No da reportajes, no sale en las fotos, no hace declaraciones altisonantes para salir en los diarios. Pero Florencio Randazzo sí se junta con intendentes y legisladores bonaerenses. Los recibe en su flamante oficina del centro porteño, a pasitos de la Casa Rosada. Desde allí se frota las manos pensando en cómo le gustaría competir contra Daniel Scioli el año que viene en una jugosa interna peronista, esa que no le dejó hacer el año pasado Cristina Fernández.
Para eso, primero el peronismo y sus grupos de intendentes tienen que acordar jugar unificados. De la reunión que se llevó a cabo este martes en Lobos depende si el acuerdo que sellaron los integrantes del grupo Fénix, Esmeralda y El Establo (que agrupa a los jefes comunales del interior provincial) se convertirá en realidad o quedará en una declaración de buenas intenciones.
Los intendentes que ya se reunieron con el exministro de Transporte son los del grupo Esmeralda, encabezados por Gabriel Katopodis de San Martín. Pero Florencio habla con todos. Y sabe que es una buena figura para que el voto desencantado del gobierno no vaya para Sergio Massa.
Esa también es la apuesta del propio gobierno nacional, que ve en Massa un contrincante peligroso en la provincia y cree que Randazzo dividiría el voto peronista. El dirigente de Chivilcoy mantiene buenos vínculos con el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, con quien mantuvo reuniones.
Es que el massismo tomó demasiado peso en la Cámara de Diputados para el gusto de los aliados del PRO: los radicales se sienten ninguneados al momento de trazar acuerdos y también se quejan del volumen que tomó Massa en la gestión de María Eugenia Vidal y en la Legislatura bonaerense. El 2017 sería una buena oportunidad para balancear el poder de negociación.
La falta de conducción del peronismo a nivel nacional y provincial es un camino despejado para quien no fue candidato el año pasado. Randazzo no perdió ninguna elección, por más que su fuerza política haya fracasado estrepitosamente en la provincia. Sin embargo, no quiere ponerse al hombro la construcción de la unidad y deja ese laborioso trabajo a los propios protagonistas. Sin embargo, por más que no se logre consumar la tan mentada unidad, tras un año de ostracismo, no puede jugarse a dejar pasar la oportunidad de volver a salir a la arena porque correría el riesgo de ser olvidado como figura política.
Otro interrogante que el exministro del Interior no maneja es la eventual candidatura de Cristina Fernández. Si bien las cosas terminaron mal entre ambos y no se volvieron a hablar nunca más, Randazzo sabe que comparte parte de su electorado con la expresidenta. No sería conveniente competir contra ella; ni para él, ni para ella, ni para el peronismo.
En estos días, Randazzo repite la promesa que les hizo a los gobernadores el año pasado: En una interna, a Scioli le gano. Y de paso, les quita el peso a los intendentes al momento de tener que elegir con quién jugar antes de tiempo. Ya vio cómo lo traicionaron el año pasado algunos gobernadores que le habían asegurado que no se pronunciarían por nadie antes de las PASO. Y aprendió.