Los investigadores de la causa en la que el ex secretario de Obras Públicas José López está procesado y preso por enriquecimiento ilícito creen que utilizó la declaración indagatoria de ayer para enviar, al menos, tres mensajes: a los servicios de inteligencia, al gobierno nacional y a sus anteriores jefes en el kirchnerismo.
La declaración, en sí, no aportó nada relevante a la investigación que llevan adelante el fiscal Federico Delgado y el juez Daniel Rafecas. Pero hay tres frases que pronunció López que fueron contextualizadas en lo que no quedó reflejado en el acta de la declaración pero sí pasó en la audiencia.
López montó un show, confiaron fuentes presenciales en la declaración. Y en ese show se encargó de destacar, con singular firmeza, los nombres del Lauchón Pedro Viale, agente de inteligencia asesinado en un confuso episodio; de Alberto Nisman, de quien dijo que se suicidó, y de Angelo Calcaterra, el empresario amigo del presidente Macri, que fue contratista de obra pública también durante el kirchnerismo.
En ese contexto pronunció, sobre el final de su declaración, la frase que hoy reflejan todos los medios: Lo que voy a decir por ahora con respecto a ese dinero, es que ese dinero no me pertenecía, ese dinero pertenecía a la política. Y yo, cuando tenga la fortaleza física, psicológica y espiritual necesaria, voy a dar todos los detalles con relación a ese dinero, y sobre este tema no voy a contestar en este momento ninguna otra pregunta.
El mensaje al actual gobierno pareció encerrado en la descripción, a título de nada, sobre una supuesta obra adjudicada a Calcaterra que tenía un supuesto sobreprecio. La empresa de Andrés Galera hizo una sola obra que fue licitada por la Subsecretaría de Obras Públicas de la Nación y fue el nuevo edificio de la Auditoría General de la Nación. Ese edificio había sido rescindido el contrato porque se había licitado antes del 2001 y el constructor pedía una actualización de precio que no se podía otorgar, entonces se rescindió el contrato. La empresa constructora era de Calcaterra. Se relicitó la obra, la ganó la empresa de Galera con el menor precio, que a su vez estaba muy por debajo del precio de la empresa a la que se le había rescindido el contrato.
El mensaje a los servicios es críptico. El Lauchón Viale, según está instalado en los ámbitos tribunalicios, fue asesinado en el contexto de una interna de dos bandas en la ex SIDE. El grupo al que pertenecía Viale estaba alineado con Antonio Stiuso. De hecho, Stiuso declaró ante la Justicia que la noche en que fue asesinado Viale iban a matarlo a él. Ese grupo, que fue desplazado de la AFI en el final del gobierno anterior, recuperó protagonismo ahora. Y está, según creen en tribunales, en plenas operaciones.
También en ese contexto hay que leer la alusión a la abogada hot Fernanda Herrera, cuya irrupción como defensora de López es hasta ahora inexplicable. No estaba en mi sano juicio, porque ninguna persona en su sano juicio elegiría como defensora a la que dicen que yo elegí porque en realidad es ese momento no estaba en condiciones de valerme por mis propios actos, explicó López.
En ese imaginario se inscribe también la muerte de Nisman. López dijo que escuchaba voces persecutorias que sólo estaban en su cabeza. Y que le decían te va a pasar lo mismo que al Lauchón. Entonces él, que tenía un arma en la mano, decidió su conducta: Yo solté la carabina, y le dije no soy Nisman, no me voy a suicidar. Con información o sin ella, López dijo ayer que Nisman fue víctima de un suicidio inducido. La misma hipótesis que sostiene la principal investigadora de la causa, la ex fiscal Viviana Fein, hoy jubilada.
En términos reales, la declaración no aportó prácticamente nada a la causa. López está procesado por enriquecimiento ilícito, un delito que invierte la carga de la prueba, es decir debe demostrar que el dinero que poseía tiene origen legal. Y no puede hacerlo.
Para zafar debe demostrar dos cosas: que el dinero no era de él, y luego, quién es su verdadero dueño o dueños. Ese es el tercer mensaje. Por ahora, sólo una insinuación