En el PRO, la designación de María del Carmen Tettamanti como nueva secretaría de Energía no fue vivida como un logro partidario, ni como el desembarco orgánico de cuadros técnicos que ampliarán la influencia y los acuerdos con el Gobierno. «Tettamanti no es el PRO, es Alejandro Macfarlane», espetaron dentro del partido para insistir en la ausencia de antecedentes y pergaminos políticos de la flamante funcionaria. La noticia generó sorpresa en distintos rincones de la fuerza política que fundó Macri, pero no por su impacto, sino porque se enteraron por los medios y cuando hurgaron sobre el nombre de la reemplazante de Eduardo Rodríguez Chirillo, se encontraron con una exnumeraria del actual accionista mayoritario de las distribuidoras de Camuzzi Gas del Sur y Camuzzi Gas Pampeana, que tiene una estrecha relación con el expresidente.
Macri pudo construir esta semana otra narrativa sobre la relación que mantiene con el Gobierno. A la salida de una reunión en Mar del Plata, dentro del road show del coloquio de IDEA, dijo que lo habían consultado sobre el nuevo titular de la cartera energética y que no iba a ampliar detalles hasta hablar con la Fundación Pensar, de donde provenía Tettamanti. Antes del reemplazo de Rodríguez Chirillo hubo una señal que no pasó inadvertida en el sector. Fue la designación de Daniel González como secretario de Coordinación de Energía y Minería del Palacio de Hacienda. El movimiento coincide con el empeoramiento de la interna entre el secretario despedido y el ministro de Economía Luis Caputo, pero también con el post partido de la reunión que mantuvo Macri con el estratega presidencial Santiago Caputo.
Tal como contó Tiempo en su última edición dominical, quienes conocen al magnate aseguraban que estaba detrás de tres objetivos: energía, transporte y poder. La nueva secretaria de Energía sería parte del primer objetivo, pero en el partido no lo anotan como propio. Desde que Macri quedó como presidente del PRO ha buscado aceitar el vínculo orgánico con distintos sectores del partido: dirigentes territoriales, sectoriales, intendentes y gobernadores. Cerca de algunos de los dirigentes más relevantes de ese entramado reconocieron sus dudas sobre el cierre de un acuerdo más amplio y ambicioso entre Macri y Caputo. En vez de certezas, hay un extendido escepticismo porque no sabían del nombramiento y porque tampoco había señales de algún involucramiento partidario en una lista corta de nombres para desembarcar en el Ejecutivo.
«La ausencia de anticipación y de consultas sugiere que es todo más endeble de lo que parece. Es posible que Mauricio esté sobrevendiendo como un desembarco algo que dista de ser así. No parece ser parte de un acuerdo sostenible y consistente y tampoco una jugada del Gobierno para cerrar con Macri», lamentó otro importante dirigente provincial que conoce el nivel de resistencia y rechazo que tiene Macri ante el «triángulo de hierro» que protagoniza el presidente Javier Milei, su hermana Karina y el joven Caputo.
La lectura predominante dentro del PRO, entre dirigentes territoriales y legisladores, es que la llegada de Tettamanti bajo la férula de Caputo es mucho menos sofisticada de lo que parece. No hay señales de que Macri esté ejecutando un acuerdo político previo a cerrar un pacto electoral, sino que está poniéndose al frente de una serie de incorporaciones que también podrían concretarse sin su intervención. «A él le sirve decir que lo consultaron y que la propuso a ella, está muy jugado y algún rédito político tiene que mostrar», interpretó un dirigente que esperaba otra actitud de Macri como presidente del partido, distinta a adjudicarse la inclusión de funcionarios. Tettamanti, dicen, tuvo un «muy reciente» paso por la Fundación Pensar y aportó conocimiento a la campaña de Bullrich, pero no es considerado un cuadro técnico del partido.
En el Congreso son más despiadados con el magnate. «Mauricio prioriza sus negocios al partido y si hay intercambios, no es por simpatía, sino por necesidades», consideró un legislador que no descarta que surjan nombres de su bancada para engrosar algunas áreas del Gobierno. No como una ampliación del poder de Macri dentro del gobierno, ni en el marco de su rol como titular del partido, sino como una forma de empezar a pagarle favores a los verdaderos protagonistas del apoyo del PRO al gobierno: legisladores y gobernadores, dos grupos de poder del partido que siguen concediendo apoyo sin recibir nada a cambio.
En el caso de los jefes provinciales la lista de reclamos al Gobierno no ha parado de engrosarse y retumbará en Diputados. Estaba previsto que los mandatarios del PRO y la UCR estuvieran la semana pasada en la comisión de Presupuesto, pero la fecha no se consensuó todavía. Cuando lo hagan volverán a desnudar que detrás de otros posibles desembarcos en el Gobierno, como el diputado Luciano Laspina al frente del Banco Nación, hay otra realidad. Es el vínculo con las provincias donde todavía existe Juntos por el Cambio, con una cantidad de conflictos que ya escalaron a la Justicia y otros que serán parte de la negociación fina por el Presupuesto 2025.
La agencia de colocaciones y nombramientos que Macri podría activar para contener desencantados o no perder liderazgo no tiene correlato, al menos hasta ahora, en la arena electoral. Ahí se cocinará el futuro de la relación del PRO con La Libertad Avanza. El partido amarillo tiene dos distritos determinantes: la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires y en ambos el Gobierno quiere las cabezas de lista, como parte de un acuerdo donde el PRO se queda con la parte más chica.
El alcalde Jorge Macri no aparece en la negociación y tampoco asoma como el garante de una victoria electoral para el año que viene. Ante esas dudas, no hay cargo que tranquilice. El PRO tiene que renovar 22 bancas y LLA, 6 el año que viene, y no asoman números que permitan pensar en un escenario que supere la renovación. Milei necesita sumar por encima de ese margen para reducir su debilidad parlamentaria. Ahí es donde el poder de fuego y negociación del PRO es reducido y acotado, porque la derrota que golpeó a Patricia Bullrich el año pasado y derivó en su absorción dentro del Gobierno, ahora es parte de una debilidad palpable en encuestas y territorios. Ante las dudas del futuro electoral, los nombramientos en el Ejecutivo asoman como otra parte de una absorción casi fatal, que avanza con o sin Macri.