Mauricio Macri estará afuera de una boleta electoral por segunda vez en tres lustros y sigue sin definir su lugar dentro del partido que fundó. Así vivirá un test determinante para Juntos por el Cambio. La coalición opositora de derecha comenzará a definir su futuro liderazgo en las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO) de este domingo, en una contienda interna entre el alcalde porteño saliente Horacio Rodríguez Larreta y la exministra de Seguridad Patricia Bullrich.
De la competencia entre ambos dirigentes del PRO saldrá el candidato o candidata presidencial de JxC que se medirá en las elecciones generales del 22 de octubre. También empezará a delinearse la geografía interna de la alianza con otros dos comicios clave de esta jornada: la pelea en la provincia de Buenos Aires entre el larretista Diego Santilli y el bullrichista Néstor Grindetti, además del duelo porteño entre el exintendente de Vicente López Jorge Macri y el senador radical Martín Lousteau.
Los dos aspirantes nacionales del PRO son secundados en sus fórmulas por dos dirigentes del radicalismo. La UCR finalmente no pudo imponer un precandidato presidencial propio. El partido seguirá a la saga del PRO en la definición de las candidaturas, en un reflejo de la división interna que tiene el radicalismo respecto a la relación con el PRO. Las orientaciones ya no pasan por pelear la presidencia sino por matices en los giros radicales hacia la derecha.
Rodríguez Larreta lleva como precandidato a vicepresidente al gobernador jujeño y presidente del Comité Nacional de la UCR, Gerardo Morales, y Bullrich tiene como vice al exdiputado Luis Petri, considerado un «átomo libre» del partido, pero con el respaldo del sector radical más cercano a la exministra, conducido por los mendocinos Alfredo Cornejo y Ernesto Sanz.
Para JxC la última semana de la campaña concluyó más teñida de violencia que en el comienzo. Rodríguez Larreta comenzó el despliegue proselitista con la nominación de Morales, pero con un cerrado respaldo a la reforma constitucional que impulsó en Jujuy y a la posterior represión que desató el gobernador-precandidato en su provincia para disciplinar las protestas contra la reforma.
Los cambios parciales en la carta magna pusieron en su texto prohibiciones para protestas sociales y un drástico cambio en el reconocimiento de las comunidades originarias que afectará en la tenencia de las tierras donde viven. La crisis en Jujuy impactó a nivel nacional y desnudó la dureza represiva de la provincia, pero dentro de JxC benefició a Morales y a Larreta en su confrontación con Bullrich y Petri.
Ambos hacen campaña con una reivindicación de la mano dura e impulsan un abrupto shock de ajuste económico y drástico final del cepo. La precandidata no pudo explicar de dónde sacaría los dólares para hacerlo, dentro de una serie de errores no forzados que le habrían provocado un estancamiento en su posicionamiento. Encontró un adversario en Morales, que jugó a capitalizar electoralmente la represión que habilitó en su distrito.
Esta semana el alcalde porteño también quedó sumergido en la misma dinámica. Esta vez no fue por el respaldo a Morales sino por la represión que desató la Policía de la Ciudad este jueves para desalojar a 40 personas que participaron de una movilización impulsada por dos organizaciones de izquierda. En el operativo murió el periodista Facundo Molares que tuvo un infarto luego de que un efectivo policial le aplastara el rostro contra el suelo. El gobierno porteño sostuvo que falleció por problemas «preexistentes» y negó cualquier responsabilidad en el homicidio. Horas después Rodríguez Larreta defendió a la policía y respaldó el operativo.
El asesinato de Molares se metió de lleno en la campaña porteña, pero no hubo matices entre Jorge Macri y Lousteau. Tampoco con Bullrich, porque a pesar de la mala relación que tiene con Larreta, la exministra respaldó la represión y bancó al gobierno porteño. En la Ciudad la campaña fue muy deslucida y no alcanzó a poner en segundo plano la durísima disputa entre Mauricio Macri y Rodríguez Larreta por la falta de respaldo al primo del expresidente y los guiños larretistas a favor de Lousteau, que no hicieron otra cosa que aumentar la guerra interna entre el alcalde saliente y el fundador del PRO.
