A razón de uno por día, el cine argentino ocupó el primer tercio del 74° Festival de Venecia, primero con Zama de Lucrecia Martel, fuera de concurso; luego con Invisible, de Pablo Giorgelli, en la sección Horizontes; después con Temporada de caza, de la debutante Natalia Garagiola, en la Semana Internacional de la Crítica; y finalmente con Años luz, del también debutante Manuel Abramovich, que, invitado para la reseña reservada a Clásicos y Documentales, siguió el rodaje de Zama. Y confirmando así la presencia preponderante e imprescindible del cine argentino en todo festival que quiere hacer un análisis y un balance completos de la producción cinematográfica mundial.
Años luz nace como un intercambio de correo electrónico entre un admirador del cine de Lucrecia Martel y la directora, en el que aquel le propone a ésta una suerte de making of de su nueva película pero centrado sobre su persona. Es la misma Martel la que brinda el título al documental cuando se declara ajena años luz a la idea de un film que la vea como protagonista. El film también se coloca a años luz de lo que habitualmente se define un making of ya que no se trata aquí de enhebrar entrevistas a actores, director y técnicos y momentos de la filmación sino de escudriñar en amplios planos secuencias, casi siempre con cámara fija, la labor interna e íntima de un cineasta cuando crea su obra, descartando y eligiendo secuencias, aprobando vestuarios, pidiendo más o menos caballos, más o menos muebles y espejos, corrigiendo la dicción y aprobando o no posiciones de cámara.
De esta manera, el espectador puede seguir, sin intermediación de montaje o sin la guía de una narración, un verdadero proceso de creación cinematográfica, con toda su sucesión de repeticiones, tiempos muertos y discusiones técnicas.
Siempre fui un fan de Lucrecia Martel desde mis años de estudiante de cine y ella fue en todo momento un motivo de inspiración para mí cuenta Abramovich – pero lo que le propuse no fue un simple making of sino un verdadero documental sobre su manera de filmar.
El director se siente orgulloso y feliz que a Martel le hubiese gustado su película y, a pesar de algunas objeciones, al final no le hizo cambiar nada, dejando como lo dice la misma autora en el último mail que le escribió, que el documental tuviera su vida propia.
Ahora Años luz acompañará a Zama en su paso por varios festivales y, por lo menos en Argentina y Brasil, se exhibirá independientemente en cines, aunque no se descarta su inclusión en un futuro DVD.