Nicolás Dujovne es un hombre afortunado. En sentido literal. Según su última presentación patrimonial ante la Oficina Anticorrupción, es el segundo ministro más rico en un Gabinete de ricos: declaró una fortuna de 96,9 millones de pesos. Entre los bienes declarados se encuentra la vivienda familiar, una lujosa mansión de tres plantas ubicada en el Bajo Belgrano. Para el ente recaudador de la Ciudad de Buenos Aires, sin embargo, el ministro de Hacienda vive en un baldío. Y eso le permite pagar mucho menos de lo que debería al fisco porteño.
El dato consta en la partida 0342002 de la Administración Gubernamental de Ingresos Públicos (AGIP), correspondiente a la propiedad ubicada en Mendoza al 1100 (la dirección exacta se omite por limitaciones legales). Según el último registro disponible, el ministro paga 2458,11 pesos por mes de ABL e impuesto inmobiliario por un «descampado de 332 m2, con 0 m2 de obra construida. La diferencia entre registro y realidad implica varios miles de pesos de ahorro para el funcionario: en la Ciudad de Buenos Aires, tasa y tributo se calculan en función de la ubicación, la valuación y la cantidad de metros cuadrados cubiertos de la propiedad.
En el caso del ministro, la casa fantasma tiene unos 280 m2 elevados en madera y hormigón. La construcción ocupa los 8,76 metros de frente del terreno, y se extiende hasta promediar los 38 metros que posee de fondo. El resto es un parque de gramilla verde que culmina en una piscina rectangular.
La ausencia de esa obra en los registros impacta sobre la valuación fiscal, que apenas alcanza los $ 589.947,40. A la cotización del viernes, unos 22 mil dólares. Menos de lo que cuesta un monoambiente en una zona desfavorable de la Ciudad.
No es el caso del Bajo Belgrano, uno de los barrios más exclusivos de Buenos Aires. De hecho, varias casas vecinas a la vivienda de Dujovne están valuadas al triple y pagan tributos por más del doble de lo que abona el titular de Hacienda. Por caso, un inmueble ubicado en la misma manzana, y de dimensiones similares a la propiedad del ministro, está valuado en 1,7 millones de pesos y desembolsa unos 5700 pesos mensuales en concepto de impuesto y ABL. La diferencia radica en que el vecino tiene su «inmueble declarado». La casa del ministro, en cambio, se mantuvo en el anonimato fiscal, lo que le permitió reducir la carga impositiva.
Asuntos de familia
Dujovne y su mujer, Carolina Elizabeth Yellati, compraron el terreno de la calle Mendoza el 30 de mayo de 2003. La arquitecta a cargo de la obra fue Silvia Susana Hirsch, madre del ministro y socia de su marido Berardo en uno de los estudios más reputados del país: Dujovne, Hirsch y asociados.
Famoso por haber diseñado la Trump Tower de Manhattan –el edificio emblema de la compañía que fundó el actual presidente de Estados Unidos–, el estudio detalló en sitios especializados las características de la obra que diseñó para el vástago Nicolás. «La casa fue proyectada para un matrimonio con dos hijos» memorizaron para la revista Summa, una de las publicaciones más reconocidas del rubro. «Se priorizó la expansión del jardín y la comunicación vertical y espacial que unificó toda la casa. Los materiales que se utilizaron fueron los tradicionales y simples, como la madera y el hormigón visto», detallaron, y precisaron: «La escalera fue pensada como un espacio en sí mismo. Se resolvió hasta el último detalle constructivo (…) En el último piso, una terraza es utilizada como expansión para el playroom y aprovecha las vistas de la ciudad». Para las boletas que confecciona la AGIP, vale recordarlo, nada de esto existe.
Según consignó el estudio de arquitectura en la publicación, el proyecto se inició en 2003. Para las autoridades tributarias porteñas, sin embargo, la obra comenzó justo al año de la compra del terreno: el 30 de mayo de 2004. Pero en su Declaración Jurada ante la OA, Dujovne dice que incorporó la propiedad a su patrimonio recién un año más tarde, el 1 de junio de 2005. Eso sí: la declara con la valuación fiscal de «baldío» que todavía le otorga la AGIP.
¿Cuánto tiempo lleva Dujovne viviendo en una casa fantasma? El detalle es clave, porque permitiría establecer cuánto se «ahorró» el ministro en impuestos que no pagó. Los vecinos dicen que lo ven pasear por el barrio desde hace más de una década, y que la casa lleva el mismo lapso emplazada en la parcela 13 de la manzana 92 de la sección 35 de la circunscripción 16. Pero en los papeles, la mansión se terminó de construir hace apenas cinco meses.
