El acto del jueves fue, entre muchas otras cosas, un momento de cierre de ciclo y vuelta de página. El kirchernismo convocó y hacia La Plata peregrinaron todos los sectores del peronismo bonaerense, incluso dirigentes albertistas, del Frente Renovador y militantes del Movimiento Evita. Si bien se esquivó la definición de candidaturas, se plasmó quién tiene la centralidad en la conducción del peronismo, no en la gestión de gobierno, pero sí del diseño electoral: Cristina Fernández.
Fuentes del peronismo bonaerense encolumnadas con la vicepresidenta confirman que la falta de definición de Cristina no es especulación sino que todavía no tiene decidido qué camino va a tomar, ya que esa decisión depende de dos cosas: la evolución de la inflación y las decisiones que tome Juntos por el Cambio.
Con esas dos variables en suspenso, la vicepresidenta diseñó un esquema que prevé distintas opciones: ella como candidata o postuladora de algún elegido, entre los que se destacan Axel Kicillof, Eduardo «Wado» de Pedro –ambos dirigentes fueron los únicos que subieron al escenario el jueves– y Sergio Massa.
Según las fuentes bonaerenses, el escenario que se aproxima en 2023 para la candidatura de Cristina es muy parecido al de 2019 porque sigue habiendo una parte importante de la población que no la votaría. Incluso, si se gana la elección, gobernar no será fácil. Hoy se repite la posibilidad de que una candidatura de Cristina salga primera, pero no triunfe en primera vuelta y que pierda en un eventual balotaje.
Es por eso que cobra fuerza la opción de acumular representación para repetir la estrategia de traspasar la candidatura, pero con otro elegido. La opción que toma más fuerza por estos días es Sergio Massa, a quien Cristina pondera por su capacidad de trabajo y que, a su vez, contrapone con Alberto a quien le endilga cierta falta de gestión.
La opción Massa se vuelve cada vez más real, sin embargo, las diferencias programáticas con el ministro de Economía son muchas, por ejemplo, entre el proyecto de salud del kirchnerismo, que propone una integración mayor del sistema sanitario público, privado y de las obras sociales, y la idea que expresó Massa de cobrarle más al que más lo usa, tal como pretenden las prepagas.
En cambio, si no es Massa el elegido, además del «Wado», apareció la posibilidad de subirlo a Kicillof, aunque esto no esté en los planes del gobernador bonaerense, que siempre dijo que prefería tener dos mandatos seguidos en la provincia para poder llevar a cabo su plan de gestión. La ventaja de Axel es el nivel de conocimiento a nivel nacional y el expertisse económico, que es muy valorado por Cristina, con quien ella ya trabajó. Pero muchos especulan que la opción del «refuerzo identitario», es decir, ir solo con un candidato kirchenrista que no es Cristina, es peligrosa y se puede perder. Por eso, la opción pragmática que recae en Massa toma fuerza. Pero esa tensión no está resuelta todavía.
Otra de las novedades de este escenario es que la insistencia de Alberto en presentarse en las PASO dio sus frutos y empezó a ser evaluada como positiva. En un escenario con una competencia interna en Juntos por el Cambio entre Facundo Manes, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, se muestra voluminosa y puede llegar a trepar a un 35% o más de los votos, contra una candidatura solitaria del oficialismo. Más allá de que no se trasladen de manera completa eventuales votos de Manes a Bullrich, las PASO se vaticinan amargas para el oficialismo. Es por eso que evalúan que una competencia interna entre Alberto como representación de la actual gestión contra un candidato bendecido por Cristina «puede ser interesante».
En el kirchnerismo sostienen que Alberto complicó el contrato electoral al no garantizar la suba de los ingresos de los sectores populares, a los que pretende representar el peronismo. También recalcan que no cumplió con la promesa, tan repetida en reportajes, de no pelearse con Cristina. «Alberto dilapidó una oportunidad enorme», se lamentan. Según las fuentes, lo que más molesta a la vicepresidenta es que su compañero de fórmula nunca puso atención a sus sugerencias, tal como lo reveló esta semana el exministro Martín Guzmán, quien de manera pública contó como no valoraba la posición política de Máximo Kirchner y hasta lo tildó de «caprichoso».
Más allá de las discusiones pasadas, la inflación y la inseguridad son los problemas ahora que más aparecen en las encuestas que miran en provincia. De hecho, los intendentes que luego se reunieron en la residencia del gobernador, se mostraron contentos con el discurso de Cristina sobre un área en el que el kirchnerismo nunca tuvo una posición clara. Por eso es que la vicepresidenta tildó de «berreta» la contradicción entre garantismo y mano dura y habló en nombre de los vecinos y vecinas bonaerenses que no tienen garantizada una convivencia tranquila en sus barrios, sobre todo, en momentos en que los ingresos se erosionan mes a mes, a la vez que también visibilizó los problemas que traen las mismas fuerzas policiales en los barrios.
Desde el escenario le disputó el concepto de orden y seguridad a la derecha, encarnado en Patricia Bullrich, que también puede llegar a ser una candidata a gobernadora en un eventual esquema en el que Macri compita por la Nación y se logre reeditar el empujón que le dio la elección de María Eugenia Vidal a Macri en el balotaje de 2019.
Por eso es que, más allá de las discusiones teóricas, Cristina llamó a resolver el problema ahora por lo que suena con fuerza el nombre de una de las personas de su confianza, el actual ministro de Justicia y Derechos Humanos bonaerense, Julio Alak, para asumir las funciones de Seguridad en una eventual fusión de ambas carteras, por lo que Sergio Berni –tan criticado por los intendentes– quedaría fuera del gabinete.
Alak viene trabajando en la vinculación del sistema penitenciario con las universidades con el objetivo de bajar la reincidencia, ya que uno de los datos clave de la inseguridad en territorio bonaerense es que casi la totalidad de los que cometen delitos no lo hacen por primera vez.
Lo que sí está claro es que Cristina no va a renunciar a la representación ni al legado kirchnerista y va a planificar la sucesión, en medio de este dinámico mapa de candidaturas, en el que no se descarta su postulación. Es que, hasta ahora, siempre según las fuentes bonaerenses, el único escenario de triunfo posible para el oficialismo, parecido a lo que pasó en Brasil, se da en un balotaje entre las dos figuras que encarnan al neoliberalismo y su alternativa: Macri vs Cristina. «