Mauricio Macri utilizó este jueves el ardid de una conferencia de prensa en la Casa Rosada para enviar un mensaje por cadena sin cadena nacional en el que dedicó los primeros tres minutos a hablarle a los televidentes directamente, con un discurso preparado y ensayado que respondió a una estrategia de reducción de daños previsible, y consistió en echar para atrás el acuerdo que había firmado por el Correo, para evitar que el tema siga escalando.
La de este jueves debe haber sido la única conferencia de prensa -desde que Macri asumió el gobierno- que generó tanta expectativa. Hasta entonces, el presidente no había hablado del caso del Correo Argentino y, en cambio, había enviado a sus funcionarios a poner la cara por un acuerdo que terminó circunscribiendo a los asuntos privados de su padre. Insistió en que el acuerdo no había sido aplicado, pero soslayó el hecho de que fue el dictamen de una fiscal el que alertó sobre la millonaria condonación de deuda que se escondía en la letra chica. Quedó claro que, en un gobierno que manipula la agenda informativa según sus necesidades, esta vez no funcionaron las vallas de seguridad.
Una clara señal de que el acto fue el resultado de una situación no deseada, es que esta vez la puesta en escena se realizó en el Salón Blanco, y no la tradicional Sala de Conferencias, e incluyó el protocolo típico para este tipo de situaciones: de un lado se ubicaron los periodistas, del otro, los funcionarios. Además, se utilizó el recurso de las diez preguntas previo sorteo de los medios que las formularían- que hasta ahora sólo se había aplicado a las conferencias conjuntas entre jefes de Estado. Macri hace gala de no tener reparos con los medios de comunicación, pero sus diálogos con los periodistas acreditados suelen acotarse a tres o cuatro preguntas. Además, en la Casa de Gobierno son cada vez más los espacios vedados a los acreditados permanentes que salen en busca de información.
Un último detalle: Mauricio Macri no quería hablar del caso del Correo Argentino, y así se lo había manifestado a sus funcionarios. Sin embargo, no sólo tuvo que enfrentar la situación públicamente, sino que se vio obligado a regresar a la Casa Rosada, pese a que había comunicado que por refacciones en la sede gubernamental, por un mes cumpliría sus tareas en la Residencia de Olivos.