntar en el principal distrito del país el año que viene.