El gobierno argentino ya identificó a los 12 millones de personas que integran el grupo prioritario y que recibirán la primera tanda de vacunas contra el coronavirus. Pero no todas recibirán la misma.
A la gran mayoría se le aplicaría la rusa Sputnik V, que hoy parece ser la primera en llegar y una de la más sencillas en distribuir porque puede utilizar la logística habitual de las campañas de vacunación nacionales. Los 760 mil trabajadores de sanidad, en cambio, recibirían la de Pfizer-BioNtech, ya que los centros de salud a los que asisten tienen facilidades para cumplir la refrigeración requerida de 70 grados bajo cero. El Comité de Vacunación, integrado por los ministerios de Salud, Defensa, Seguridad e Interior, espera inmunizar a todo el grupo de riesgo en el primer trimestre, lo que será un desafío inédito. La campaña récord hasta el momento fue por H1N1 en 2009 y tardó seis meses en cubrir a la misma cantidad de gente.
“El equipo está trabajando en cinco planes logísticos diferentes, según cuál sea la vacuna que llegue primero y a qué grupo está dirigida”, cuentan a Tiempo altas fuentes del Ministerio de Salud de la Nación. “Pero no es solo la logística. Algunas vienen sin jeringas y hay que comprarlas. Otras necesitan líquido reconstituyente y hielo seco para el transporte, además de centros de vacunación con lugares para guardar a determinada temperatura”, añaden. Hay un dato que suma una complejidad a la logística habitual de distribución. “Las vacunas de nuestro calendario son intercambiables, aunque requieran más de una aplicación siempre se da la misma dosis. La vacuna rusa, en cambio, aplica dos dosis diferentes. Tenés que tener una distribución de manera que no se le escape a nadie con qué vacunaste a cada uno”, explican desde Salud. Por eso analizan realizar envíos en dos tandas para disminuir el margen de error. En la fase operativa será clave el rol de las fuerzas de seguridad, y la coordinación del Ministerio del Interior con cada jurisdicción, en magnitudes similares al de una elección nacional.
El viernes la Argentina ya había cerrado los términos del precontrato de provisión de vacunas con Rusia (se le llama así porque se hacen ad referendum de que concluya con éxito la fase de ensayos clínicos). Apenas restaba la firma oficial para garantizarse la inmunización de unos 12 millones de personas.
En una situación similar está el preacuerdo con Pfizer-BioNTech, con quien se pretende vacunar a 1,5 millones. Pero la Argentina ya tiene otros precontratos firmados con COVAX (el mecanismo de la ONU que compra vacunas a menor precio a los distintos laboratorios y distribuye a quienes integran la alianza) y AstraZeneca. Con esa provisión se terminaría de inmunizar a todos los mayores de 18 años.
¿Qué pasó con la “vacuna argentina”?
El laboratorio mAbxience ya está produciendo en el país la sustancia activa para 150 millones de dosis. En enero esperan enviar los primeros lotes hacia México, donde debería ser envasada para su distribución en América Latina. Si todo va bien, en marzo nuestro país debería empezar a recibir las primeras vacunas. La vacuna de AstraZeneca tiene otros beneficios: el laboratorio se comprometió a venderla al costo mientras durara la pandemia, lo que la transforma en la más barata del mercado, con un valor que oscila entre 3 y 4 dólares; además, requiere una refrigeración para la que Argentina ya cuenta con logística y la aplicación de las dosis eran intercambiables. Parecía ideal, pero pasaron cosas.
El 23 de noviembre un informe preliminar de sus ensayos puso en duda la estrategia de vacunación recomendada. Un error involuntario demostró que la vacuna mejoraba notablemente su efectividad cuando se aplicaba primero media dosis y luego una dosis completa. Las pruebas en 2741 personas que recibieron esa combinación por error demostraron un 90% de eficacia, mientras que el resultado en el resto de las personas que accedieron a dos dosis completas fue del 62%. Ahora AstraZeneca anunció que ampliará sus ensayos globales con esta distribución para certificar el mejor procedimiento. De confirmarse este formato de aplicación, su logística entonces debería cambiar. La pandemia parece contagiar de incertidumbre a todo lo que la rodea.
Un velorio riesgoso
La muerte de Maradona terminó, aunque sea por un rato, con la pandemia en Argentina. Desde el anuncio de su fallecimiento, el distanciamiento social quedó en segundo plano. El gobierno nacional y el porteño procuraron establecer protocolos durante la ceremonia fúnebre, pero ambas jurisdicciones reconocieron a Tiempo que era “imposible de frenar” y que “por suerte estamos en un momento de pocos casos”. En los últimos siete días el AMBA promedió 1375 casos diarios, lo que representa una caída de un 25% respecto de la semana anterior. La atención está puesta en los próximos diez días, cuando deberían manifestarse los síntomas de los posibles contagios. Desde Nación eligieron el silencio, pero el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, puso en palabras la preocupación: “Lo que vimos decididamente no fue bueno y le agrega un riesgo epidemiológico a la situación metropolitana”.