La campaña se llama Comer Bien: el objetivo es lograr que se implemente una política paliativa ante la crisis alimentaria que aqueja al común de la población. Alrededor de cien personas concentraron en la Iglesia Inmaculada Concepción, de José León Suárez: con pecheras de la campaña se dividieron en grupos y recorrieron los espacios de atención que funcionan en ese distrito. Los datos recopilados serán geo-referenciados. Se proponen reunir los recursos necesarios para lograr que ningún niño, niña y adolescente pase hambre.
“En la provincia de Bueno Aires el 60 % de los niños y niñas están bajo la línea de pobreza. De lo que respecta a todo el país, es de un 50 %. No se cumplen los valores nutricionales para suplir las necesidades de la alimentación básica. Junto a las organizaciones sociales y la Iglesia trabajamos para visibilizar la situación ante la sociedad. Necesitamos donaciones para que los merenderos y comedores puedan paliar esta situación de hambre”, detalle a Tiempo Argentino, Carolina Pedelacq, responsable de la campaña.
“Armamos grupos y fuimos a los barrios a charlar con la gente. La Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) aportó con la movilidad y logística para la recopilación de datos. En los próximos días serán procesados, sistematizados y publicados en la página de la compaña para que todos tengan acceso. Esto surge por la ausencia del Estado. El intendente Gabriel Katopodis aportó alimentos para estos espacios, pero comprendemos que es una problemática que abarca a todo el país por eso buscamos que se implemente una Ley nacional”, asegura Pedelacq. Agrega que “fue un encuentro entre distintas organizaciones sociales, católicas, políticas y de base para relevar los comedores y merenderos de la zona. Lo hicimos para saber a cuantos niños y adultos atienden cada uno de estos dispositivos barriales, los recursos que tienen y la cantidad de personas que trabajan para que funcionen”.
La situación alimentaria de muchas de esas zonas puede palparse en los merenderos, comedores y ollas populares que se alistan desde distintos sectores. Varias organizaciones sociales, iglesias y parroquias formaron una red que cuenta con el apoyo municipal para resistir ante la situación de hambre. “Nuestros chicos necesitan alimentos, sobre todo de buena calidad, es decir, no es cuanto sino qué es lo que comen los niños. Lo concreto es que hay una mala nutrición. Esto hace que el sistema alimentario nacional sea una gran hamburguesería que no tiene en cuenta los valores nutricionales que se necesitan para tener un buen desarrollo y crecimiento. No es solo leche, se necesita carne, frutas, verduras, pollo, huevos entre otras cosas”, explica Leonardo Rebolino, responsable del Movimiento Evita de San Martín.
“Por todo esto, pensamos en la emergencia alimentaria, para que el gobierno nacional construya una herramienta que destine recursos a estos espacios. Es evidentemente que ese dinero hoy está yendo para otro lado. Estamos trabajando para tener a futuro un plan alimentario nacional que pueda suplir las necesidades de nuestros pibes y pibas. El país produce diez veces más de lo que necesita para alimentar a su población, pero la gente tiene hambre”, finaliza Rebolino.
Argentina tiene capacidad para producir 400 millones de alimentos: que haya hambre y mala nutrición es consecuencia de una decisión política. También de la concentración de producción y distribución de los alimentos en siete empresas transnacionales en complicidad con el Estado. Comer bien debería estar al alcance de toda la población. Sin embargo el hambre y la desesperación crecen. Empeora la calidad de alimentación con lo que ello significa, especialmente para el desarrollo físico y cognitivo de los niños, niñas y adolescentes.