Desde la Residencia de Olivos, el mismo lugar donde cenará este viernes con la titular del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde; el presidente Mauricio Macri reconoció públicamente que no está interesado en cumplir con una de las propuestas que le formuló al organismo internacional: frenar el cronograma de reducción de las retenciones a las exportaciones agrarias. «No creo que la retención sea un impuesto inteligente y que nos genere futuro, al contrario nos destruye futuro», contestó ante una pregunta de Tiempo, durante la conferencia de prensa que ofreció este miércoles.
El mandatario eludió que fueron sus funcionarios quienes propusieron frenar la reducción de retenciones al FMI. No se trató de una imposición del organismo, según aclara el último reporte de su staff. Fue una de las pocas precisiones que aportó Macri durante una rueda con la prensa, programada con una semana de anticipación y sin espacio para ninguna repregunta.
El mensaje, de profundo contenido ideológico, fue lanzado cuando la directora gerente del Fondo está por aterrizar en Buenos Aires para participar de la tercera reunión de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales, uno de los capítulos previos a la cumbre del G-20 que se realizará entre fines de noviembre y principios de diciembre.
«El gobierno anterior, para mí en una política muy equivocada, e inédita porque nadie en el mundo lo hace, cobraba impuestos a todos los que exportaban. (…) El único país que castigaba a las exportaciones era la Argentina y por eso claramente no se generó empleo privado en los cuatro años del gobierno anterior y las exportaciones se fueron desmoronando. Por eso le pedimos a los argentinos que tienen capacidad y creatividad que por favor exporten. Por eso sacamos las retenciones, no solo al campo, sino a la minería, a todo», definió el Presidente. El mensaje, según confiaron en Olivos, estuvo orientado a dos destinatarios: Lagarde, que ya tiene la propuesta de Macri como un compromiso y la Mesa de Enlace, cuyos miembros ya se pusieron en pie de guerra ante la posibilidad de que el Estado mantenga las retenciones para financiar el déficit que no logre reducir en la negociación con las provincias para concretar la reducción del 1,3% del presupuesto 2019.
La reafirmación pública del convencimiento ideológico que tiene el Presidente sobre la eliminación de las retenciones fue uno de los principales ingredientes de la treceava conferencia de prensa que ofrece en lo que va del año. Por ahora se desconoce si ese sincericidio es parte de una puesta en escena para hacer todo lo contrario, y calmar discursivamente a los farmers exportadores antes de propinarles un revés tributario para garantizar la supervivencia de la segunda mitad de su mandato.
La rueda de prensa desbordó en formalidades, pero fue demasiado escuálida en contenidos. Un formato que le viene como anillo al dedo al equipo de comunicación presidencial, reconocido por su aborrecimiento a la utilización de la Cadena Oficial de Radio y Televisión y afecto a suplantarlo con videos grabados por facebook live o conferencias con mensajes segmentados. La agenda abierta del último intercambio con periodistas no tuvo un discurso inicial, pero el estilo «a cara de perro» no logró el objetivo trazado: recuperar parte de la credibilidad perdida al calor de la crisis cambiaria, financiera y económica que comenzó después del feriado largo del 1° de mayo.
El crédito del Fondo implica un desafío comunicacional para Cambiemos, que ahora se encamina a recorrer su derrotero político bajo el signo de la escasez económica. Según los asesores del Presidente, ese escenario en pleno desarrollo no requiere de la interlocución de los medios, sino de una comunicación directa con el público a través de las redes sociales. Aún así, ese desdén íntimo es mitigado con ruedas de prensa, donde el jefe del Estado pone a prueba su creciente capacidad para contestar las preguntas sin más precisiones que el discurso de laboratorio que ejercita en cada coucheo.
Para un gobierno obsesionado en fortalecer la conversación del Presidente con la ciudadanía, pero sin intermediarios, el formato de este martes comenzó a evidenciar el desgaste que le imprime la incertidumbre económica, donde el relato oficial contrasta con la realidad circundante de una forma cada vez más tirante. Una de las muestras más notables de esa estrechez la protagonizaron los trabajadores de la agencia pública de noticias Télam, que marcharon a la puerta de la residencia presidencial para repudiar el despido del 40% de su plantilla, en un conflicto que transita su tercera semana.
La protesta de los empleados de la agencia trizó la formalidad republicana que el Gobierno intenta construir con las conferencias de prensa a «agenda abierta». Una contradicción tan notable como la reafirmación del final de las retenciones a los grandes exportadores del agro, mientras la misma administración anula el monotributo social para los pequeños productores campesinos, que ahora afrontarán una mayor presión tributaria. Lo denunciaron las organizaciones campesinas que este miércoles realizaron un nuevo «verdurazo». Regalaron 10.000 kilos de frutas y hortalizas frente al predio palermitano de la Sociedad R Rural para exhibir la crisis terminal del sector.
Una realidad tan omitida por la imaginería discursiva de Cambiemos, como la crisis inducida en la prensa (que ya acumula la pérdida de 3.000 puestos de trabajo) o el escándalo desatado por la existencia de cientos de aportantes truchos para las campañas electorales de Cambiemos, que ya obligaron a la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal a desprenderse de su contadora general, dos días después de designarla.