A la par de las grandes reformas que por estas horas concitan la mayor parte de la atención, en los últimos días los empresarios desarrollaron foros sectoriales de toda clase; algunos para intentar seducir a inversores locales y del exterior; otros simplemente para evaluar el estado actual de los negocios y proyectar sus estrategias de cara al escenario que podría quedar si las reformas pasan con éxito el debate parlamentario.
Este último es el caso de los grandes supermercados nucleados en la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), que hoy realizaron su encuentro anual en el predio ferial de La Rural.
Por allí pasaron los grandes jugadores del sector, funcionarios del gobierno y analistas del consumo. Los participantes cruzaron opiniones sobre los primeros dos años del gobierno de Cambiemos y no escatimaron elogios para la administración central. Sin embargo, a la hora de los bifes no les quedó más remedio que reconocer una realidad que desdibuja las sonrisas más entusiastas: el consumo sigue siendo un brote negro y las perspectivas no son las mejores.
En realidad, las cadenas destacan los últimos números oficiales, que muestran una leve alza del consumo. Pero a la vez se llaman a recato y reconocen que los super deben prepararse para un futuro con niveles de consumo de moderados para abajo.
De eso dio cuenta un informe de la consultora Kantar Worldpanel. Desde el atril, el director para el cono sur, Juan Primbas, expresó que: «No podemos esperar crecimiento como antes. Nos tenemos que preparar para crecer menos que la economía».
Con números concretos en la mano, Primbas planteó que hoy, mientras la economía crece al 3%, las ventas de las grandes cadenas apenas lo hace a un ritmo del 1%. Y, si bien es cierto que el consumo masivo dejó de caer, y que hay indicios de un cambio de tendencia, «todavía no estamos ni recuperando la caída de 2016», lamentó el director de la consultora internacional.
La proyección es que si se mantienen los números del tercer trimestre del año, el global de 2017 «va a terminar en cero», lo que a todas luces indica que «no se puede hablar de recuperación».
En particular, agregó el analista, los lácteos no se recuperaron después del bajón del año pasado y en buena medida explican la caída general.
A la hora de las explicaciones, los supermercados reconocen que los precios altos explican buena parte de la caída. No obstante se defienden diciendo que en 2017 los precios del sector aumentaron el 12% mientras que la industria, (es decir, el proveedor) remarcó al 20%.
Otro factor que aparece es el crecimiento de los mayoristas, que «tienen un nivel de aceptación cada vez mayor en la demanda», según Primbas. En Córdoba, ejemplificó, los mayoristas ya coparon el 40% de la demanda, mientras que en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, abarcan el 15%; una cuestión que «reconfigura la escena competitiva de los canales».
Hoy por hoy, en promedio, el 16% del consumo pasa por los supermercados y otros comercios de consumo masivo, mientras que el 19% recae en los mayoristas y el 22% en los supermercados discount.
A la par, la consultora Nielsen, también habló del contexto que afrontan las grandes cadenas. Una encuesta reveló que en la Argentina el 78% de los consumidores realizó cambios para ahorrar en gastos del hogar en comparación con 2016.
Puntualmente, el 63% bajó sus gastos en ropa; el 63% se cambió a marcas más baratas; y el 58% ahorró en combustibles y electricidad. El 65% de los consultados privilegió los precios bajos a la hora de determinar en qué lugar comprar.