La frase fue pronunciada en portugués. Es un idioma que siempre resulta cálido al oído de quienes hablan español, incluso con los contenidos más brutales. (Una orden de fusilamiento en portugués, ¿no hace que los últimos segundos del fusilado sean más amenos?). La frase fue: “Usted está comparando con un país como Argentina, que va camino al socialismo”. La dijo, con la boca tapada con un barbijo azul marino que decía Policía Militar, el presidente del Brasil, Jair Bolsonaro. Fue la respuesta a un periodista que le planteó la comparación entre los muertos que hay en Brasil por la pandemia de coronavirus (cerca de 15 mil) y los que hay en Argentina (353). No importa la relación proporcional que se haga, en cualquier cálculo el país más grande del subcontinente tiene de mínima diez veces más muertos que la Argentina.
El abuso de la hipérbole –como se escribió la semana pasada en esta columna– para aterrorizar a la población con el adversario político es un recurso sistemático de la derecha regional. Lo hizo Bolsonaro esta semana y lo había hecho a su manera Mauricio Macri al decir que el populismo era más “peligroso” que el coronavirus o en la carta que publicó junto con Mario Vargas Llosa, entre otros, en la que sostenían que el confinamiento social era “un ataque a la libertad”, como si fuera posible llevarlo adelante sin que los ciudadanos estén de acuerdo, aceptando desde la libertad respetar la cuarentena para tratar de contener la pandemia.
El “terrorismo verbal” de la derecha es un desfiladero peligroso. El rasgo pintoresco de Bolsonaro no puede tapar las luces de alarma que encienden sus acciones. Las relaciones del mandatario con las milicias civiles que existen en las grandes ciudades de Brasil para intervenir en las favelas (el cálculo es que sólo en Río de Janeiro operan 80 de estos grupos) salieron a la luz en febrero de este año cuando murió asesinado en Bahía Adriano da Nobrega. Era un exmilitar que conducía una milicia paramilitar y que había sido condecorado dos veces como “héroe” por Flavio Bolsnaro, hijo mayor del jefe de Estado y actual senador nacional.
Por ahora parecería impensable que al fundamentalismo del bolsonarismo, que cuenta con un respaldo social importante, se le sume un brazo armado por fuera del Estado. Pero hay señales de alerta en el horizonte. Aunque la derecha regional parezca por momentos un grupo de cazafantasmas hablando de peligros inexistentes con sus caracterizaciones extremistas, la historia demuestra que un discurso irracional tiene enormes posibilidades de hacer carne en el ser humano. Que parezca casi absurdo no lo hace poco efectivo para conseguir apoyos masivos, a veces es al revés.