Hasta que la Corte anuló el tarifazo del gas para los clientes residenciales y ratificó el alcance para los grandes consumidores, en la Casa Rosada se mostraban confiados de un desenlace favorable. Cuando el máximo tribunal difundió el fallo, pasado el mediodía, la percepción dentro del Poder Ejecutivo no tuvo grandes variaciones. Quizás por eso los funcionarios que rodean al presidente Mauricio Macri y a su jefe de Gabinete, Marcos Peña, se preservaron en un cuidadoso silencio para no comunicar alegría o alivio alguno. «Podría haber sido mucho peor», confesó uno de los lenguaraces oficiales que, hasta la publicación de la decisión unánime, sostuvo con fuerza que la Corte iba a convalidar el tarifazo.
Una vez más en la historia reciente, la enorme complejidad de la matriz energética argentina y su íntima relación con el bolsillo del hombre de a pie volvió a ser parte de la agenda informativa. Sus intrincados recovecos volvieron a poblar las explicaciones radiales, los informes televisivos y las infografías de la prensa escrita: fueron callejones por donde los voceros presidenciales trajinaron con pericia para instalar la inexorabilidad de un brutal ajuste que tuvo al ministro de Energía y Minería Juan José Aranguren como máximo exponente. Un protagonista corporativo de la nueva estética del ajuste que diseña Peña, en un esquema comunicacional «con más aciertos que errores», según se queja un pelotón de funcionarios cada vez mayor.
Negocios crudos
Pero a pesar de las críticas, el funcionario que fue presidente y accionista de la filial local de Shell, pudo sobrevivir a las denuncias en su contra por las notorias incompatibilidades de su nueva función con las decisiones energéticas que tomó y que benefician a esa empresa. La impunidad de la que goza el ministro tuvo costos colaterales, como la virtual inutilización de la ex diputada Laura Alonso al frente de la Oficina Anticorrupción, gracias a un silencio que sólo fue roto para difundir un decálogo de recomendaciones a los funcionarios, parecido al listado de mandamientos éticos que hace 15 años leyó Fernando de la Rúa en la Casa de Gobierno, con el fin de conjurar las denuncias de corrupción que minaron su fugaz mandato hasta su huida.
Los vericuetos del fallo permitieron que fuera comunicado como un revés para el Gobierno. Quizás el más importante desde que Macri llegó a la Rosada. En las oficinas del primer piso de Balcarce 24 niegan reuniones del Ejecutivo con el presidente de la Corte Ricardo Lorenzetti, pero el desmentido encuentro del presidente con el titular del máximo tribunal fue reivindicado, en reserva, como parte de una estrategia con más aciertos que errores. «Tarde o temprano tendrán que pagar», repitieron Peña y Aranguren durante más de un mes.
Ayer, esa certeza resonaba renovada por la tarde, luego de la conferencia de prensa que dieron Peña y Aranguren para pedirles a las empresas que refacturen sin el aumento a los clientes residenciales. Prometieron que cumplirán el fallo y que convocarán a sendas audiencias públicas para implementar el aumento a los domiciliarios, aunque esas instancias formales no son vinculantes, es decir, que el gobierno puede o no tener en cuenta sus conclusiones.
Agenda rota
Pero en puertas adentro los mismos protagonistas sostienen que la primera audiencia pública fue la virtual interpelación de Aranguren del martes pasado y su resultado fue positivo. No estaba en los planes iniciales que el ministro tuviera que poner la cara ante los diputados, pero la mayoría opositora, que fue producto de una coincidencia entre kirchneristas y massistas, marcó una nueva inflexión para Cambiemos dentro del Congreso Nacional.
Cerca del presidente de la Cámara Baja, Emilio Monzó, dicen que el macrista advirtió que la imposición de la citación para Aranguren fue el principio de lo que vendrá para un segundo semestre donde las negociaciones del Ejecutivo con las provincias, en el Senado, y con las fuerzas políticas, en Diputados, será más compleja.
«Mentalmente me siento bien. El otro día estuve diez horas en el Congreso, así que eso me permitió demostrar que podía aceptar pasar el tiempo y contestar todas las preguntas», contestó el ex titular de la multinacional holandesa y ratificó la clave de su alivio: «Está claro que lo que hace es una suspensión parcial, una anulación parcial de la resolución de aumento, y deja afuera a los no residentes no domiciliarios, explícitamente, y deja claro que esto no tiene que ver con eso, con lo cual ratifica que está vigente el cuadro tarifario nuevo, con el tope de 500 por ciento, para lo que es comercial e industrial», dijo el ministro más sostenido, ratificado y alentado por el presidente.
La interna del gobierno
La génesis de la decisión tiene antecedentes más extremos porque en su origen los incrementos no tenían tope alguno. El freno fue producto de un tira y afloje con parte del Gabinete Económico, y especialmente con el ministro del Interior y Obras Públicas Rogelio Frigerio luego de recibir las quejas a gritos de algunos gobernadores que, sin su mediación, habrían terminado a las trompadas con el ex Shell.
Macri y Peña consideran a Aranguren una nueva metáfora del PRO, un espejo simbólico y actualizado del salto que hizo el presidente en el inicio de su competición electoral, cuando anunció el mentado salto de los negocios a la política. No es lo que piensan funcionarios como Frigerio ni diputados como Monzó, que ya no adivierte mansamente sobre los obstáculos que cosecha el ajuste en el Congreso. Ya se peleó duramente con Peña y perdió porque el presidente respaldó a su delfín y lo dejó afuera de la posibilidad de tejer acuerdos políticos en la provincia de Buenos Aires, donde Monzó no podrá meter su cuchara, aunque se trata del territorio de donde proviene.
Cerrado el capítulo de la Corte, la agenda del Congreso tiene varios exámenes determinantes para el oficialismo, como la reforma electoral (con boleta electrónica nacional incluida) o el Presupuesto 2017, que podría ofrecer una nueva geografía para el ajuste del año que viene. El tarifazo no dejó liderazgos definidos sobre el malestar general que sembró el gobierno, pero en la polarización por el ajuste, el Frente Renovador intenta posicionarse como lo hizo cuando el Congreso aprobó la ley antidespidos y Macri la vetó.
Con esa tensión de fondo, el oficialismo evidencia el desgaste inicial que le provocó la pelea por el tarifazo y las internas dentro del Gabinete revelan que el presidente no es afecto al gradualismo que sus colaboradores le adjudican.