La presión del coronavirus sobre el sistema de salud no afloja en el AMBA, pero los rebrotes en el resto del país dan cuenta de que la pandemia no reconoce fronteras y se filtra donde los protocolos se relajan. Ya son 12 las provincias con circulación comunitaria y en nueve de ellas, más del 40% de los testeos realizados el último viernes dieron positivo.

Los ingresos a terapia con diagnóstico de Covid también replican la tendencia: mientras el AMBA duplicó las camas ocupadas desde el 1 de julio (de 533 a 1041), en el resto del país la cifra se sextuplicó (de 43 a 252). “Tenemos reuniones semanales con todas las provincias porque no es lo mismo la capacidad de respuesta que puede haber en la Ciudad de Buenos Aires que en otras jurisdicciones. En Jujuy hubo un problema de transmisión dentro del personal de salud y hubo que coordinar apoyos. Es un ajedrez permanente”, explica Analía Rearte, a cargo de la Dirección Nacional de Epidemiología e Información Estratégica del Ministerio de Salud.

“Lo que estamos viendo es un aumento real que antes pasaba por AMBA y Chaco, pero que ahora se extendió a todo el país”, continúa Rearte. “En CABA está más estabilizado, pero en el Conurbano sigue creciendo de manera constante, sin ser exponencial. El riesgo es que el sistema de salud no dé abasto y eso lo estamos siguiendo con cada municipio. El objetivo es ralentizar el aumento de casos”, precisa. Para eso la cartera sanitaria también está articulando con facultades de Medicina que colaboran en el territorio tanto con docentes como con estudiantes avanzados. También se brinda asistencia en la carga de datos, mejorando las redes de laboratorio y las vías de información.

“Muchas provincias se prepararon muy bien. Contaban con la experiencia de lo que sucedió en AMBA. Pero ya sabemos que por más que uno haga todo bien, el virus entra. Ningún país pudo evitarlo. Y con todas las provincias estamos trabajando: a Jujuy fueron médicos y enfermeros. También colaboramos con Santa Cruz y Tierra del Fuego”, ejemplifica Rearte. Y cada situación implica mirar un abanico de estadísticas.

Los tiempos de duplicación dan una referencia importante en los primeros días de brote, cuando la base de comparación es pequeña. Una vez que el número de contagiados es alto, por más que los días para duplicar aumenten ya la presión es tan grande sobre el sistema de salud que la referencia pasa a ser las camas de terapia y los respiradores disponibles. Pero cada provincia también releva sus propios indicadores, explica Rearte. Y cita como ejemplo el número de consultas en unidades febriles o en centros de salud.

Por eso esta semana el Ministerio añadió la posibilidad de confirmar como caso positivo a las personas que manifiesten síntomas de caso sospechoso y convivan con un contagiado confirmado por laboratorio. “Es un criterio clínico-epidemiológico que se usó en todo el mundo para Covid. Busca eficientizar recursos y tiempos. Hay que tomar en cuenta que es Covid-19 el 99% de los virus respiratorios que circulan. Entonces, es más eficiente para el sistema que cumplas el aislamiento de entrada y evites contagiar a terceros”, añade Rearte.

Todos los casos se registran en el Sistema Nacional de Vigilancia y se computan como positivos, aunque cada jurisdicción puede elegir si incorpora este criterio. El ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, explicó que la Ciudad no lo hará porque cuenta con capacidad en sus laboratorios para testear y dar confirmación de todos los casos sospechosos.

Movilidad y relajación

“Es un virus que se transmite entre personas y cuanta más circulación de personas hay, más avanza el virus”, explica Rearte. “Antes, por cada caso confirmado había que hacer seguimiento a cuatro o cinco contactos que podían considerarse estrechos. Pero ahora hay que seguir a 30, porque hay reuniones de más personas. Y ese es un denominador cuantitativo común que nos cuentan en todas las provincias a las que estamos apoyando”, detalla y permite entender el nuevo momento de la pandemia.

“Pero no es sólo la cantidad de gente con la que estamos, sino que además lo que sucede es que bajamos la percepción de riesgo y disminuimos los cuidados”, añade. “Cuando estás en un hospital, estás atento a todo. Pero en una reunión, bajás las barreras”.

A Rearte se le nota el cansancio en la voz mientras dialoga con Tiempo. Pero la jornada laboral todavía tiene muchas reuniones por delante. Deja un último mensaje antes de continuar. “Hace cinco meses que estamos conviviendo con esto y hasta normalizamos el riesgo de enfermar o que el mayor de 60 años se va a morir. Pero todos somos parte de esto porque todos contagiamos. Así que todos también somos parte de la solución. No se trata de culpabilizar, porque sabemos que nadie lo hace a propósito. Son pautas que cuestan y relajar es normal. Pero tenemos que hacer un esfuerzo más”.  «