“Te llamo de la escuela, quedate tranquila, no pasó nada. Tu hija está un poco calentita”, le avisaron por teléfono a Susana mientras estaba en su trabajo. “¿Tiene mucha temperatura?”, consultó. “No tenemos termómetro en la escuela, pero está calentita”, insistieron.

La hija de Susana asiste a una escuela del barrio de Belgrano, pero esta situación ocurre en la mayoría de los establecimientos porteños. Las escuelas carecen de elementos básicos como un termómetro, pero también de insumos elementales como papel higiénico, lavandina, detergente, jabón y productos de librería necesarios para los equipos de conducción como hojas, cuadernos de actas, y otros materiales de trabajo.

Quienes se encargan de la compra de esos elementos en la mayoría de las escuelas porteñas son las cooperadoras escolares. Pero, este año, en medio de la crisis económica, está costando que las familias abonen las cuotas mensuales. Por si esto fuera poco, la gestión de Jorge Macri envió entre 2500 y 4500 pesos anuales por estudiante a las escuelas. Una cifra que no acompaña la inflación y que apunta a un vaciamiento profundo dentro de los establecimientos educativos.

Cada año, el Ejecutivo porteño debe realizar la transferencia del dinero del Fondo Único Descentralizado de Educación (FUDE), destinado a las cooperadoras escolares. Este aporte económico, determinado en la Ley 3372, establece en su artículo 5 que los recursos percibidos en concepto de FUDE deben ser afectados a la ejecución de las actividades contempladas en el Plan Anual que se define para cada institución educativa.

“Son muchas las trabas y cada vez más las dificultades en los rendimientos, los presupuestos, los trámites bancarios y de AFIP. En la escuela Esnaola, el FUDE es sumamente escaso, como al igual que en todas las escuelas”, explicó a Tiempo Ani Meizoso, integrante de la Cooperadora Juan Pedro Esnaola y delegada de cooperadoras de la comuna 12.

Esta escuela especializada en música, a diferencia del resto, tiene gastos superiores que también deben volcarse a la compra de instrumentos de todo tipo: guitarras, violines, baterías, pianos, flautas, vientos, sonido, cable, etc.

“Pero con el FUDE cubrimos gastos básicos de limpieza, libros administrativos, sellos, medallas y diplomas. La inflación que estamos atravesando todos también se siente en las escuelas”, agrega Meizoso y termina: “No alcanza ni para el papel higiénico”.
A modo de ejemplo, este año la cooperadora de la Escuela Esnaola recibió $4.063.131, para una comunidad estudiantil que llega a 1.800 alumnos. Al dividir el monto total por la cantidad de estudiantes, el gobierno destinó sólo $2.257 por alumno, es decir, en 190 días de clases para el ciclo 2024 esto representa apenas 12 pesos diarios para cada uno.

A otras cooperadoras escolares llegaron montos que rondan entre los $2500 y 4500 pesos por año por estudiante. Tomando la cifra máxima, el monto total promedio representa apenas 25 pesos por día por alumno.

“Con esto se podría comprar menos de un kilo de frutillas o un poco más de media docena de facturas, y si lo vemos por día es menos que un caramelo”, explica a este medio Pablo Cesaroni, integrante de Cooperadores en Acción y de la Multisectorial por la Educación Pública.

Cesaroni recuerda que hay muchas escuelas que carecen de cooperadoras escolares o que tienen cooperadoras pequeñas, donde los niveles de recaudación económica, mediante la cuota mensual que aportan las familias son escasos, dado que en este contexto muchas ya no pueden abonar.

“Lógicamente esas cooperadoras pueden hacer muchas menos cosas porque no tienen los fondos suficientes. Las cooperadoras deberían recibir fondos para garantizar el normal funcionamiento de la escuela, pero esto hoy está muy lejos. Las cooperadoras cada vez se tienen que hacer cargo de más cosas con escasos recursos”, agrega.

Según la Ley, el pago que realiza la cartera educativa a cada escuela porteña debería estar determinado por distintas variables, no sólo por la cantidad de estudiantes. Entre ellas: el índice de vulnerabilidad educativa; la cantidad y calidad de aulas, patios y jardines; y la necesidad de materiales para actividades didácticas de docentes y alumnos/as; entre otros puntos.

Los fondos que no llegaron

Faltan dos meses para el cierre del ciclo lectivo 2024 y, algunas cooperadoras de escuelas porteñas aún esperan la llegada del FUDE. Hace pocos días, el histórico colegio Mariano Acosta recibió el suyo. “Fue hace aproximadamente 10 días, pero hay cooperadoras que no tienen la misma suerte que tenemos nosotros que somos una comunidad grande, y que este año tuvimos el 150 aniversario de la escuela y pudimos recaudar dinero. Hay otras cooperadoras que tienen que esperar hasta octubre para poder contar con el FUDE”, destaca Marian Ruibal Presidenta de la Cooperadora del Acosta.

El Mariano Acosta este año recibió 9,5 millones de pesos para las 5 instancias educativas que incluyen cuatro niveles educativos (inicial, primaria, secundaria); más dos profesorados. La comunidad estudiantil del Acosta supera la matrícula de 2.300 alumnos. Esto representa apenas 4.130 pesos por estudiante, es decir, 22 pesos diarios por día para cada uno de ellos.

“No alcanza, tenemos que comprar papel higiénico, sacamos fotocopias para los docentes, este año de dos libros que entregaban llegó solamente uno que es incompleto. Los chicos tienen que sacar fotocopias, en especial los más pequeños que están empezando a leer y escribir”, sumó Ruibal y termina: “Con ese dinero también tenemos que costear jornadas de reparación para arreglar pequeñas cosas que se van rompiendo y que el gobierno de la ciudad no da solución”. «