La cumbre radical de Villa Giardino terminó con gusto a poco. En los días previos, se habían configurado con claridad los tres grupos que habitan hoy el debate interno de los boinas blancas: el sector más firmemente macrista, encabezado por Ernesto Sanz, Oscar Aguad y el actual presidente del partido, José Corral; el sector intermedio, formado por el bloque de Diputados y su jefe, Mario Negri; y los disidentes, que marcan cotidianamente distancia con el gobierno y sostienen que hay que aceptar las diferencias ideológicas que Cambiemos tiene en su génesis y empujar un cambio de rumbo del presidente Mauricio Macri. Este sector es el liderado por el diputado Ricardo Alfonsín.
Estas tres posturas llegaron a Córdoba aunque, en rigor, los «rebeldes» estaban en minoría. Por esto es que el mensaje que terminó saliendo del cónclave, en la tardecita de ayer, fue un pedido de «mayor protagonismo» para la UCR dentro del actual gestión, sin definir qué significa eso.
«Dijeron algo diplomático porque no había forma de no emitir alguna declaración. Quedó claro que las autoridades partidarias no tienen intenciones de pelear para influir en las políticas fundamentales», remarcó un dirigente del riñón alfonsinista. Y sostuvo que Convención Nacional boina blanca, que se realizará en un mes, será un escenario «más propicio para dar un debate profundo sobre el destino del partido».
Del otro lado de la luna, el diputado Mario Negri, jefe del bloque de Cambiemos en la Cámara Baja, remarcó en un comunicado que hizo circular ayer. «Villa Giardino no es el final de nada. Es el mensaje claro de que con un radicalismo fuerte habrá un Cambiemos más fuerte», destacó. «