Ante centenares de empresarios, el presidente Mauricio Macri cerró este viernes el 54° Coloquio de Idea apelando a una sucesión de conceptos ya reiterados por el mandatario en anteriores oportunidades y remarcando un único apellido, el de Moyano, en lo que pareció una oportunidad perdida para establecer los ejes estratégicos de su gobierno de cara a su reelección el año próximo.
Macri no hizo un discurso sino que respondió amables preguntas que le hicieron los dos responsables de Idea, Rosario Altgelt, CEO de Latam y presidenta de esta edición del coloquio, y Javier De Goñi, ejecutivo de Ledesma y titular de la organización empresarial.
“¿Por qué nos cuesta tanto construir consensos?”; “¿Qué es lo que más lo frustra?” o “¿Cómo cree que se puede incrementar la competitividad?”, fueron algunas de las consultas que ambos ejecutivos le hicieron al presidente en lo que fue un intento de diálogo desacartonado y a corazón abierto.
Quizá por esa razón no hubo preguntas sobre la crisis económica que afecta al país, la devaluación del peso, la inflación, la caída del empleo o el ascenso de la pobreza.
O, incluso, dentro de lo que sería la temática empresaria, consultas sobre la causa de los cuadernos, que impactan sobre lo más granado de la clase empresarial del país, o sobre los conflictos de intereses que se han manifestado en forma permanente en su gobierno y cuya última versión fue el decreto del Poder Ejecutivo de hace tres días que rechazó un pedido de de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas para que no se cierre la investigación sobre las deudas del Correo Argentino con el Estado y el rol de funcionarios de primer nivel en el encubrimiento de las mismas. Las deudas investigadas se originaron cuando el Correo formaba parte de las empresas de la familia Macri.
A pesar de las facilidades ofrecidas, las respuestas del presidente no sorprendieron ya que giraron en torno de conceptos ya escuchados anteriormente en su boca, del tipo “esto lo estamos construyendo entre todos”; “quiero que cada argentino se sienta orgulloso de lo que hace” o “yo no subestimo a los argentinos”. Y, lógicamente, de defensa de sus actos de gobierno.
De las escasas definiciones que se le escucharon en la tarde del viernes hubo un par que llamaron la atención por estar vinculadas a la actualidad. Una fue la defensa de las empresas constructoras denunciadas por corrupción. Macri aseguró que esas empresas y su gobierno habrían puesto en marcha un “código distinto” que permitió que esas firmas compitieran, licitaran con transparencia, pelearan precios e hicieran obras desde 2016. “Los cuadernos nos llevaron de vuelta al pasado”, agregó.
La otra mención de actualidad fue sobre “Moyano”, dicho así, sin nombre, a quien asoció con una mafia ligada a la logística y que sería causante de sobrecostos en materia de transporte. El presidente decidió ubicar en un plano muy elevado a alguno de los sindicalistas que lleva ese apellido, pero pareció sobreactuado cuando las crecientes dificultades para la puesta en marcha de las obras para mejorar las rutas por el mecanismo PPP (Público-Privado) se deben a la desconfianza de los bancos para prestar a las constructoras, hecho que también ha postergado la licitación de la construcción de una vía férrea que conectará el yacimiento de Vaca Muerta con el puerto de Bahía Blanca.
Los empresarios no recibieron más aclaraciones acerca de la política del gobierno en relación a los temas que más les importan. Por caso, la tradicional encuesta de D’Alessio Irol entre los asistentes a Idea indicó que la mayor preocupación empresaria es el pago de salarios ya que se ven venir presiones de los trabajadores por aumentos salariales. Al respecto, no hubo palabras.
Otro caso: el ministro Dante Sica les dijo a los empresarios que el año que viene había que impulsar una nueva discusión por una reforma laboral. Macri apenas esbozó algo que ya se le ha escuchado antes, en el sentido de que existen mafias en la justicia laboral que afectan los intereses empresarios.
Tampoco recibieron indicaciones acerca de qué hará el gobierno ante la guerra comercial internacional o cómo piensa bajar las elevadísimas tasas de interés que los afectan.
Con todo, para los empresarios, el balance no puede ser sino positivo. Uno de ellos ocupa la Casa Rosada y a pesar de los cuadernos, las coimas y los constantes traspiés, pudieron decir junto con el presidente y saboreando una suerte de borrón y cuenta nueva: “Soy yo y es ahora”.