El acto del “Sí se puede” le dio un poco de aire a Macri y si bien la “marcha del millón” fue solamente un título, los miles o cientos de miles de personas que llegaron hasta el centro de la Ciudad obligan a parte del macrismo a recalcular sus planes futuros. “Nada está definido hasta después de la elección”, dijeron desde el peñismo.
Cambiemos volvió al Obelisco, que años atrás fue el epicentro de los cacerolazos. Esas manifestaciones fueron el germen de la coalición gobernante, pero ninguna tuvo la masividad de la marcha de ayer. Desde el PRO habían anticipado a Tiempo que sería el acto más multitudinario de la historia del macrismo y lo fue.
“El 12 de agosto parecía que Macri estaba muerto, pero todo lo que pasó con las marchas cambia el escenario, ¿por qué se va a ir a la casa con 9 millones de votos?”, se preguntó un funcionario porteño que responde a Larreta. El alcalde porteño busca heredar el liderazgo de Macri, claro que para eso antes deberá repetir el triunfo de las primarias, algo que no parece tan sencillo como lo era dos meses atrás.
El alcalde capitalino negoció una tregua con Marcos Peña que durará al menos hasta las elecciones generales. El jefe de gabinete cedió una eventual presidencia del partido a cambio de que algunos de sus protegidos puedan resguardarse en la Ciudad los próximos años, pero ahora nadie se anima a retirar a Macri del escenario político y algunos comparan su situación con la de Cristina Kirchner en 2015.
En el discurso de Macri no hubo alusión alguna a su ex jefe de gabinete que participó del acto ayer. El Presidente tampoco mencionó a María Eugenia Vidal, ni siquiera cuando el público coreó su apellido. “Ustedes saben lo que vale”, se limitó a decir el mandatario sin nombrar a la gobernadora que en los últimos meses mantiene una tirante relación con Peña.
El oficialismo intentó transmitir que la movilización de ayer fue espontánea, de abajo hacia arriba y que desde Juntos por el Cambio simplemente se subieron a una ola que comenzó en las redes y se corporizó en “La marcha del millón”. Algunas figuras cambiemitas como Juan José Campanella difundieron el acto, motorizado desde las redes sociales y el gobierno hizo el resto.
“Ustedes crearon la marcha del Sí se pude, el 24 de agosto cuando salieron a la calle para decirme que no estaba solo”, le dijo Macri a sus fanáticos. Había comenzado el discurso con la mímica de un abrazo destinado a la concurrencia.
“Hay gato para rato”, “Macri confío”, “Kirchnerismo = comunismo= dictadura” o “El gato tiene aún 9 vidas” fueron algunos de las pancartas que llevaron los asistentes. “No hay tantas pantallas como dijeron”, se quejó un hombre del público. “No te vas a meter ahí, la gente sale descompuesta”, comentó una mujer a su compañero que intentaba sin demasiado éxito acercarse al escenario. Los apretujones crisparon al público, especialmente a los adultos mayores, uno de los principales sostenes electorales de Cambiemos.
Aunque en los alrededores de la 9 de Julio se vieron los clásicos micros escolares naranjas, “Vinimos con la Sube” fue una de las consignas que cantó la concurrencia. “Se da vuelta” fue otra de las consignas de la tarde. Algunos se sorprendieron al ver los carteles publicitarios de la 9 de Julio devolvían imágenes de Axel Kicillof o del propio Alberto Fernández, pero se lo tomaron con humor.
“Salimos en la tele, si vuelve la loca estamos escrachados. No me importa, yo me hago yihadista si hace falta”, comentaba un hombre a su esposa después de que lo enfocaran las cámaras. “Quiero un país libre con democracia verdadera. Veo el país mejor que hace cuatro años”, le dijo a Tiempo Fernando Gambola de San Miguel.
Muy cerca suyo, Liliana ponderó el “cambio de valores” que para ella significó el gobierno de Macri. “Es un cambio de paradigma, pero si pierde volvemos atrás”, completó la mujer de 60 años.
«Los mansos salimos a la calle», repitió varias veces el titular del sistema de medios públicos Hernán Lombardi, que volvió a animar el acto tal como sucedió en otras ciudades del país. El ex funcionario delarruista es uno de los cerebros de la gira de Macri. En varios de los encuentros, dónde ofició de maestro de ceremonias los movimientos de su oronda humanidad sirvieron para arengar a los militantes.
Pero no solo motivó a las multitudes. Con un mensaje de WhatsApp que circuló en el gabinete macrista tras las Paso, Lombardi se volvió uno de los más activos propaladores del «sí se puede». Aseguró que el peronismo quería ver al gobierno salir «vomitando sangre» y que era necesario resistir. Eso hizo que recuperara algo de la confianza perdida por Peña.
Más allá de las arengas, la campaña oficialista parece haber entrado en un terreno errático. En las últimas semanas Macri salió a la caza del electorado más conservador y un año después de habilitar el debate por el aborto en el Congreso, «el feminista menos pensado» se pronunció cada vez que pudo en contra de la interrupción legal del embarazo.
Esa puja por los votos de Juan José Gómez Centurión va de la mano con una de las premisas que tendrá el oficialismo si después de diciembre le toca dejar el poder. “La primera meta es ganar la elección. Si no se puede pretendemos tener un bloque lo más grande posible para rechazar los proyectos que vayan contra nuestros principios”, le dijo a este diario un funcionario que habla seguido con el Presidente. La gran duda que sobrevuela el PRO es si ese bloque, que puede llegar a tener cerca de 100 legisladores, estará dirigido por Macri o por Rodríguez Larreta.