En 1948, a solo tres años de finalizada la Segunda Guerra Mundial, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el día 10 de diciembre la Declaración Universal de los Derechos Humanos y fue aquella la fecha en la que Raúl Alfonsín, a poco menos de dos meses de triunfar en las elecciones que lo consagraron Presidente de la Argentina, asumió el Gobierno para poner fin a la última dictadura cívico militar.
Sin embargo, el 10 de diciembre de 1983 no era la fecha prevista originalmente para el arribo al poder del dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR) después de imponerse por más del 50% de los votos en los comicios del 30 de octubre de ese año, porque el régimen dictatorial había establecido como día para el traspaso el 25 de mayo de 1984.
A poco de establecer esa fecha, y en medio de la crisis política -derivada de las denuncias de violaciones a los Derechos Humanos y la derrota en la Guerra de Malvinas- y económica que atravesaba su Gobierno, el dictador Reynaldo Bignone promulgó el 12 julio de 1983 el decreto de convocatoria a los comicios presidenciales para el 30 de octubre de ese año y el de la asunción del nuevo Presidente democrático, el 30 de enero de 1984.
El decreto promulgado por Bignone fijaba, además, que los senadores y diputados nacionales electos el 30 de octubre tomarían posesión de sus bancas el 19 de diciembre, aunque entrarían en un receso que se extendería hasta el 30 de enero, el día previsto para recibir el juramento del Presidente y el Vice.
El 51,75% de los votos obtenidos por la fórmula de la UCR compuesta por Alfonsín y Víctor Martínez le permitió sumar 317 electores sobre los 600 que integraban el Colegio Electoral.
Esa mayoría absoluta conseguida por Alfonsín le permitió iniciar las gestiones necesarias con la junta militar para pedir un adelantamiento de la entrega del mando presidencial.
Los tres meses que quedaban transitar hasta el 30 de enero resultaban una eternidad para radicales y militares en un país con una deuda externa de 45.000 millones de dólares, casi sin reservas bancarias y un índice inflacionario en alza.
En ese contexto, y ante el pedido reiterado de Alfonsín, Bignone decidió adelantar la asunción por medio de un decreto promulgado el 16 de noviembre, algo más de dos semanas después de los comicios. La fecha elegida para el traspaso, por pedido de quien sería el primer presidente democrático tras siete años de dictadura, fue el 10 de diciembre en conmemoración por la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El objetivo que se había planteado Alfonsín, que había sido uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), fue darle a esa fecha un significado nacional al que ya tenía a nivel global.
Ese día recibió temprano el bastón y la banda presidencial de manos de Bignone, el último jefe militar de la dictadura que había asaltado el poder el 24 de marzo de 1976.