Alberto Fernández y Cristina Kirchner son las figuras emblemáticas de un momento de cambio histórico para Argentina y Latinoamérica. Gestada con sabiduría y generosidad políticas, la unidad del peronismo ha sido el eje de un amplio Frente de Todos los argentinos agraviados por un ciclo de neoliberalismo, que ha producido 5 millones de nuevos pobres, ha reducido salarios y jubilaciones, ha vuelto mercancías de lujo los servicios públicos básicos y ha sometido a la clase media más densa de América Latina a la reducción drástica de su nivel de vida.
No es la primera vez que el peronismo debe hacerse cargo de recuperar al país del desastre provocado por una obligarquía financiero-especulativa voraz e insensible. Ni es la primera vez que el peronismo consigue la convergencia de los intereses del pueblo argentino con los intereses superiores de Latinoamérica. Recuperar la Argentina de un ciclo especulativo ya lo hizo a principios de este siglo con Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde.
Hacer convergentes el interés de los argentinos con los de Latinoamérica ya lo hizo Perón en las reuniones de Río en 1947 y Bogotá en 1948 , cuando , con oposición argentina, se crearon el TIAR y se aprobó el documento fundacional de la O.E.A. Lo hizo Néstor Kirchner en la conferencia interamericana de Mar del Plata, en 2005, donde naufragó un proyecto de inspiración norteamericana para el Libre Comercio de las Américas, que pretendía ignorar las diferencias en niveles de desarrollo entre USA y América Latina.
Argentina es uno de los países donde las naciones hegemónicas de occidente ensayan los esquemas que cada tiempo histórico demanda para mantener, profundizar y sofisticar su dominación. La concepción de las fronteras ideológicas y el Plan Cóndor con las crueldades del terrorismo de Estado se expandieron desde Argentina por tierras latinoamericanas. Y (Domingo) Cavallo y (Mauricio) Macri pretendieron proyectar su adhesión a la práctica del mercado libre autoregulado y el estado mínimo a Latinoamérica como paradigma de buen gobierno.
Liderado por el peronismo, el pueblo argentino ha derrotado política y culturalmente al neoliberalismo y ha modificado la geopolítica latinoamericana. La primera contribución geopolítica es esa gran victoria.
Será también un hecho geopolíticamente relevante desmontar el modelo macrista y construir otro alternativo y exitoso. El triunfo de Alberto Fernández y CFK ha resonado en el mundo. De manera particular en Curitiba, ciudad brasileña, en Santiago de Chile, en La Paz, en Lima, en Quito, en Centroamérica, en La Habana , en México, en Nueva York. Y al otro lado del Atlántico, en España.
En Curitiba el ex Presidente de Brasil Lula da Silva, el preso de conciencia más ilustre de América Latina en este siglo, ha escuchado al presidente recientemente electo en Argentina gritar: ¡Lula Libre! como demanda el pueblo de Brasil.
En las calles de Santiago de Chile la prolongada insurgencia pacífica contra el neoliberalismo y por la recuperación de la dignidad ciudadana ve en las elecciones argentinas un horizonte real de como la política puede cambiar la sociedad y reorientar la economía.
En La Paz, el presidente reelecto con su programa antineoliberal seguramente verá una suerte de retorno del Néstor Kirchner que lo apoyó ante otra agresión externa, cuando nacionalizó los hidrocarburos.En Lima, Torres Tagle siente que su iniciativa que creó el Grupo de Lima pierde otro socio estratégico, como ya ocurrió con México.En Quito, la CONAIE y , ojalá , el gobierno, confirman que los acuerdos con el F.M.I. no son escrituras sagradas. Que se pueden renegociar y modificar. En Centroamérica, el pueblo hondureño sometido a una narcodictadura desde hace 10 años sentirá que su organización y lucha incansables serán recompensadas, como lo ha sido la del pueblo argentino. En La Habana, el estado más asediado por USA durante sesenta años, se percibe que hay otro país sudamericano con el que podrá desarrollar relaciones normales, no sometidas a designios de un tercer estado. En México el gobierno y su cancillería saben que tendrán un aliado en el gobierno peronista para su política de apego a los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, frente a las crisis políticas latinoamericanas que USA pretenda resolver violando esos principios.
En la sede de la ONU, en Nueva York, la asesoría del Secretario General debe mirar con satisfacción como otro país importante en el concierto internacional pasa a engrosar las filas de los partidarios del multilateralismo, clave para la existencia de Naciones Unidas.Desde España el expresidente Rodríguez Zapatero lanza un amable reto para Alberto Fernández : lo invita a liderar un proceso real de integración latinoamericana, como unidad en la diversidad.
Hay mucho más que el gobierno y la sociedad argentinas pueden hacer para transformar la geopolítica latinoamericana. Una geopolítica de ideas para resistir al neoliberalismo políticamente y sancionarlo ética e internacionalmente.
La academia argentina puede organizar una comisión internacional que analice la capacidad del neoliberalismo para violar derechos sociales con retrocesos que están sancionados por tratados internacionales, retrocesos que impiden el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (O.D.M.), que son un compromiso solemne de todos los estados miembros de la ONU.
La reciente experiencia neoliberal argentina será un objeto privilegiado de estudio para esa comisión internacional. Debería ser integrada por economistas críticos relevantes como Joseph Stiglitz y personas conocedoras del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y de los O.D.M. Esta propuesta podría enriquecer la experiencia peronista que el pueblo argentino reinicia y que el progresismo latinoamericano mira con tantas esperanzas.