Tras su salida del Gobierno, Darío Lopérfido consideró que la Casa Rosada lo dejó solo y se refirió en forma despectiva al gobierno de la ciudad. Es un gobierno que no tiene ni la más pálida idea de lo que es la política cultural, dijo.
Ex ministro de Cultura de la ciudad, ex director del teatro Colón y ex marido de Esmeralda Mitre habló con bastante enojo durante una entrevista brindada al portal Infobae donde se refirió concretamente a la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
Yo había estado en otro gobierno (el de De la Rúa) que me parecía que era un gobierno donde se hablaba todo y se arreglaba todo. Acá era un ministro de Rodríguez Larreta porque me habían implorado, prácticamente luego de la interna en la que buena parte del equipo de Cultura de Macri se había ido con Gabriela Michetti. Me imploraron porque Horacio tenía un montón de tipos de segunda, tercera línea, que eran básicamente gente que Hernán (Lombardi) no lo va a decir nunca porque Hernán es mi amigo, es amoroso, pero Hernán no dice nada que incomode al poder porque él quiere estar en el gobierno toda la vida, describió.
Acerca del gobierno de la ciudad, expresó, no me gustaba la dinámica que tiene ese gobierno. Es un gobierno que no tiene ni la más pálida idea de lo que es la política cultural. O sea, pusieron a Mahler para reemplazarme, imaginate, Ángel Mahler. Entonces eso te da la pauta. Por eso te digo, puede ser Lopérfido, puede ser Mahler. O sea, van a terminar con Canuto Cañete, no sé, era una cosa espantosa, expresó.
Entre otras cosas, dijo también la Argentina tiene una crisis gravísima con la verdad. Y yo creo que si no se soluciona eso y si seguimos diciendo que nos va bárbaro, que somos culturalmente una potencia, que van a llover inversiones, digo por decir algunos de los lugares comunes de la política, esto va a ir a peor.
Acerca de sus expresiones sobre la cifra de desaparecidos durante la dictadura cívico militar, aclaró que no se arrepiente de haberlo dicho pero que la forma en que se dio a conocer sus dichos sí fue errada. Eso fue un error y una pequeña deslealtad del organizador de ese evento que era Luis Majul. Estábamos en la presentación de un libro de Edi Zunino sobre la violencia de los 70: no es que a mí se me dio por hablar de ese tema. Era la presentación. Yo después me iba, agregó. Y explicó que él toma como referencia en Derechos Humanos a Graciela Fernandez Meijide. Los derechos humanos no son solamente lo que pasó en los 70, los derechos humanos se violan en la Argentina todavía cuando hay gente que muere de un tiro porque va caminando por la calle.
La renuncia obligada
De acuerdo a lo que expresó durante la nota, Lopérfido denunció que no tuvo que ver con la frase sobre los desaparecidos sino sobre su denuncia de una presunta «estafa audiovisual» que realizó en una nota donde mencionó a funcionarios públicos y empresarios vinculados a la política. Concretamente, la denuncia expresaba que esas personas habían participado de un presunto desvío de fondos a través de universidades que luego financiaban proyectos audiovisuales sobrefacturados.
«Y ese fue el tema por el cual a mí ahí me piden la renuncia de una manera un poquito poco ortodoxa, que me hizo recordar a los viejos tiempos, digamos», definió. También comentó que se enteró que había renunciado a través de una tapa de Clarín.
Para cerrar la entrevista, Lopérfido eligió referirse a la nueva gestión del teatro Colón. «La política no es comodidad, la política no es quedarse callado para conservar el carguito. Eso lo hace mucha gente en la gestión de Cultura, que vos no sabés el nombre y hace mil años que están. Lo hace la directora del Colón (María Victoria Alcaraz), una mujer que no tiene muchas luces, pero entonces le dicen va a ir el chico que canta Despacito, programalo’. Y ella, para conservar el cargo, lo programa. Yo no programaba ni muerto. Una vez que atendía el teléfono, les decía que no porque creo que está mal. Cuando uno está en un cargo no representa al gobierno, uno representa los dineros públicos, representa la dignidad de la institución que maneja, representa el valor simbólico. O sea, si ellos quieren hacer, no sé, si a mí me dicen y yo soy el director del Colón, hacé del Colón un lugar de bailanta yo le digo no, échenme, chau, prefiero. Porque no va a recaer sobre mí haber bastardeado un lugar al que yo respeto y respeté mucho», finalizó.