En las barriadas del Conurbano bonaerense, las organizaciones y movimientos populares se encuentran en la primera línea de contención social frente a la pandemia del Covid-19. En ese contexto, el diagnóstico compartido marca la necesidad urgente de una mayor intervención estatal en la provisión de alimentos, agua potable, elementos de higiene y desinfección de manera directa en los barrios humildes; que no sólo va a contener socialmente a los vecinos, sino que a corto plazo les facilitará el cumplimiento del aislamiento preventivo obligatorio.
También reclaman con la misma urgencia mayores partidas de alimentos para comedores y merenderos, que en gran parte se encuentran sobrepasados ante el aumento de la demanda.
“Se incrementa semana a semana la llegada de vecinos a comedores y merenderos. Y además se convierte en un espacio que no es sólo abastecerse de comida. El que va a buscar comida a veces se informa, pregunta, denuncia, averigua”, remarcó a Tiempo Nicolás Caropresi, del Movimiento de Trabajadores Excluidos-UTEP.
“Las organizaciones estamos preocupadas, en primera instancia, en que haya alimentos. Que los comedores no se saturen de gente, que se pueda atender a la demanda. Porque lo que pasó con la medida de la cuarentena, es que frenaste la economía popular, que funciona en su mayoría en la vía pública. Hay gente que se quedó sin ingresos de un día para el otro. Hay medidas nacionales que vinieron bien, el Ingreso Familiar de Emergencia, el IFE, va a ser un aporte importante para muchísimas familias”, señaló. “En los comedores y merenderos estamos pidiendo que dupliquen la cantidad, y están reforzando”, proyectó.
Respecto a los comedores y merenderos, algunas organizaciones manifestaron una propuesta audaz: que se abran nuevamente todos los comedores de las escuelas bonaerenses para que los movimientos lleven a cabo allí su labor alimentaria. En ese sentido, Juan Carlos Alderete, coordinador nacional de la Corriente Clasista y Combativa, diputado nacional (FdT) y vecino de González Catán, La Matanza, contó a Tiempo: “Le hemos dicho a la ministra (de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia) Fernanda Raverta, que lo mejor que puede ocurrir es que abran todas las escuelas y que no se cocine en la casa de una familia o en un comedor, sino que se cocine y se atienda en la escuela, que se les entregue allí la vianda todos los días. En ese caso iríamos a las escuelas, las cocinas son más grandes, hay mayor comodidad para repartir”, apuntó.
Fuentes del gobierno provincial confiaron a Tiempo que la medida “se analiza, pero directivos y docentes son muy reticentes a “compartir” el espacio”. Por ahora, señalaron, continuarán con el reparto de bolsones con los cuales se reemplazó provisoriamente al Servicio Alimentario Escolar.
Riesgo sanitario y aislamiento
El escenario más temido por todos es que la pandemia se instale en los barrios populares. “Nosotros podemos llevar relevamientos en los barrios donde tenemos presencia, para acercar a las autoridades políticas y sanitarias. Porque si en algún momento se sospecha de un vecino que tiene el virus, hay que aislarlo de forma inmediata. Hay que sacarlo del barrio. Porque en los barrios populares, en una habitación duermen cuatro personas, una familia. El contagio puede crecer rápidamente, y no queremos ni pensar en una epidemia en los barrios populares”, advirtió Alderete.
Y ese punto está ligado a las condiciones del aislamiento en los barrios. Por el momento, la idea que se impone es la de un aislamiento controlado, en un determinado número de manzanas, en un perímetro. “El aislamiento individual es absolutamente necesario. Pero alguien, para quedarse en su casa, tiene que tener dos cosas: comida y elementos de higiene. Ninguna de las dos ha llegado a los barrios populares. Para eso tendría que haber, todos los días, o por lo menos cada dos días, distribución de alimentos. Creemos que el Estado tiene que ir a los barrios populares, se lo dijimos a los funcionarios”, planteó Eduardo Belliboni, del Polo Obrero.
De allí que, en líneas generales, las organizaciones sociales evalúen positivamente la presencia logística del Ejército para distribuir alimentos en distritos como La Matanza y Quilmes, pero “sin prepotencia” hacia los vecinos.
La provisión de agua es otro de los puntos críticos en los barrios. Belliboni anticipó: “El día martes nos va a recibir el ministro (Arroyo), según nos anunciaron. Vamos a llevar un pliego de reivindicaciones y reclamos, que parten desde el agua potable. El primer punto es que hay muchos barrios que no la tienen. La gente no se puede lavar las manos si no tiene agua. Es un petitorio para que se resuelvan problemas como la comida, la distribución de kits de limpieza, la coordinación con hospitales públicos”.
A nivel distrital, señalan; “Hay una resistencia, pero por suerte los intendentes están aflojando, incorporando las organizaciones sociales a los comités de emergencia”, contó Alderete.
Sin barbijos
Varias organizaciones plantearon su preocupación porque el Estado aún no les envía elementos de protección, como barbijos, alcohol en gel y lavandina, entre otros, sobre todo en comedores y merenderos. “El viernes pasado, en el Comité de Emergencia Nacional, les hemos planteado que esos compañeros, que son mil en todo el país en nuestro caso, no han recibido ni siquiera un barbijo.
Venimos pidiendo medidas de seguridad para esos compañeros. Ellos mismos tienen que fabricar sus barbijos, sabiendo que sirven muy poco, porque tienen que ser de una tela especial, los hacemos como podemos. No tenemos alcohol en gel, lo tenemos que fabricar nosotros”, contó el diputado nacional Juan Carlos Alderete, coordinador de la Corriente Clasista y Combativa. Eduardo Belliboni, del Polo Obrero, contó: “Les hemos tenido que comprar nosotros el alcohol en gel, y fabricamos caretas porque no hay barbijos”.