El otro foco de tensión está en territorio bonaerense donde Santilli juega su segunda candidatura en la provincia luego de dejar el gobierno porteño. Hace dos años se postuló como diputado nacional y ahora es precandidato a gobernador por el larretismo. Enfrenta a Néstor Grindetti, que pidió licencia como intendente de Lanús para presidir el club Independiente.
Los avatares de la institución deportiva golpearon la carrera de Grindetti como escudero de Bullrich, pero la situación empeoró este miércoles con el asesinato de Morena Domínguez, que falleció luego de los golpes que recibió de dos ladrones que le robaron el celular a bordo de una moto en Lanús. El caso puso en crisis al secretario de Seguridad a cargo de la intendencia, Diego Kravetz, que viene haciendo campaña con su gestión. Desde el homicidio transita uno de los peores momentos de su carrera política, aunque las esquirlas no sólo afectan a Grindetti sino también a la administración provincial y al gobernador Axel Kicillof.
En el larretismo confían en una victoria de Santilli sobre Grindetti. Creen que ese caudal alcanzaría para equilibrar en la desventaja de Larreta con Bullrich en otras provincias, aunque en cada campamento se muestran cuidadosos y temen una contienda muy reñida entre ambos candidatos.
Desde el crimen de Morena todos los candidatos suspendieron sus cierres de campaña en un sprint final cargado de luto y de un inesperado foco por la inseguridad. Si las estimaciones sobre el nivel de participación eran sombrías desde hace meses, ahora son peores en vísperas de este domingo y las estimaciones que barajan en JxC apuntan a un 55% de asistencia, diez puntos por debajo de los cálculos más pesimistas del oficialismo.
¿Cómo impactarán los últimos hechos que marcaron este cierre de campaña? Algunos estiman que podría reducir más la participación y otros calculan que podría incrementar el voto en blanco, dos variables que preocupan tanto al oficialismo como a la oposición.
Ambas incógnitas están en el tablero desde hace meses, pero luego de esta semana entraron en una fase más preocupante para las dos principales fuerzas políticas. Si las bajas temperaturas se extienden este domingo, crecen las dudas sobre la asistencia de los votantes adultos mayores, un punto que despierta interrogantes en JxC y obliga a sus voceros a la moderación. La artillería comunicacional de la coalición está empeñada en sobrevender expectativas respecto a una eventual victoria, pero debajo de la alfombra laten dudas relevantes.
La principal incógnita gira en torno al rol que tendrá el precandidato de ultraderecha Javier Milei, que no utilizará la herramienta de las primarias y no tendrá un competidor interno. Sin embargo, la cosecha de votos que tenga este domingo definirá si el economista se sigue desinflando o si realmente se transformará en un competidor expectante a partir del 14 de agosto, cuando empiece la otra etapa de la campaña que terminará dos días antes del 22 de octubre.
Para JxC la incógnita es doble. La performance que registre este domingo también revelará hasta dónde tracciona la fuga de votos por ultraderecha que afecta a la principal coalición opositora desde hace más de cuatro años. El tema es mu gravitante. A partir del lunes el examen no sólo pasará por el nuevo liderazgo interno de JxC sino por la capacidad que tenga el ganador o la ganadora para contener las voluntades de quien resulte perdedor o perdedora.
A esa duda sobre los roles que podrían tener Larreta o Bullrich se suma los escasos puentes que quedaron con Milei, que sigue convencido de que la exministra jugó en su contra con operaciones en los medios. En esa mesa rota sólo quedó en pie el vínculo de Milei con Macri y la importancia de esa relación también dependerá del veredicto que arrojen las urnas este domingo.