La casa está ubicada en General Ricchieri al 1200 de la localidad de Don Torcuato, en la Provincia de Buenos Aires y funcionó durante la dictadura cívico militar como un centro de operaciones de la Marina. Fue una dependencia a la que el grupo de Tareas de la ESMA llevó a los detenidos desaparecidos de ese centro clandestino en varias oportunidades. El lugar fue señalado este lunes durante la audiencia del juicio por crímenes de lesa humanidad conocido como ESMA IV, por el sobreviviente y testigo Carlos “Sueco” Lordkipanidse.

También aportó fotos de la fachada de la casa quinta, pidió que se realice un allanamiento y una investigación de catastro para determinar a quién pertenecía el inmueble y si sigue perteneciendo a la misma persona en la actualidad, quien podría estar implicado como cómplice de los represores del emblemático centro clandestino de detención que funcionó en el país durante el terrorismo de Estado.

Lordkipanidse integra la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), que es querellante en la causa que está siendo juzgada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°5 que integran los jueces Daniel Obligado, Adriana Paliotti y Gabriela López Iñiguez. Las pruebas las presentó junto al organismo y los magistrados aceptaron la incorporación de las fotos pese a la resistencia de los defensores. 

El debate es el cuarto tramo de la causa Esma y tiene una decena de imputados: Carlos Mario Castellví -a quien identificó Lordkipanidse en la audiencia del lunes como uno de los miembros de la patota que lo mantuvo secuestrado-, Miguel Conde, Carlos Néstor Carrillo, Horacio Luis Ferrari, José Ángel Iturri, Jorge Luis María Ocaranza, Néstor Eduardo Tauro, Ramón Roque Zanabria, Claudio Vallejos y Raúl Armando Cabral.

“Las características de la casa se mantienen incólumes. Está exactamente igual a como estaba entonces. Son tan torpes que ni siquiera sacaron las cadenas de anclas que usaban como adorno, las dos entradas, la fisonomía de la casa, todo sigue igual”, contó el testigo a Tiempo.

En el debate oral la querella de la AEDD le pidió al tribunal que haga un allanamiento, una inspección ocular y una investigación de catastro para saber quién era el dueño. “Esta persona sería cómplice, a no ser que sea una propiedad de la Marina”, detalló el testigo.

A la casa de Don Torcuato la querella de la AEDD llegó de la misma forma que a la isla El Silencio, la isla del Arzobispado de Buenos Aires donde los marinos montaron un centro clandestino en 1979 para esconder a los prisioneros durante la inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la cual aportaron ubicación, fotos, etc.

Lordkipanidse contó que la primera identificación de la casa de Don Torcuato –un predio con parque y pileta- la hicieron con la dirección exacta los curas jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, en la Causa 13 durante los años ’80. En 2013 el sobreviviente Aníbal Prado Marín, secuestrado cuando era conscripto de la ESMA, la mencionó.

“Tomamos contacto con él y aseguraba que podría llegar hasta ahí con los ojos vendados porque reconocía el lugar. Lo pudo hacer. Efectivamente se trata del mismo lugar, fuimos con él y tomamos fotografías. Eso fue lo que aportamos en la audiencia”, contó Lorkipanidse.

El testigo fue llevado con otras seis personas a ese lugar en mayo o junio de 1979. Pero luego supo que un matrimonio con el que hacía trabajo esclavo también había estado allí. Además, los testimonios de los religiosos y de Prado Marin identificaron la casa quinta como un centro clandestino de detención de los marinos de la ESMA.

-¿Cuánto tiempo estuvieron ahí?

-Un día entero.

-¿Y cuál fue el motivo del traslado?

-Eso hay que preguntarle a los milicos. Pero lo que nos dijo a nosotros el teniente (Adolfo) Donda, que estaba a cargo de la patota que nos llevó hasta allá, fue una cosa que en parte era cierto, porque después de tantos meses tirados en capucha y a la sombra teníamos hongos en el cuerpo además de otras enfermedades. Y por la falta de sol y la mala alimentación, la verdad que estábamos hechos percha. El tipo nos dijo: “los vamos a llevar a tomar un poco de sol para que les saque los hongos”. Es absurdo, porque si era para eso nos sacaban al estacionamiento y listo.