En enero pasado, 14 años después de iniciada la construcción y en coincidencia con el primer aniversario de su hijo como titular de Hacienda, mamá Hirsch presentó el final de obra ante la AGIP. En la Declaración Jurada de Empadronamiento Inmobiliario, la arquitecta afirmó que las tareas se iniciaron en mayo de 2004 y concluyeron el 30 de enero de 2018. Reconoce, además, que el edificio cuenta con 282 metros cuadrados cubiertos. La declaración, sin embargo, todavía no impacta en las boletas de ABL que abona Dujovne: hasta el cierre de esta edición, la propiedad aún cotizaba como baldío.
El trámite que la arquitecta hizo en enero es una obligación legal del propietario, pero también atañe al constructor. De acuerdo a lo establecido en el Código Fiscal vigente, cualquier modificación que se produzca en una construcción requiere de una declaración jurada de empadronamiento inmobiliario, «ya que es obligación del contribuyente declarar cualquier acción que produzca una diferencia valuatoria respecto de la existente», detalla en su página la AGIP.
¿Acaso el ministro vivió más de una década en un obrador? ¿Fue un oportuno olvido involuntario? ¿O se eludió el trámite para evitar pagar cientos de miles de pesos en impuestos? Dujovne posee las respuestas a esas y otras incógnitas. A través de su vocero, Tiempo consultó al ministro. Pero no hubo respuestas.
Números en la mira
No es la primera vez que el patrimonio de Dujovne queda en el ojo de las sospechas. En abril pasado la revista Noticias reveló que el ministro había blanqueado unos $ 20 millones en el último «sinceramiento fiscal». La operación se habría concretado poco antes de que el excolumnista del TN y La Nación reemplazara a Alfonso Prat- Gay al frente del Palacio de Hacienda, a través de la sociedad extranjera Florentine Global.
Según su declaración jurada, la firma posee buena parte del patrimonio que Dujovne mantiene en el exterior. Que no es poco: el ministro tiene 74 millones de pesos –de los 97 millones que declara– fuera del país. De ese dinero fugado, Dujovne juró que unos 20 millones son administrados por Florentine Global, una firma cuya radicación se desconoce.
Según los sitios especializados en información societaria, hay dos compañías homónimas radicadas en paraísos offshore. Florentine Global LLC se encuentra en Delaware, un estado que funciona como guarida fiscal en Estados Unidos. Florentine Global Investment Limited, por su parte, posee domicilios en Panamá, uno de los destinos más escogidos por los evasores y lavadores de dinero sucio de la Argentina y la región.
En su declaración jurada ante la OA, Dujovne no aporta más datos que el nombre de fantasía de la firma, y que la misma fue incorporada a su patrimonio en julio de 2016. Es decir, pocos meses antes de que asumiera como ministro.
La Oficina Anticorrupción podría despejar dudas reclamando a Dujovne que aporte las precisiones que faltan en su DD JJ. Pero los antecedentes de la titular del organismo, Laura Alonso, no invitan a ilusionarse. De hecho, cuando las sospechas de presunta evasión se hicieron públicas, la politóloga ultramacrista declaró que el asunto no era de su incumbencia.
Quizá para la funcionaria no resulte relevante que las elites argentinas –hoy en el gobierno– ejecuten maniobras de elusión y evasión fiscal, pero esa sangría resulta crucial para una economía que se encamina a un nuevo proceso de ajuste, recesión y mayor exclusión social.
Para decirlo en los términos que el propio macrismo utilizaba tiempo atrás: los impuestos que no se pagan implican menos plata para obras, salud o educación.
De hecho, la fuga de capitales y la evasión están en la base de la crisis económica y cambiaria que, según el gobierno, lo obligó a volver a contraer deuda con el Fondo Monetario Internacional. También gravitó el déficit fiscal, con el cual el ministro contribuyó cargando al Estado gastos personales como la compra de chocoarroz para la merienda, vuelos privados y hasta un almuerzo para diez comensales en su mansión fantasma de la calle Mendoza.
La comida ocurrió el pasado 15 de marzo, y la invitada especial fue la titular del Fondo, Christine Lagarde. Esta semana se supo que aquel almuerzo con diez comensales le costará a los argentinos mucho más que los 31 mil pesos que el Estado pagó por el catering: testigos del encuentro aseguran que ese día, en el «baldío» de Dujovne, el país inició el ruinoso camino de retorno al FMI.«
Fuente de las imágenes: Estudio Dujovne, Hirsch y Asociados