Si las negociaciones que se tejen durante este fin de semana llegan a buen puerto, el Congreso retomará sus actividades la próxima semana. En los primeros días se constituirán las 46 comisiones permanentes que deben definir sus nuevas autoridades y composiciones luego del recambio electoral. En el Senado van por el mismo camino y quedan 23 por armar. Las actividades arrancarán el martes en las dos Cámaras con dos temas clave: un intento de reformar la ley de alquileres en Diputados, con el arranque de la Comisión de Legislación General, y el comienzo en la Cámara Alta del trámite para el proyecto, firmado por todo el bloque del Frente de Todos, que busca gravar los bienes no declarados en el exterior para pagar al FMI. Ambos ejes serán un desafío directo para los gestos de amplitud que exhibió esta semana el Gobierno, con la convocatoria que lanzó el presidente de la Cámara Baja, Sergio Massa, para definir con la oposición «una agenda de consensos» que eligió llamar «Moncloa», en referencia al pacto que firmaron las fuerzas políticas españolas para salir de la dictadura.
La similitud con la experiencia ibérica es escasa, pero el término ha sido utilizado durante los últimos 15 años por dirigentes de las principales fuerzas políticas. Elisa Carrió la mencionó en 2007 como una forma de evitar el exceso de poder del kirchnerismo y después fue un tema reiterado por sus socios radicales. En especial por el gobernador jujeño Gerardo Morales, que ahora, al frente del Comité Nacional de la UCR, lo plantea como un acuerdo multipartidario sobre grandes temas. Sin utilizar la misma palabra, el alcalde porteño Horacio Rodriguez Larreta habla desde el año pasado de construir «un acuerdo con el 70% del sistema político» para pactar los ejes comunes de los próximos 20 años.
Hasta ahora no han pasado de los buenos deseos. Massa la planteó por primera vez a mediados de octubre, cuando prometió que el Gobierno convocaría «un acuerdo con la oposición, los empresarios y los trabajadores» después de las elecciones. La cita comenzará a materializarse con el arranque tardío del período de sesiones ordinarias a partir de la próxima semana. Fue el segundo mensaje de distensión que lanzó el oficialismo esta semana. El presidente Alberto Fernández lo jugó el martes, cuando encabezó la agenda del Consejo Económico y Social para 2022, que preside el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz. El plan de trabajo fue elaborado junto al Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), la fundación programática de la que salieron varios funcionarios porteños que rodean a Rodríguez Larreta. El evento tuvo impacto porque Béliz habló de «un estudio pionero que marca y propone un pacto para el buen uso de las redes y que dejen de intoxicar el espíritu de nuestra democracia». La oposición lo acusó de censura. La controversia escaló y dejó en segundo plano la agenda del albertismo: un Plan Quinquenal del Agua con un desembolso de 8000 millones de dólares en obras, un plan para regular la Hidrovía, la inauguración de un «Centro Internacional de Inteligencia Artificial» y la creación de una «Agencia Nacional de Políticas Publicas».
Al día siguiente, Massa relanzó la promesa de octubre en forma de «Moncloa». Fue en la cena por los 40 años de la Fundación Conciencia donde mencionó la idea. Lo hizo delante de dos invitados al convite. Dos destinatarios que impactan directamente en Diputados: Rodríguez Larreta y Morales, que después no tuvieron problema en dejarse fotografiar junto al tigrense. La foto también tiene eco dentro de Juntos por el Cambio. El jefe del radicalismo está empeñado en diferenciarse de las posibles aspiraciones del expresidente Mauricio Macri y al mismo tiempo mantiene una disputa tirante con Larreta. Ninguno oculta sus intenciones de pelear por la presidencia, pero deberán medirse dentro de JxC. Falta más de un año para que se defina esa posibilidad y todavía resta resolver un dilema que atraviesa al PRO, ante el crecimiento en las encuestas del diputado de ultraderecha Javier Milei. Si el macrismo se ve obligado a definir qué hacer con un eventual acercamiento con el dirigente de Avanza Libertad, la coalición opositora comenzará un trance más complejo que pondría en duda su continuidad o terminará de alinearlos a todos detrás de una coalición que solo estará unida para sacar al peronismo del poder.
Entre el acto que encabezó Fernández y la oferta de acercamiento con la oposición que lanzó Massa hay una diferencia. El tigrense habla con Cristina. Este sábado se mostraron juntos en un acto organizado en el Congreso por los 40 años de la Guerra de Malvinas, donde la vicepresidenta volvió a hablar después del largo silencio público que mantiene con el presidente por la negociación con el FMI. Solo lo alteró cuando le tiraron piedrazos a su despacho y lo hizo mediante dos videos.El lunes desconcertó a sus detractores cuando tuiteó una foto de la reunión que mantuvo con el embajador de los Estados Unidos Marc Stanley. Según reconstruyó este diario, no será la última.
Este sábado volvió a la escena pública e hizo uso de su oratoria en un día muy sentido para la titular del Senado. Se sentó al lado de Massa, uno de los dos socios del Frente de Todos que hablan de una agenda de diálogo con la oposición. Al otro también le mandó un mensaje. Luego de preguntarle a Massa si lo había leído, dijo que le mandó al presidente de regalo de cumpleaños el «Diario de una temporada en el quinto piso. Episodios de política económica en los años de Alfonsín», del sociológo Juan Carlos Torre, que retrata los días calientes del gobierno radical en medio de una hiperinflación que jaqueó su final. «