Las pautas fijadas por el Consejo Federal de Educación -del que participan todas las provincias- son el marco obligatorio que deberán respetar las escuelas para la vuelta a las clases presenciales en el país, en aquellos distritos cuya situación epidemiológica lo permita. Entre los puntos destacados están el sistema dual -que prevé la combinación de clases presenciales con virtuales-; el ingreso escalonado por turnos; el distanciamiento de un metro y medio entre los alumnos en el aula; el uso de barbijo; los recreos intercalados; el lavado de manos con agua y jabón o alcohol en gel cada 90 minutos; la prohibición de realizar actos escolares y el cierre de la escuela ante un caso sospechoso.
En base a esos parámetros votados ayer, la Dirección General de Cultura y Educación elaboró borradores de los protocolos que se aplicarán en las escuelas bonaerenses en los tres niveles educativos: inicial, primario y secundario. Ahora, esos documentos serán sometidos a consideración de directivos, docentes, no docentes, gremios, consejos escolares y familias, primero a nivel de cada una de las 25 regiones educativas que tiene la provincia, y luego, a nivel de cada municipio.
La idea del gobierno es que, tras el receso escolar de invierno que finalizará el 31 de julio, los alumnos de los municipios del interior que están en Fase 5 -la más flexible de la cuarentena con salidas recreativas, restaurantes y gimnasios abiertos- vuelvan a las clases presenciales que están suspendidas desde el 16 de marzo. Claro que la decisión siempre será epidemiológica y dependerá del visto bueno del Ministerio de Salud. Hoy hay 71 distritos en esa «nueva normalidad», donde existen 4 mil instituciones educativas (3500 de carácter público y 500 privadas) a las que concurre el 13% de la matrícula total provincial que es de 5,2 millones de estudiantes.
En el Conurbano, la situación sanitaria es muy distinta y el regreso a las aulas es todavía incierto. Allí se concentra la mayor parte de los casos de coronavirus, los contagios siguen en ascenso y desde el miércoles la cuarentena volvió a la Fase 1 en busca de aplanar la curva. Los distritos del primer, segundo y tercer cordón concentran el 74% de la matrícula provincial. Educación comenzará a consensuar los protocolos para tener todo listo para cuando el virus esté controlado y sea factible pisar las aulas.
«En los distritos que no tienen casos podemos pensar en volver a clases, pero esa vuelta debe atender las diversas realidades regionales y la evolución de la pandemia que también es dinámica», explicaron desde la cartera educativa a Tiempo y aclararon que deberá haber un «fuerte consenso comunitario».
Para la vuelta a la presencialidad, Educación considera que, además de las condiciones epidemiológicas (no tener casos) y el protocolo adaptado a la realidad de cada escuela, los establecimientos deberán contar con las condiciones edilicias adecuadas. En este sentido, el objetivo de Kicillof es concluir las 875 obras que se habían iniciado como parte del plan «Escuelas a la obra» y que vienen a un ritmo lento por la pandemia.
La prioridad estará puesta en los alumnos que no lograron tener continuidad pedagógica virtual por no contar con conectividad y que siguieron las tareas a través de los más de 8 millones de cuadernillos impresos que la DGCyE repartió. Según los números oficiales, hay un 25% de los estudiantes que está en esta condición. También estarán en esa lista prioritaria los alumnos que cursen el primer o el último año de la primaria y de la secundaria y que, por eso mismo, deben reforzar el paso de un nivel a otro.
Otro punto a destacar: docentes y alumnos no regresarán a la escuela el mismo día. Como ocurre en el arranque de cada ciclo lectivo, primero volverán a la escuelas los equipos directivos, los docentes y no docentes para «afinar» la organización de la presencialidad, y luego lo harán los estudiantes.
Las autoridades educativas no descartan tampoco que se extienda el ciclo lectivo o que se inicie antes el 2021 de manera de compensar los días perdidos este año por la pandemia. También se estudia modificar la fecha de las mesas de exámenes que habitualmente se realizan en diciembre. En cualquier escenario, la clave estará en la articulación de los dos ciclos lectivos para garantizar los contenidos postergados por la pandemia.