Finalmente, como se esperaba, el Supremo Tribunal Federal de Brasil ya no pudo dilatar más la decisión y, por 6 votos a favor y 5 en contra, declaró inconstitucional el cumplimiento en prisión de una sentencia de 1º y 2º instancia sin condena firme, que llevó al encarcelamiento de Luiz Ignacio Lula Da Silva hace 581 días atrás.
Todo el espectro petista y sus alianzas, además de solidaridades internacionales, festejan el fallo y el cumplimiento efectivo de Lula libre.
Sin embargo, aún queda pendiente que se desactive el lawfare (maniobra judicial) que impidió a Lula ser candidato a presidente. Teniendo presente la exposición de todas las maniobras ilegales entre jueces y procuradores en torno al caso Lava Jato, que fueron publicadas por el periodista norteamericano Glenn Greenwald en el sitio TheIncercept.
No obstante, que en el marco periodístico se puede explicar que el proceso judicial que condenó a Lula se cae como castillo de naipes, porque además de no tener pruebas también se comprobó que nunca recibió untriplex como soborno. Por lo que quedó claro es que el establishment político a través del Poder Judicial, con presión de los poderes fácticos como las Fuerzas Armadas y mismo empresarios, dispuso la prisión para evitar el retorno del líder petista.
Lamentablemente, la Democracia brasileña está engrillada bajo los poderes fácticos de un establishment que recurre a mecanismos que socavan el Estado de Derecho para sostener sus intereses y evitar un la vigencia de un gobierno que sostenga políticas inclusivas hacia amplios sectores populares.
Desde el ascenso de Michel Temer y la consagración de Jair Bolsonaro, el Estado Brasileño tuvo un giro reaccionario que lo retrajo casi al siglo XIX. Literalmente, se perdieron conquistas básicas de derechos humanos, como una jornada laboral digna, quedando sumidos a relaciones esclavizantes.
La liberación de Lula va a generar un cambio en el escenario político brasileño y latinoamericano. En el brasileño le dará cuerpo a una oposición que puede plantarse a resistir el embate de un gobierno conservador y excluyente. Algo que puede plasmarse en un reacomodamiento de fuerzas en las elecciones municipales de 2020 o mismo un súbito proceso de Impeachment ante un desgastado Jair Bolsonaro que va perdiendo respaldo constantemente.