Me encuentro allende los Andes cuando me entero de la partida del compañero Eduardo Jozami. En el año 1995 me incorporé a la cátedra de Elementos de Economía y Concepciones del Desarrollo, época del menemismo, años de resistencia al neoliberalismo. Veintinueve años después pareciera que la historia se repite, pero en esos ciclos de avances y retrocesos, la historia avanza como creación colectiva.
Pensando en Eduardo en estos momentos, cómo no recordar el ejemplo heroico del comandante eterno Ernesto «Che» Guevara, que nos dice: «La revolución no se lleva en los labios para vivir de ella, se lleva en el corazón para morir por ella». Conociendo su cercanía con el Che, me sumé a su proyecto, por las aulas de Marcelo T. Alvear. Otros compañeros de cátedra se sumaron por esos deseos de justicia social característico del ser argentino.
En el año 2001 implosiona el neoliberalismo con su secuela de represión, miseria planificada y pobreza; y descubro otra faceta de Eduardo, que conjuga las palabras revolución con Perón y Néstor en los labios, y el coraje de Eva y Cristina en el corazón. Y nos invita a sumarnos como colectivo docente a construir esa década ganada que reduce la deuda externa de un 150% mayor que el PBI en el año 2003 a un 29% del PBI en el 2015.
Hoy pienso: ¡cómo vuelve la deuda externa, Eduardo! ¡Retorna la dictadura del capital, Jozami! Recuerdo tu voz en un curso de verano en la sede Ramos Mejía exclamando: «Hay que agregar valor y trabajo argentino a nuestra producción material, hay que romper la dependencia para construir la independencia».
Recuerdo la última vez que hablamos, que fue para invitarte a votar en las elecciones de la Facultad, con tu compromiso de siempre, me dijiste «ahí estaré». Hoy continúa estando tu cátedra original multiplicada en dos, con un compromiso que no se lleva en los labios, sino poniendo el cuerpo, defendiendo la educación pública.