En la reunión que tuvo hace poco más de una semana con el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, el exministro de Economía y potencial precandidato presidencial Roberto Lavagna hilvanó una explicación sobre por qué rechaza la idea de que el espacio político que intenta conformar defina la candidatura utilizando las primarias abiertas.
Esta posición de Lavagna es uno de los escoyos que tiene que sortear Alternativa Federal para terminar de consolidarse. El posible frente tiene su vértice en el peronismo no kirchnerista pero apuesta a sumar a un sector del radicalis mo, al socialismo santafesino y al GEN.
Volviendo a la cumbre de Córdoba, el exfuncionario de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner le dijo a Schiaretti que resultaba contradictorio plantear un espacio político que propone una suerte de gobierno de unidad nacional y al mismo tiempo habilitar las PASO. Sostuvo que no es fácil controlar el nivel de virulencia de una interna. Que las tensiones en la campaña para definir al postulante podían escalaran mucho y que eso colisionaría con el mensaje de consenso y unidad que imagina como eje de su propuesta hacia el electorado.
A pesar de sus argumentos, el exministro no se llevó la respuesta que esperaba. El cacique del peronismo cordobés insistió con el esquema de las internas abiertas para definir al postulante. Le dijo, con números en la mano, que llevando varios candidatos el frente tenía más chances de acercarse en las primarias al caudal electoral de Cristina Fernández y del presidente, Mauricio Macri.
La dinámica de la crisis y la falta de coincidencia desembocaron en que ambos dirigentes pactaran patear para adelante la definición.
Ciertamente, la gravedad de la situación económica hace que el 22 de junio (fecha en la que se inscriben los candidatos) se ubique a años luz de distancia. Todo puede cambiar.
La idea del gobierno de «unidad nacional» está inspirada en la experiencia de la gestión de Eduardo Duhalde. Lavagna fue su ministro de Economía y hoy el expresidente es el mentor de su postulación. Duhalde asumió la presidencia en diciembre de 2001 después de acordar con el exmandatario Raúl Alfonsín (hoy se cumplen diez años de su desaparición física) que la UCR sería parte del Ejecutivo. Los radicales pusieron tres ministros en esa gestión y acompañaron en el Congreso las medidas centrales con las que Duhalde comenzó a intentar trazar un camino de salida del modelo neoliberal que había colapsado. El clima de cataclismo financiero y económico que se respira en estos días colabora con la utilización de la evocación de aquella experiencia para este momento.
Sin embargo, las dificultades para garantizar la cohesión del espacio político que se propone como «tercera opción» siguen a flor de piel. Sergio Massa no está dispuesto a bajar su candidatura presidencial y proponerse como gobernador bonaerense, algo que hasta su propio suegro, Martín el «Pato» Galmarini, le sugirió. El tigrense está «enojado» con Lavagna. En la campaña electoral de 2015 lo mostraba como parte de su equipo y hoy el economista se propone como líder del espacio que él (Massa) considera que construyó.
Lo que sí ha logrado sumar Lavagna es un apoyo cada vez más decidido de los radicales disidentes, críticos del gobierno nacional, que cada vez ocultan menos su deseo de irse de Cambiemos. Paradójicamente, ese apoyo y otros más podrían ser decisivos en la primaria a la que el exministro se resiste. El éxito de la posición que por ahora mantiene depende entonces de su crecimiento en las encuestas. Por ahora los sondeos lo muestran mejor que a Massa y que a Juan Manuel Urtubery, sus potenciales rivales, pero con una diferencia que aún no sirve para convencerlos de que su mejor opción política es bajarse. «