Una parte de lo irreparable frente a la ausencia de Santiago es que hay montones de preguntas acerca de sus gustos personales y proyectos de vida que quedaron sin responder. Y no me refiero a la más triste: ¿Dónde está?, sino a otras, mediante las cuáles hubiera sido posible conocerlo mejor, más allá de los corralitos estigmatizantes establecidos por el periodismo para quien sólo alcanzó la condición de joven artesano o de joven tatuador.
Preguntas para informar, para saber, para entender, preguntas que, tal vez, muchos se están haciendo o hubieran querido hacerle. Quedan sus padres, o sus hermanos y cuñadas, sus amigos que podrían ponerse en su lugar, pero no está él para hacer frente a preguntas discretas, sencillas, cándidas. ¡Es tan poco lo que se sabe de él!. Aquí van algunas mías, (ni Cuestionario Proust y mucho menos interrogatorio policial), en tiempo presente. Son 28, como los años de su tan corta vida.
¿Qué es lo que te preguntás hoy con más frecuencia?
¿Cuáles son tus sueños?
¿Qué artesanías propias elegís para mostrar en una exposición?
¿Dónde aprendiste a tatuar?
¿Qué te gusta y qué no te gusta de 25 de Mayo?
De todos tus murales, ¿cuál es tu preferido?
¿Qué estudios completaste?
¿Fuiste buen alumno?
De chico, ¿decías que querías ser cuando fueras grande?
¿Creés en Dios?
¿Te psicoanalizás?
¿De que cuadro sos?
¿Tenés algún apodo?
¿Desde cuando usás rastas?
¿Te gusta leer?
¿Hay algún autor que te marcó?
¿Cuál fue el trabajo que más te gustó hacer?
¿Sabés cocinar?
¿Para quién es la última carta que escribiste?
El 15 de julio pasado fue tu cumpleaños. ¿Como lo festejaste?
¿Estás enamorado?
¿Cuál es tu comida preferida?
¿Qué te gusta más? ¿El cine o el teatro?
¿Cómo se llama tu mejor amigo?
¿Te gusta viajar?
¿Conocés Chile?
¿Qué preferís? ¿Hacer preguntas o responderlas?
¿Es cierto que no sabés nadar?
En varios lugares del país se levantaron espontáneos altares para repudiar su sacrificio y para reivindicar su memoria. En lugar de velas enciendo preguntas que, a veces, también iluminan.