Cómo dejar conformes a todos. Esa fue la consigna que guió la actividad de los funcionarios del gobierno de Mauricio Macri en las 48 vertiginosas últimas horas de la presidencia argentina del G20, el foro de naciones que combina la presencia de las superpotencias con las potencias medias y que deliberó en Buenos Aires entre el viernes y ayer.
El resultado de esta decisión fue la emisión de un documento, llamado «Declaración de los líderes del G20: Construyendo consenso para un desarrollo justo y sostenible», de apenas cinco páginas y media, considerado como superficial en algunos aspectos, contradictorio en otros y como un retroceso respecto de los objetivos de libre mercado y desreguladores propios del G20.
El tema comercial, quizá el más candente de todos a nivel global, quedó circunscripto a una minúscula mención en el punto 4: «También tomamos nota de los problemas comerciales actuales».
La fórmula pone de relieve la nula posibilidad de que las partes hubiesen llegado a un acuerdo que enfatizara el libre comercio o condenara las barreras comerciales, que son las guías del G20. En ese sentido, el foro se rindió ante la política de hechos consumados del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo que permite prever que será cada vez más difícil sostener una posición comercial común sin chocar con las políticas de alguno de sus miembros.
«Nadie duda que el comercio impulsa el crecimiento económico. Pero es el comercio justo», dijo el presidente Macri, en la conferencia de prensa final de ayer, en Costa Salguero, luego de concluir las sesiones con los demás presidentes y jefes de gobierno.
Esta declaración presidencial llamó la atención, porque es, calcada, la que emplea el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien reclama «un comercio justo» y como no lo halla impone tarifas a las importaciones que ingresan a EE UU, sean de sus socios comerciales Canadá y México, sus socios políticos de la Unión Europea, Corea del Sur y Japón, o su enemigo estratégico, China.
Macri también se acercó a la posición estadounidense ante una consulta sobre la falta de la palabra «proteccionismo» en la declaración final. «Estados Unidos no acepta ese encasillamiento, más cuando claramente es la economía más abierta del mundo. No acepta ese etiquetado. El comunicado marca con claridad que todos apostamos al comercio creciente, estamos tratando de ver cómo con la reestructuración de la OMC logramos que sea en términos equitativos», explicó.
En la cumbre del G20 de Hamburgo, en julio de 2017, la declaración final, de 15 páginas, sostuvo: «Mantendremos los mercados abiertos, señalando la importancia de los marcos de comercio e inversión recíprocos y mutuamente ventajosos, y el principio de no discriminación, y continuaremos la lucha contra el proteccionismo, incluidas todas las prácticas comerciales desleales, y reconocer el papel de los legítimos instrumentos de defensa comercial a este respecto».
Notablemente, el presidente Macri derivó la solución de la guerra comercial a un cambio específico en la Organización Mundial de Comercio (OMC), consignado en el punto 27 de la declaración de la cumbre, que afirma: «El comercio internacional y la inversión son importantes motores del crecimiento, la productividad, la innovación, la creación de empleo y el desarrollo. Reconocemos la contribución que ha tenido el sistema multilateral de comercio para ese fin. Actualmente, el sistema no cumple con sus objetivos y hay espacio para mejora. Por lo tanto, apoyamos la reforma necesaria de la OMC para mejorar su funcionamiento. Nosotros revisaremos el progreso en nuestra próxima cumbre».
Para el presidente, «los acuerdos alcanzados involucran el comercio, donde hay acuerdo en el sentido de que la OMC tiene un gran desafío que es modernizarse, eliminar las trabas burocráticas y tener un mecanismo más simple de resolución de conflictos. Hay una coincidencia unánime que cuando se plantea un conflicto comercial lleva mucho tiempo su resolución y genera frustración entre los que se consideran sus damnificados».
Pero la realidad del problema comercial son los 450 mil millones de dólares en valor de productos de origen chino a los que la administración Trump le impuso tarifas de entre el 15% y el 25%. El gobierno de EE UU ya aplicó esas subas a la mitad de los productos mientras que los impondría a la otra mitad el próximo 1 de enero. Según fuentes chinas escuchadas en el G20 en Buenos Aires, la aplicación de esa decisión sería «un giro del que no habría retorno».
