Hace 13 años que el PRO gobierna la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, y a pesar de ser el distrito del país con más presupuesto por habitante, los déficits estructurales no se resolvieron. Incluso en muchos casos empeoraron, demostrando que el problema no es de recursos sino de prioridades. La semana pasada tuvimos un plenario abierto en donde discutimos sobre estos temas.

El discurso público de la gestión de Larreta radica en dos pilares: la eficiencia y el diálogo pero ¿qué significado le atribuye a cada uno? Desde su perspectiva neoliberal ambos aspectos tienen base en el libre mercado y no en los derechos sociales de las personas. En este sentido la ciudad es un territorio pensado para el desarrollo del mercado inmobiliario y la valorización de sus terrenos, sin importar que los alquileres aumentan mes a mes o que sus habitantes no tienen derecho a una vivienda digna garantizada.

Otro ejemplo lo podemos ver en su propuesta para la inclusión educativa en el marco de la pandemia. En 6 meses no se ocupó de la conectividad de esos estudiantes. Hoy pretende solucionar la deserción llevando a 6 mil pibes y pibas a las plazas con tutores que ni siquiera son sus docentes, rompiendo la continuidad pedagógica e incluso poniendo en riesgo la salud de las y los estudiantes. El objetivo es quedar bien ante la opinión pública pero sin democratizar el acceso a la educación.

Esta ciudad tiene una cicatriz cada vez mayor. En la Universidad de Buenos Aires hay más estudiantes del norte que del sur. El promedio de ingreso de los hogares del norte duplica a los del sur. Pero además hay otros datos que en este contexto duelen mucho. Según la médica generalista Estefania Cioffi, en la comuna 8 (Lugano y Soldati) donde el 40% de la población se atiende en el sistema público de salud, no hay ni un solo hospital mientras que en la comuna 13 (Belgrano), donde solo el 4,5% se atiende en la salud pública, existen numerosos centros de atención y hospitales públicos y privados. Esto repercute en los índices de tuberculosis y mortalidad que son más altos en el sur. En esos barrios la expectativa de vida es de 10 años menos que en los barrios del norte.

El transporte es otro punto en donde la falta de planificación del PRO queda en evidencia. Prácticamente no se construyeron nuevos metros de subte, lo cual permitiría contar con una ciudad más integrada. Al contrario se eligen salidas rápidas como el Metrobus que, aunque sean útiles tienen perspectivas limitadas tanto en términos de movilidad como socioambientales.

Algo parecido ocurre con la agenda ambiental, cuyas áreas de gestión reciben importantes sumas pero con resultados escasos. Actualmente los porteños y porteñas contamos con menos de 4 metros cuadrados de espacios verdes por persona, cuando la OMS recomienda entre 15 y 20 por habitante. Sin embargo el gobierno de Larreta sigue loteando terrenos públicos para construcciones inmobiliarias. La misma desigualdad se observa hasta en la basura, producimos una cantidad inmensa de residuos que van a parar al CEAMSE o depósitos sanitarios de la provincia a precio dólar, como nos relata la referente de la UTEP Jackie Flores, mientras hay personas que no tienen para comer. Hay experiencias como el sistema de reciclado con inclusión social que buscan revertir esa lógica poniendo los derechos en el centro de acción estatal.

Respecto de las políticas para la igualdad de género, el presupuesto de la Dirección de la Mujer no ha sido modificado en los últimos años lo cual redunda en un vaciamiento de las áreas destinadas a revertir las brechas y la violencia de género. Hoy en día las mujeres, travestis y trans de los barrios populares son las primeras respondientes y cuidadoras frente a la crisis sanitaria y la ciudad sólo dedica el 0,08% del presupuesto a políticas de género.

Quienes queremos una ciudad abierta e inclusiva no debemos desanimarnos ante este panorama. Por el contrario debemos debatirlo frontalmente. Para nosotros y nosotras la eficiencia es utilizar los enormes recursos de los que disponemos para el bienestar común de las y los habitantes. El diálogo tiene que ser escuchar y atender las necesidades de todas las personas para el acceso igualitario a los bienes y servicios. Todo lo contrario de lo que ocurre hoy en la Legislatura donde no hay intercambio y los proyectos están guiados por el lucro privado.

Para tener una ciudad verdaderamente eficiente y democrática debemos volver a la idea de planificación urbana. Debemos preguntarnos qué ciudad para qué país queremos. La Ciudad de Buenos Aires es autónoma pero está inserta en un país federal al cual debe integrarse.

Necesitamos una ciudad que democratice sus recursos económicos desde una perspectiva de justicia social. Una ciudad con salud y educación pública de calidad para todos y todas, con una red de transporte integrada, que comprenda la redistribución con perspectiva de género y que pueda ser un ejemplo en la agenda ambiental.

No se trata de un asunto de reasignación presupuestaria únicamente, sino de proyecto integral y estratégico. Movimientos sociales como los feminismos, el ambientalismo y la economía popular tienen mucho que aportar en construcción transversal para una vida mejor en común.

Tenemos que ser capaces de articular una propuesta política que promueva una ciudad verdaderamente eficiente y democrática basada en el bien común. Una propuesta que pueda interpelar los intereses de las clases populares y las clases medias. No podemos frustrarnos y pensar que es imposible, al contrario tenemos que hacer crecer el Frente de Todos con el enorme desafío de crear una alternativa de gobierno para todos, todas y todes.