El gobierno puso sobre la mesa de la jueza federal María Servini de Cubría su estrategia para controlar a la comisión normalizadora llamada a reencauzar la vida institucional de la AFA. Tal como lo hizo con el Consejo de la Magistratura, busca inclinar la paridad de fuerzas a su favor. Y para ello se insinúan dos variantes: que la comisión normalizadora tenga más de seis miembros, y que la mayoría de esa integración esté, por distintas vías, alineada a la administración nacional.
La falta de punto final para ese entretejido es lo que hizo fracasar la reunión del jueves pasado en el despacho que Servini tiene en el Palacio de Tribunales como jueza electoral. Allí ocurrieron cosas. La jueza aceptó que Luis Segura, a quien procesó y embargó por 50 millones de pesos, se fuera de su despacho con un mandato prorrogado más allá de lo que permiten los reglamentos. ¿Cómo se explica?
Servini tiene un único vínculo con la AFA: la denuncia de Graciela Ocaña por presuntas irregularidades en los fondos del programa Fútbol para Todos. Sólo puede ocuparse de ese tema; sin embargo, y por fuera de FPT, ordenó desconocer la intervención de FIFA y convocó a una reunión para acordar cómo conducir la transición hacia una AFA democrática. Si hubiera asumido la virtual intervención, el gobierno se quedaba afuera. Y el juzgado también. Por eso partió la orden de desconocerla.
El gobierno quiere que en la comisión normalizadora esté el secretario general, Fernando De Andreis. Mariano Delorenzi es coordinador ejecutivo en la Secretaría General. Se trata del único funcionario del actual gobierno indagado por FPT. Fue sobreseído por Servini y la medida no fue apelada por el fiscal Eduardo Taiano, de modo que está limpio y despejado el camino para De Andreis en la AFA.
La forma en que fue sobreseído Delorenzi es un capítulo aparte. Hace aproximadamente un mes, dos grupos comían en el Restaurante Marcelo, de La Recoleta. De una mesa se levantó uno de los tres veedores designados por Servini en AFA, el ex juez Alberto «el Tano» Piotti. Fue a saludar a los comensales de una mesa larga en la que estaba De Andreis. Surgió inevitable el tema AFA, y Piotti recibió un reproche por sus informes sobre Delorenzi. «¿Lo conocés? Mirá, es él», dijo el dirigente radical Enrique «Coti» Nosiglia, señalando al funcionario que estaba sentado próximo a De Andreis. Piotti quedó petrificado. Del otro lado de la mesa se escuchó una voz ronca que decía: «Andá, Tano, andá.» Era el sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo.
Pero los clubes no quieren a De Andreis. Y van a resistirlo todo lo que puedan. Pese a que Servini de Cubría deslizó que «sería bueno» que hubiera un representante del Ejecutivo en la comisión normalizadora.
En el horizonte se insinúa una conformación con dos, tal vez tres miembros de FIFA, uno de ellos, el escribano Fernando Mitjans, vicepresidente de la Comisión de Apelación de FIFA y presidente del Tribunal de Disciplina de AFA; representantes de las categorías del fútbol vernáculo y cuatro sillas con signo de interrogación: De Andreis, Fernando Marín como titular de FPT, un representante (directo o indirecto) de la Justicia y un cargo que podría ser para la legisladora Ocaña o para el empresario Daniel Vila. Desde el gobierno sondearon al mendocino y notaron cierta renuencia, pero no saben en definitiva cómo terminará jugando.
A Piotti le bajaron el pulgar, pero Servini consiguió que continúe como veedor. Todo lo demás es objeto de negociación. En la reunión del jueves, el presidente de Boca, Daniel Angelici, buscó un aval para crear la Superliga, pero todavía no lo obtuvo. Sin embargo, el tema de fondo es otro: durante el año de labor de la comisión normalizadora deberá rediscutirse el contrato de Fútbol para Todos. Por lo pronto, todo parece indicar que habrá que pensar en otro nombre.