La decisión del gobierno de los Estados Unidos de acortar la ruta de navegación inaugural del buque USGC Stone por el Atlántico Sur quedó al desnudo con la caída de un acto protocolar previsto en Mar del Plata. Sin esa opción para exhibir gestos de distensión, la Argentina fue el único país que el buque no visitó en su gira. Según pudo reconstruir este diario, las razones fueron más políticas que logísticas y sucedieron entre el final de la presidencia de Donald Trump y la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca.
La nave zarpó el 22 de diciembre desde Pascagoula, Mississippi, al oeste de la península de Florida, y fue la protagonista de la Operación Cruz del Sur, que involucró a Guyana, Brasil, Uruguay y Portugal. En los dos primeros países realizó ejercicios conjuntos para combatir y perseguir la pesca ilegal, en la Banda Oriental solo amarró en el puerto de Montevideo, pero no siguió hacia Mar del Plata porque además de problemas técnicos, según confiaron a Tiempo fuentes diplomáticas, el gobierno argentino le anticipó en diciembre al Departamento de Estado que el buque no podría desarrollar tareas de patrullaje y ejercer el poder de policía que desplegó en aguas internacionales.
«Una evaluación exhaustiva de las condiciones halló desafíos logísticos que impiden el amarre de la nave en el puerto de Mar del Plata», anunció la semana pasada el Departamento de Estado de los EE UU para anular la visita protocolar a La Feliz y ser recibidos por la Prefectura Naval Argentina.
La «Operación Cruz del Sur» de la Guardia Costera, planificada durante el fin de la era Trump, consiste en una serie de “esfuerzos para construir asociaciones regionales de seguridad marítima y contrarrestar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada en el Atlántico Sur”. El despliegue inaugural es coordinado por el Comando Sur de los Estados Unidos y su principal objetivo es la persecución de los buques pesqueros chinos y cortar rutas navales de narcotráfico. El 6 de enero, en los primeros 15 días de navegación, mientras realizaba el primer capítulo de la operación frente a Guyana, interceptó un barco «sospechoso» en el sur de la República Dominicana. Lo detuvo y encontró 970 kilos de cocaína. Luego lo dejó bajo el dominio de otra nave, el USGC Raymond Evans, que lo custodió hasta Estados Unidos.
Una fuente del Palacio San Martín consultada por este diario consideró que el plan original del Stone podría incluir el despliegue de su poder de policía en todo el Atlántico Sur y ejercerlo con especial atención en las zonas del Mar Argentino donde están las flotas de buques pesqueros con bandera china y coreana. Las operaciones depredatorias ilegales de esas naves son perseguidas por tres buques de la Armada con el apoyo de unidades de la Prefectura, que trabajan en un nuevo plan de control en la Zona Económica Exclusiva Argentina para identificarlas, luego de los cambios en la Ley de Pesca que sancionó el Congreso el año pasado para aumentar las multas y los mecanismos de fiscalización.
«Nuestra política fue no prohibirle el ingreso a nuestro mar, pero sin posibilidades de patrullaje. Ellos venían con la intención de patrullar. De entrada les dijimos que no. Nunca estuvo presente esa posibilidad, pero igualmente convinimos una visita protocolar. Las relaciones entre ambos países están bien. Pero para nosotros el control de la soberanía es primordial», detallaron en la Cancillería.
«Después, por razones operativas y logísticas, no se pudo hacer ni siquiera la protocolar, pero no fue por un problema político que no se hiciera. La otra nunca estuvo en agenda como una opción real y se lo hicimos saber», insistió la fuente consultada.
¿La Operación Cruz del Sur es parte de las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China? En el Palacio San Martín lo dan por sentado y en la diplomacia norteamericana solo puntualizan que es parte de un escenario global mucho más complejo. «Tuvo mucho que ver con la logística, no era un tire y afloje, tampoco sorprende que Argentina no quisiera eso, pero se le ofreció la posibilidad del trabajo conjunto que se realizó con las autoridades de Guyana y Brasil», puntualizó a este diario una fuente del State Department y se amparó en datos provistos por el Comando Sur que ubica al núcleo de esa flota en el Océano Pacífico. Lo hizo luego de recordar que el amarre marplatense habría sido idéntico al que concretó el Stone en Montevideo, donde tampoco patrulló.
El puerto de la capital uruguaya es señalado por el gobierno argentino como una cabecera de pesca ilegal que juega un rol clave en las vías logísticas de las naves que surcan el Mar Argentino desde Malvinas.
Los tironeos que las fuentes diplomáticas de ambos países interpretan de distinto modo fueron anticipados el año pasado por la agencia Télam, que informó que las autoridades argentinas les explicaron a sus pares norteamericanos que la aplicación de la Operación Cruz del Sur en aguas nacionales solo podía ser posible si había una autorización del Congreso, como las que fueron votadas en septiembre del año pasado para la participación de fuerzas armadas argentinas en 12 operaciones conjuntas en países limítrofes además de India, Canadá, Sudáfrica y Estados Unidos.
Antes del fracaso de la visita protocolar, el Comando Sur daba por hecho que «la Guardia Costera de Estados Unidos profundizará su relación con la Prefectura Naval Argentina. Forjará nuevas relaciones operativas con la Prefectura Naval Nacional de Uruguay. Argentina y Uruguay son socios clave del Atlántico en la lucha contra la pesca ilegal», anunció la comunicación publicada sobre el acompañamiento militar al Stone, donde puede advertirse otro alcance de la operación. «Al embarcar a un observador portugués, la Guardia Costera abre una nueva línea de asociación marítima entre los aliados de la OTAN para perseguir una sólida gobernanza marítima en el Atlántico», informó.
El Stone tiene una tripulación de 128 miembros de la Guardia Costera. De acuerdo con la información técnica provista cuando fue presentado, tiene tecnología para el desarrollo de tareas de «inteligencia, reconocimiento y vigilancia», una flota de drones y la capacidad de embarcar y operar un helicóptero. Además cuenta con un cañón de 57 milímetros, montajes para ametralladoras y «un sistema de guerra electrónica y de contramedidas».
Según recogió el diario Perfil, también puede identificar las patentes de las naves sospechadas e identificadas en forma satelital. «