Sobre eso es de lo que hablaron Trump y el presidente chino, Xi Jinping, en la cena en el Palacio Duhau, tras la cumbre del G20 (ver páginas 6 y 7). «Todos tienen muchas expectativas en la reunión entre Trump y Xi», aseguró Macri.
La guerra comercial entre las potencias cruzó toda la cumbre. Implicó posicionamientos de unos y otros. Durante 48 horas, los funcionarios argentinos hicieron malabares para evitar declaraciones que hirieran los sentimientos de China o de EE UU.
Aunque Macri se posicionó claramente en la vereda de EE UU, aprovechó el momento para aclarar que durante la reunión bilateral que mantuvo con Trump en la mañana del viernes no se usó el término «depredador» para referirse a las prácticas económicas de China. «Respecto de las palabras que salieron publicadas, no fue así, no hablamos en esos términos. La presencia de China no es una amenaza para Argentina sino una oportunidad de trabajo y desarrollo de los argentinos», dijo.
En ese mismo sentido señaló en otro tramo de la conferencia que «se plantea que uno va a tener que elegir (entre Estados Unidos y China) y no es así. Hemos mostrado en estos días que somos capaces de tener muy buenas relaciones con todos los países. Nunca la Argentina ha estado más conectada al mundo como ahora. Tenemos una excelente relación con Estados Unidos, siempre ha sido el principal inversor en Argentina y la mayor cantidad de turistas provienen de ese país. Y ahora tenemos la visita de Estado de Xi, quien está encantado con Argentina, es un fanático de nuestro país».
El clima de París
La declaración tuvo un punto en el que las diferencias son evidentes, el del cambio climático, punto 20 de declaración. Allí se lee: «Reafirmamos que el Acuerdo de París es irreversible y encomienda a su total implementación».
Un párrafo más abajo, se dice: «Los Estados Unidos reiteran su decisión de retirarse del Acuerdo de París y reafirma su fuerte compromiso con el crecimiento económico y el acceso a la energía y la seguridad de suministro, utilizando para ello todas las fuentes energéticas y tecnologías, al tiempo que protege el medio ambiente».
En cambio, China quedó en la mira del documento final en varios puntos, sin posibilidad de marcar su posición con un párrafo propio. Sucedió en el punto 23, donde se ubica al Fondo Monetario como «el centro» de la «red financiera internacional». Allí se pide el trabajo conjunto del FMI y el Banco Mundial para monitorear las deudas públicas y privadas. China es acusada por EE UU y el FMI de aplicar en Venezuela y Pakistán una política de endeudamiento encubierto.
En campaña
A lo largo de la conferencia de prensa de cierre del G20, el presidente enfatizó que su realización era un respaldo a su gestión en la Argentina: «Es una muestra de apoyo a las transformaciones que están sucediendo en la Argentina, al cambio que eligieron los argentinos tres años atrás», dijo en el inicio de su intervención.
Luego, tras mencionar que el diálogo era una marca del G20, indicó que «nuestra responsabilidad era seguir esta senda, de consensos y diálogos, algo que hacemos en un nuestra realidad, hacemos esto porque somos un gobierno en minoría».
También trajo el escenario local al mencionar una de las iniciativas que la Argentina incorporó a la agenda del G20, el desarrollo de un mercado financiero basado en las obras de infraestructura. «Tenemos que entender la importancia de infraestructura, sino no hay equidad ni justicia. Queremos mecanismos nuevos para canalizar la inversión privada en infraestructura. Y eliminar la corrupción porque se desvirtúa todo el proceso. Lo sabemos porque hemos sufrido esos problemas».
Con todo, la iniciativa oficial en este punto no avanzó prácticamente en todo el año. La declaración final reafirma «el compromiso» en ese proyecto, pero no avanza mucho más.
Macri utilizó a fondo el G20 para buscar una mejora de su imagen de cara a la próxima campaña electoral. Habrá que ver si esta gestión, que dio a luz un documento que se dobla ante los hechos consumados, puede tapar los problemas económicos cotidianos que enfrentan los argentinos. «