El comando de campaña del Frente de Todos se convirtió en la sede nacional de los festejos, la euforia, y la congregación de dirigentes y futuros funcionarios del gobierno del presidente electo Alberto Fernández. «Mañana todos listos bien temprano, a disposición de Santiago Cafiero», contó a Tiempo una alta fuente del equipo de Alberto F. Según relataron, están todos y todas listos y bajo la conducción del presidente electo para encabezar una transición lo más ordenada posible.
Durante los discursos, la encargada de evidenciar la preocupación por la situación financiera fue la vicepresidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner. El equipo económico estaba atento a las reuniones que se desarrollaban en el Banco Central. Entre la gente caminaban y conversaban Cecilia Todesca y Guillermo Nielsen. Y no ocultaban que la principal preocupación estaba puesta en el dólar y las reservas.
La dirigencia sindical que integra la CGT llegó temprano y acaparó una mesa para sentarse y charlar cómodos. Héctor Daer y Antonio Caló conversaban sobre la importancia de la «gestualidad de la unidad» en medio de la invitación de la CTA a unificar las centrales obreras. En un par de mesas más al fondo estaban Hugo Yasky y Roberto Baradel, que se sacaban fotos con los militantes. Ambos fueron los impulsores de la unidad de las centrales obreras. Nicolás Trotta, uno de los coordinadores de los equipos técnicos que asesoran a Fernández, llevaba un control permanente de los resultados que arrojaban las mesas testigo. Daer destacó el rol del diputado José Luis Gioja en la construcción de la unidad. El sanjuanino fue uno de los pocos no candidatos en subir al escenario y abrazarse con Alberto F.
Cuando Axel Kicillof comenzó a describir la situación económica y financiera de la provincia, los dirigentes sindicales destacaban la importancia de dar cuenta de lo que el gobierno macrista dejaba atrás. Pero arriba del escenario la única sindicalista fue la titular del sindicato de judiciales, Vanesa Siley, feminista y joven representante de la renovación sindical. También estaba Luana Volnovich, diputada electa por la provincia de Buenos Aires y una de las actuales legisladoras que marcó una fuerte vigilancia sobre el Fondo de Seguridad de la ANSES, una de las fuentes de financiamiento de las que echó mano el gobierno. Es que además de Volnovich, el escenario estaba lleno de mujeres dirigentas bonaerenses, como la vicegobernadora electa, Verónica Magario, todavía intendenta de La Matanza y blanco predilecto de la saliente gobernadora María Eugenia Vidal. También estaba Malena Massa, y Cristina Álvarez Rodríguez, diputada reelecta, pero también una de las mujeres con experiencia en el gabinete bonaerense, tras haber sido la ministra de Gobierno de Daniel Scioli.
Al final de los discursos, Dora Barrancos, la académica feminista que acompañó la boleta del Frente de Todos en la Ciudad, caminaba emocionada y se abrazaba con sus compañeras. También se sumaron dos ex ministros de Salud, Daniel Gollán y Ginés González García, ambos sanitaristas que bregan por la sanción del derecho al aborto.
El aluvión
La gente empezó a llegar temprano al comando electoral del Frente de Todos. Ya a las cinco de la tarde había baile en la Avenida Corrientes, casi esquina Dorrego, del barrio de Chacarita. Todavía con sol, se completaban dos cuadras bien colmadas. Adentro, como consecuencia de la ansiedad acumulada, el espacio Cultural C también se había llenado. Es que los dirigentes de todas las categorías querían estar juntos para esperar los resultados. En algún momento, cuando comenzaron los festejos, hasta se animaron a un pogo ricotero.
Cuando Alberto, Cristina y Kicillof salieron a hablar con multitud reunida en la calle, donde los esperaban ansiosos familias, gente mayor, grupos de amigos y amigas, adolescentes con gliter y cotillón peronista comenzó el baile al ritmo de la cumbia y el rock nacional. Abrazos, amontonamientos, reencuentros, daban cuenta de la felicidad que produjo la directiva política de ambos integrantes de la fórmula ganadora: la unidad.