El péndulo volvió a dar un giro. El día después de romper la base de su catecismo con el anuncio de un cepo cambiario, Mauricio Macri instruyó a sus colaboradores bajar el tono de la confrontación con el frente opositor y concentrarse en el principal objetivo de su supervivencia política hacia octubre: la estabilidad.
El Presidente encabezó este lunes la reunión de Gabinete en la Casa Rosada cuando los mercados daban las primeras señales de reacción al decreto que sacudió la calma del domingo. Ante sus ministros, respaldó las medidas como una apuesta a frenar el proceso inflacionario y caracterizó los anuncios como un esquema de “emergencia”.
Las explicaciones técnicas corrieron por cuenta Hernán Lacunza. El ministro de Hacienda debió explicar desde cero las razones y alcances del paquete: la mayoría de los ministros se había enterado sobre la hora de la publicación del nuevo esquema en una edición especial del Boletín Oficial (BO).
Lacunza fue enfático en garantizar la disponibilidad del patrimonio de los ahorristas. Se trata de uno de los fantasmas que comenzó a agitarse sobre el gobierno con la agudización de la crisis y que la Casa Rosada insiste en rechazar.
Contradicciones
Macri evitó explicar públicamente –ni con un mensaje grabado o en conferencia de prensa- las razones para adoptar medidas de intervención cambiaria que el oficialismo condenó desde 2015 como parte de su núcleo duro de críticas a la etapa kirchnerista.
“Tranquilo”, se limitó a comentar el Presidente cuando la prensa le requirió una evaluación al término del encuentro con sus funcionarios.
Fue su compañero de fórmula quien se convirtió en el mejor intérprete del mensaje que el Gobierno intenta hilvanar para explicar un paso con falla de origen para la liturgia macrista. “Son medidas necesarias, transitorias, que tienden a preservar las reservas, cuidar a los argentinos, garantizar el poder adquisitivo y evitar que el dólar se dispare”, dijo Miguel Angel Pichetto.
El senador justicialista se animó a más y puso el anuncio de cepo y restricciones cambiarias en clave electoral: “Si Macri gana, al otro día lo levanta”, prometió. Fue una forma de dejar atrás el belicismo de sus últimas intervenciones públicas que, junto a Elisa Carrió, lo convirtieron en parte del equipo de choque contra los candidatos del opositor Frente de Todos.
Lo cierto es que la incomodidad fue el denominador común entre los funcionarios y candidatos de Juntos por el Cambio. Ese fue el disparador del llamado a silencio generalizado para delegar en los funcionarios del área económica –Lacunza y el titular del Banco Central, Guido Sandleris- la explicación ¿didáctica? de las medidas.
Good bye, campaña
Cuando faltan apenas cinco días para el inicio formal de la campaña hacia los comicios nacionales del 27 de octubre próximo, la fragilidad de la economía obligó al Gobierno a un nuevo salto en el aire. En conferencia de prensa posterior al Gabinete, Lacunza puso blanco sobre negro las prioridades que se traza Macri.
“El objetivo central de las medidas es lograr la estabilidad”, subrayó el ministro de Hacienda.
Llevar tranquilidad a la población –en especial al núcleo duro de sus votantes en los estratos medios- y garantizar la estabilidad económica se confirmaron en las últimas horas como los principales ejes de una campaña que, en apenas tres semanas, penduló entre extremos.
En pocas horas, la promesa de “proteger al ahorrista” y conseguir “estabilidad” con medidas temporarias –para evitar males mayores- articularon un nuevo manual de instrucciones para transitar los días que vienen.
Macri enfrenta el desafío con un frente interno cada vez más desarticulado. María Eugenia Vidal en la Provincia y Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad, intentan hilvanar un mensaje de campaña a distancia de la dinámica nacional y, en especial, de la figura presidencial.
El delicado equilibrio –de efectividad incierta- puede resumirse en el anecdotario de la cena anual del comedor Los Piletones que se celebró la semana pasada: Rodríguez Larreta optó por retirarse antes de la llegada del Presidente y Vidal pegó el faltazo.
Además, la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, participó sin la compañía de su esposo, Federico Salvai. Casi en simultáneo a la gala organizada por Margarita Barrientos, el jefe de Gabinete de Vidal sinceró parte del enojo con foco en el jefe de Gabinete, Marcos Peña: “Tenemos que encarar una campaña distinta, el esquema de la polarización perjudicó a la Provincia”, definió.